COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a tres hombres y una mujer acusados de introducir droga de Santa Fe en la ciudad petrolera, según un fallo al que tuvo acceso ADNSUR.

Guillermo Edgardo “Chileno” Jara Sepúlveda y Juan Marcelo “Gordo Tomate” Aguirre, por comercio de estupefacientes, recibieron cuatro años y dos meses de prisión y multa de $ 6.000; José David Pereyra, alias “Cordobés” o “Enano”, por tenencia simple, tres años de prisión y multa de $ 225.

Está preso en Córdoba y fue declarado reincidente. Agustina Guadalupe Santa Cruz fue condenada por comercio a dos años de prisión condicional, multa de $ 2.000 y 150 horas de trabajos no remunerados a favor del Estado o de una institución de bien público. Se decomisaron un Peugeot 504 y un Toyota Corolla.

La causa comenzó cuando la División Drogas Peligrosas y Leyes Especiales de la Policía recibió información de un anónimo sobre el ingreso a Comodoro de dos sujetos procedentes de Santa Fe para introducir gran cantidad de estupefacientes: “Gordo Tomate” y “Cordobés”. Se movían en un Toyota y manejaban “alita de mosca”, cocaína de alta pureza. En Comodoro, Sepúlveda, quien vivía en un departamento de Avenida Polonia, les facilitó el lugar y les ayudó a vender.

NEGOCIO EN MARCHA

De acuerdo al fallo al que accedió ADNSUR, como el negocio marchó, decidieron mudarse a Chubut para ampliar sus ventas trayendo más droga del norte, con Sepúlveda como contacto local. El “Chileno” contaría con varios contactos que facilitaron la venta rápida ya que se dedicaba hace mucho tiempo.

Los condenaron por vender "alita de mosca" en Comodoro

La madrugada del 20 de junio de 2015 se allanó la casa de Mahuida Nº 1.900 del barrio San Cayetano.

Allí se había establecido transitoriamente la pareja de Aguirre y Santa Cruz, recién llegados de Santa Fe. En el placard y el cesto de basura se secuestró cocaína en envoltorios, $ 22.910, recortes de nylon, algunos con grasa roja mezclada con café y celulares.

La grasa y el café se usan para evitar su detección. La droga estaba cortada con Levamisol, adulterante de la cocaína usado para agregar peso y volumen.

La misma mañana se detuvo en la calle a Sepúlveda y se allanó su departamento de Avenida Polonia. Hallaron envoltorios de cocaína, trozos y sustancia suelta desgranada; marihuana; pastillas de Alprozolam y Alplax, una balanza digital en un placard, rollos de papel aluminio y film, nylon, efectivo, celulares y una agenda con anotaciones varias. También bochitas de cocaína dentro de una media.

También se allanó la vivienda de Pereyra, calle Sargento García, Manzana 9. Estaba él con su pareja. Secuestraron marihuana en envoltorios y dentro de un mate, hojas húmedas, efectivo, un arma calibre 39 y 49 proyectiles dentro del inodoro.

MAS DROGAS Y LENGUAJE "ENCRIPTADO"

Los condenaron por vender "alita de mosca" en Comodoro

En el quincho, restos de un invernadero con tres plantas y macetas, lámparas, parasoles, celulares, papel de aluminio, un huevo Kinder con sustancia vegetal y en el freezer 2 envoltorios de sustancia vegetal. Había papeles con anotaciones y semillas.

El TOF describió que al departamento de Sepúlveda iban muchas personas que se quedaban pocos minutos y se iban, advirtiéndose “pasamanos”.

Concertaba por celular menudeo de droga en “lenguaje encriptado” en su casa, en una verdulería cercana y hasta por delivery. Cerraba cantidades, calidades, modos de pago y efectos. Los mensajes coincidían con lo que la Policía detectaba en la calle.

Sepúlveda fue el único que confesó en el juicio. Según el fallo, “frente a la contundencia de las pruebas, en el debate el imputado reconoció ese accionar ilícito escudándose en un abusivo consumo de tóxico, del que dijo arrepentirse”.

En el caso de Aguirre, dijo ser consumidor. Se vinculó con Sepúlveda en Comodoro. “No sólo que se conocían como admitieron sino que los unía un interés comercial, ilícito, clandestino, específicamente la venta de cocaína”. El contacto entre ambos era Santa Cruz, a cuya nombre se debía depositar la plata. El estupefaciente hallado en sus casas era de igual porcentaje de pureza y sustancia de corte.

Aguirre y Santa Cruz viajaron a Comodoro el 19 de junio de 2015 y se encontraron con Sepúlveda para venderle. Se les incautó droga de la misma especie y calidad, y mucha plata que no pudieron explicar; el segundo -luego de esa visita- comenzó a avisar a sus clientes que ya había recibido mercancía del norte.

TELÉFONOS

La pareja santafesina usaba distintos números pero en todos estaban agendados el resto de los procesados y hay mensajes encriptados sobre la actividad clandestina, a la vez que reflejaban el desplazamiento desde Santa Fe.

En el caso de Santa Cruz, dijo ser ajena a la actividad de su pareja y que ignoraba la existencia de droga en la vivienda. “Pero es inverosímil el desconocimiento que alega sobre la existencia de cocaína en la vivienda allanada”. Es que el lugar era de un ambiente, pocos muebles y ella limpiaba.

Allí vivía con Aguirre y no puede alegar que no sabía qué hacía él. Además aparece usando el mismo celular que su pareja usaba para el comercio con Sepúlveda y en otras charlas como contacto del grupo. “Sepúlveda le ratifica a Aguirre su interés en seguir con el negocio a pesar de que su amigo está en ´cana´”.

El propio Jara explicó que “hablar con Agustina era como hablar con Alejandro, son una sola persona, son pareja, los conoció juntos y se movían juntos”. Es evidente cómo los tres se conocían. A Santa Cruz “las pruebas –escuchas, informes, pericias- la muestran colaborando en la comercialización de Aguirre como contactarlos, facilitar su teléfono, acercar mensajes”.

En cuanto a Pereyra, en su casa se incautó marihuana en envoltorios suficiente para más de 400 porros y plantas. No había sólo consumo personal pero tampoco comercialización. Es tenencia simple. Sí tiene una condena en Córdoba por cinco hechos que incluyen robo, uso de arma, violación de domicilio y lesiones. Le dieron quince años de prisión. “Posee antecedente penales que demuestran su desprecio por la ley”, dice el fallo.

Cuando declaró, Sepúlveda admitió haber “tomado conciencia, da crédito a todo lo que se ha dicho, no va a debatir ningún hecho porque las evidencias son claras. Sufrió durante dos años el consumo de drogas en forma descontrolada, a pesar que no es su palo el tema del comercio”.

“Cayó en un consumo excesivo de droga que lo llevó a comprar en cantidades para aliviar un poco. En algún momento tuvo que vender su auto, no pudo controlarse. Lo que se encontró es suyo. El tiempo que estuvo involucrado perdió la noción de lo que hacía, la droga no se controla. Los encuentros que tenía no eran para vender en todos los casos, muchos eran para comprar, los reconoce”.

Jara relató que consumía cocaína. “Su degradación física era notoria hasta que quedó detenido que sufrió la abstinencia en la detención, pidió asistencia médica, psicológica, en la Comisaría Tercera nunca se le prestó atención”. Cuando lo trasladan a la Unidad 15 obtuvo la asistencia que necesitaba.

Hizo un tratamiento psicológico y tiene un certificado que dice que 2 años asistió al curso de recuperación de adicciones. “Vendió un Peugeot 206 a un compañero de trabajo, lo menciona como para dar a entender el desprecio que tenía por sus cosas”. Cuando conoció a Aguirre, el santafesino le dio el nombre y DNI de Agustina para un eventual negocio de droga.

Cuando habló, Aguirre dijo que la droga era para su consumo. “Vino de Santa Fe para vender el auto y volverse, estuvo 20 o 25 días hasta que lo detuvieron. Negó que haya traído droga de Santa Fe, lo consiguió todo acá. Consumía bastante cocaína, todas las noches y días, estaba perdido por la droga, arrepentido porque dejó a su familia, que tenía una carnicería en Santa Fe”. Consumía por la nariz: “Lo peinaba y tomaba, por culpa de eso perdió muchas cosas”.

Santa Cruz, a su turno, declaró que era amante de Aguirre y viajaron a Comodoro a probar suerte con un negocio de ropa. Aseguró que los cuatro meses que vivieron en la ciudad, el sustento se basó en la ganancia de la carnicería que posee Aguirre en Santa Fe.

Por su parte, Pereira intentó explicar los restos de invernadero. “Había una planta macho, no es para la venta, a su señora le gusta el jardín. La marihuana en su casa es para consumo, diariamente con su señora consumen 25 gramos”. Sobre el parasol y las lámparas, “expresó que su señora le da luz a todo”. La droga hallada en su casa la compró en el Sector 17 de las 1.008 Viviendas.

La sentencia es de Nora Cabrera de Monella, Ana María D´Alessio y Pedro de Diego.

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