MENDOZA (ADNSUR) - Faltaban dos minutos para las 19 del sábado pasado cuando una llamada entró al servicio de emergencias 911 del Centro Estratégico de Operaciones (CEO) de Mendoza. Era un hombre que se comunicó porque había escuchado gritos de auxilio en la casa de sus vecinos, Pablo Arancibia (33) y Micaela Méndez (27), la pareja detenida y acusada por el femicidio de la adolescente Florencia Romano.

Por el horario de la comunicación, los investigadores suponen que quien pedía ayuda era la chica de 14 años asesinada. La alerta, sin embargo, fue desestimada por la operadora del CEO, que cortó la llamada abruptamente, no dio aviso para movilizar a policías y por lo tanto no se investigó el hecho.

A una semana del crimen, en las últimas horas se conoció el audio de la alerta que fue ignorada. El mismo fue publicado por Diario Mendoza y dura poco más de un minuto. Allí se escucha la conversación completa entre la operadora y el vecino de la localidad de Gutiérrez, en el departamento de Maipú.

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En la llamada, el vecino denuncia que hay un caso de violencia de género en un domicilio ubicado en el pasaje Berra y Padre Vázquez. El hombre incluso le brinda la numeración del domicilio. Pero pese a ello, la policía no encuentra la calle y le dice que no figura en sus datos. El denunciante entonces le responde que se puede visualizar en Google Maps, lo cual es efectivamente cierto.

Sorprendido por la falta de respuesta, el vecino luego le cuestiona “si es policía”. Ante este comentario, la oficial decide cortar la comunicación con un “hasta luego, señor”.

El titular de Inspección General de Seguridad, Marcelo Puertas, informó que la operadora fue suspendida mientras avanza un sumario en su contra. Cabe destacar que un testigo que declaró en la causa también dijo que había oído gritos en la casa de Arancibia, aproximadamente a la misma hora. Por eso la fiscal de Homicidios Claudia Ríos pidió conocer los audios de las llamadas al 911 durante la tarde del sábado.

El cadáver de Florencia fue encontrado el jueves pasado en un canal de riego en medio de una zona mayormente descampada, a unos tres kilómetros de la casa de los sospechosos. Personal de la Policía Científica y de la Unidad Fiscal de Homicidios llegó hasta ese lugar gracias a la información que brindó un amigo de Arancibia, que aseguró que el imputado le había dicho que tenía que descartar los restos de un perro y por eso le pidió ayuda y lo acompañó hasta allí.

El cuerpo estaba envuelto en mantas, parcialmente calcinado. Se estima que habría sido incendiado tras el fallecimiento para intentar ocultar el hecho. Los resultados preliminares de la autopsia revelaron que la víctima tenía el cráneo y el tabique nasal fracturados y hematomas en distintas partes del cuerpo, producto de golpes de puño. También un profundo corte en el cuello.

Fuente: Infobae

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