El 31 de diciembre de 2001, la ciudad de Comodoro Rivadavia fue testigo de un hecho que mantuvo en vilo a sus habitantes durante seis horas: la toma de rehenes en La Salteña. Aquella tarde, Fabricio De Vigili, Eduardo “Chandía” Tapia y Francisco “Pancho” Martínez descendieron de un Peugeot 405 y se acercaron a la puerta de acceso, tocando el timbre de la distribuidora. En ese momento, en el interior del establecimiento se encontraban los hermanos Roberto y Oscar Cárdenas, junto a Juan, un empleado.

Oscar abrió la puerta y los tres ladrones irrumpieron de manera violenta. Tras reducir a las víctimas, la situación se complicó cuando uno de ellos disparó al encontrarse con la policía. En medio del caos, los asaltantes amenazaron con matar a los rehenes y buscaron la mediación de los periodistas para escapar.

Transcurrieron seis horas de intensa tensión en la cuadra, donde más de 50 policías se desplegaron para resolver la situación. Mientras tanto, la gente se aglomeraba a la espera de novedades. Durante las negociaciones, los delincuentes solicitaron sidra y consumieron whisky, mientras arrojaban dinero y alimentos a quienes se encontraban en la calle desatando una batalla campal. 

Así volaban los billetes y los alimentos que tiraban desde la ventana para los espectadores.

“Pancho” Martínez obligó al dueño del local a gritar que el pueblo no pasará más hambre, cantó la marcha peronista y negoció su salida con un camarógrafo, el cual como primer gesto de buena voluntad, al ingresar rezó con los ladrones. Horas después, y diez minutos antes de 2002, la policía entró y desató el desparramo.

EL ENFRENTAMIENTO CON LA POLICÍA

Antes del brindis de fin de año, la policía irrumpió en el edificio ubicado en la calle Vélez Sarfield, entre Alem y Viamonte. Los efectivos ingresaron por una puerta lateral y se desencadenó un tiroteo. Dos delincuentes, "Pancho" Martínez y Chandía Tapia, perdieron la vida en el enfrentamiento, mientras que De Vigili resultó herido, detenido, y posteriormente condenado a nueve años de prisión. 

Muerte y detención.

Este suceso mantuvo en vilo a la ciudad de Comodoro Rivadavia, marcando la leyenda de "Pancho" Martínez en los barrios marginales, donde fue asociado a una suerte de "Robin Hood".

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