Dijeron que eran enfermeros y que iban a hisoparla pero la ataron, la golpearon y la desvalijaron
Un hombre y una mujer se hicieron pasar por empleados del Gobierno de la Ciudad. Escaparon en una camioneta que los esperaba en la puerta de la casa de la víctima, una jubilada de 76 años.
CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - María Luisa, de 76 años, fue víctima de un violento robo en su casa de Monserrat. Fue golpeada, atada y amenazada por dos delincuentes que se hicieron pasar por empleados del Gobierno de la Ciudad. Con la excusa de que iban a hacerle un hisopado la convencieron de abrir la puerta y allí empezó la pesadilla de la jubilada.
Eran las cinco de la mañana cuando una camioneta blanca estacionó en la puerta de la vivienda de la calle Venezuela al 1600. Cinco horas más tarde, un hombre y una mujer vestidos con ropa de enfermeros tocaron el timbre y entraron por la fuerza.
“Mi mamá en estos momentos está viviendo sola, porque mi papá está internado y en el hospital se contagió de COVID. Por suerte está bien, pero tiene que estar en el hospital unos días más. Mi hermana, que también tiene coronavirus, está aislada, por eso en el último tiempo no puede ir a visitarla”, detalló su hijo a TN.
Ante esta situación, la víctima creyó que iban a hacerle un control para saber si ella también se había contagiado. Fue así que a las 10 y media de la mañana, le tocaron el timbre y confiada entreabrió la puerta. Le dijeron que iban a hacerle un hisopado, la empujaron y ambos entraron a la casa.
Para que no gritara le pusieron un trapo en la boca, le ataron las manos con las corbatas que su marido tiene en el dormitorio y la amenazaron con un arma. Revolvieron toda la casa, guardaron el botín en bolsas y en una valija. A cara descubierta salieron de la vivienda, se subieron a la camioneta que junto a un cómplice los esperaba en la calle y escaparon.
“Tiene la boca lastimada de los golpes que le dieron y las manos también. Yo le había advertido que no le abriera la puerta a nadie, pero no se por qué lo hizo. Hace un tiempo vinieron para hacer un control, por eso ella no desconfío. Pero esta vez fue mentira. Está muy angustiada. Y quiero visibilizar el caso para que no le pase a otra persona”, concluyó Jorge.
Una vez que los delincuentes se fueron, un vecino de enfrente, que había notado movimientos extraños, se acercó y la encontró a María Luisa atada. La ayudó, la mujer le contó lo que le había pasado, llamaron a su hijo e hicieron la denuncia en la Comisaría Segunda de la Ciudad de Buenos Aires.