El fallo unánime del jurado popular en la Cámara 11° del Crimen de Córdoba definió el destino de Néstor Soto, quien fue condenado a prisión perpetua por el asesinato de Catalina Gutiérrez, una joven influencer y estudiante de la ciudad de Córdoba. La sentencia se fundamentó en la figura de femicidio, con el agravante de criminis causa, es decir, el crimen fue cometido para ocultar otro delito. Siete jurados votaron a favor del agravante, mientras que tres estuvieron en contra.

“Estamos ante un femicidio”, expresó el fiscal Marcelo Sicardi, quien había solicitado la condena de prisión perpetua. El fiscal recalcó que la víctima es una sola: Catalina Gutiérrez. En sus palabras, Soto intentó “mentir” durante el juicio, mostrando “manotazos de ahogado” en su defensa. Para el fiscal, Soto era un “lobo con piel de cordero”, y la única pena posible era la perpetua por femicidio.

Por otro lado, el abogado querellante Carlos Hairabedian había propuesto como agravante la alevosía, lo cual significa que el crimen fue ejecutado de forma segura y traicionera, dejando a la víctima sin posibilidad de defensa. La abogada defensora de Soto, Ángela Burgos Niño, intentó eliminar los agravantes, sugiriendo que el caso debería considerarse como un homicidio simple. Sin embargo, la Cámara ratificó los agravantes, ya que el crimen fue perpetrado con la intención de ocultar otro hecho.

“Nunca le enseñé a cuidarse de un amigo” 

El juicio se convirtió en un espacio donde la familia de Catalina Gutiérrez expresó su dolor y angustia. Eleonora Vollenweider, madre de la joven asesinada, se dirigió al acusado, pidiéndole que la mirara a los ojos, ya que sería “la última vez” que se verían. La madre, visiblemente afectada, compartió el vacío que siente al llegar a su hogar y ver la ausencia de su hija. “Nunca le enseñé a cuidarse de un amigo”, lamentó.

En un emotivo reclamo, Eleonora pidió al jurado y al tribunal “la pena máxima”, expresando su dolor por la pérdida y denunciando que Néstor Soto había “convertido en una familia de tres” a sus seres queridos. También le recriminó a Soto que, mientras él se quejaba por perder su “vida perfecta” al estar en prisión, Catalina estaba en un cajón.

Marcelo Gutiérrez, padre de Catalina, decidió no hablar durante el juicio, dejando que su esposa se encargara de transmitir el dolor de la familia ante una pérdida irreparable.

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