Organizaban fiestas sexuales con menores por pegamento para inhalar

COMODORO RIVADAVIA  - La Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro confirmó los procesamientos con prisión preventiva de Misael Chávez Arias, Daniel Amadeo Ñancul, Santos Ramón Coñuel y Aníbal Antonio Orihuela, acusados de trata de personas agravada por el abuso de cuatro menores de entre 11 y 17 años.

Los episodios ocurrieron entre febrero y agosto de 2016 en Trelew. Los jueces consideraron probado que organizaron fiestas sexuales a cambio de pegamento para inhalar, ropa, comida, alcohol, alojamiento y carga para celulares. “Acciones lujuriosas”, las llama la sentencia. Fue una prolongada forma de endeudarlas sin necesidad de violencia física: “Sabían que difícilmente podrían adquirir esos beneficios de otro modo, sin tener relaciones con sus beneficiarios y con otros”, explicaron. Cada procesado fue embargado en cien mil pesos.

Hubo varios allanamientos que detectaron, según relata el expediente, “un comercio sexual plenamente consentido que involucró simultáneamente el uso de sustancias toxicas, como el tolueno”. Fue una actividad organizada para la explotación de las menores, “sin perjuicio de tener relaciones sexuales para satisfacer sus deseos sexuales abusando y profundizando el desamparo y abandono en la cual se encontraban inmersas en el barrio Planta de Gas”. Esta conclusión fue avalada por los camaristas Aldo Suárez, Hebe Corchuelo de Huberman y Javier Leal de Ibarra.

El origen del caso fue una pesquisa de la fiscal Silvia Pereira y la jueza Ivana González. La Brigada de Investigaciones detectó menores de entre 10 y 17 años que coincidían en reiteradas fugas desde el Hogar de Adolescentes Mujeres de Trelew. La mayoría era hallada en la periferia de Planta de Gas, o en casas de varones.

Informes de la Policía Comunitaria ya revelaban fuertes sospechas de explotación sexual infantil y corrupción de menores.

Se identificó a Ñancul. En su cuenta de Facebook tenía fotos con tres de las menores. Una publicó fotos en ropa interior donde se observaba un pie y un vientre del hombre que la fotografió. El fondo era el domicilio de Ñancul. Las menores se reunían en casa de “Amadeo Pitt” (Ñancul) y de Chávez. Allí las encontraban tras cada fuga.

De las escuchas telefónicas y mensajería de texto se comprobaron “maniobras de explotación sexual a cambio de favores consistentes en necesidades básicas de las niñas dada su extrema vulnerabilidad y sobre todo su extrema adicción al tolueno”.

En un allanamiento en barrio Norte Manzana 54 de Trelew se halló a Ñancul en ropa interior y dentro de su placard, a una menor. Bajo la cama, bolsitas de nylon transparente con pegamento y una lata amarilla de Fortex, un  adhesivo de contacto. Pegado en la heladera un escrito con corazones: “Mika…Sasha …y María… amigas por siempre” y otro: “Pedir permiso no sembrar colillas de cigarrillo mantener la cama ordenada orden si ensucian limpian reglas de Pitt”. Prendas femeninas, gel íntimo y un preservativo.

En barrio Norte calle Mukulis de Trelew se encontró a Chávez con dos menores en la cama, en ropa interior, de 17 y 14 años. También ropa de mujer, películas porno, una lata de Poxirán y muchos medicamentos.

En José Rucci al 1.700 de Planta del Gas la Policía sorprendió en una cama de una plaza acostados a Coñuel y una menor. Vivían pegados por el patio trasero, separados por un pequeño paredón de fácil acceso. Incluso un mensaje de texto dijo: “Te quería hacer acordar que saltes por atrás de la casa de tu abuela, por el paredoncito viste, como hacés siempre para ir a c… con el viejo Ramón”.

Las cuatro negaron haber sido explotadas sexualmente. Pero según un informe del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento, “es frecuente que las victimas nieguen la situación y las múltiples violencias sufridas, como mecanismo de defensa. Es una probabilidad la negación por el alcance mediático y la exposición a la que fueron expuestas”.

Una de las nenas admitió: “Me da tanta bronca lo que está pasando que no me da ganas de hablar con nadie. No sé si está en el derecho del niño dejarnos como prostitutas en los medios y subieron nuestras fotos a internet. Ahora en mi barrio todos nos tratan de putas”.

“Esas situaciones ocasionan vergüenza y culpa; es frecuente que adquieran esta conducta por el temor a represalias de los responsables, más aun cuando los proxenetas tienen algún vínculo cercano a la víctima”. Una de las chicas advirtió: “Eso no te lo puedo contar y no voy a hablar mal, ¿sabés lo que me puede pasar?”.

La Cámara destacó que las nenas tienen una diferencia de edad con los imputados de entre 20 y 50 años: Ñancul tiene 39, Chávez 49, Coñuel 48 y Orihuela, 69 años.

“Son menores acogidas en sus domicilios por los mayores, quienes las alojan permitiéndoles contar con ciertas y precarias condiciones de habitabilidad donde promueven o les facilitan sustancias toxicas, provocando estados psicológicos corrompibles que les permite consumar actos sexuales, practica lujuriosa que se ha vuelto habitual”.

“Eran presas fáciles”

Para los camaristas, la vinculación de nenas y adultos “fue absolutamente inexplicable, no pueden justificarla de ninguna manera, únicamente que esta actividad tenga como objetivo el satisfacer sus deseos sexuales y buscar compañías para los mayores que invitaban a su domicilio”.

La pobreza fue clave: “Genera exclusión y la carencia de recursos económicos empujan a alternativas de supervivencia, condicionado por el padecimiento de injusticias sociales”.

Los procesados se presentaron “como contenedores y proveedores, estrategia de captación que las niñas no logran identificar y ven a los adultos como ´amigos´”. Los imputados se ganaron su confianza.

Cada vez que alojaban a las chicas, las invitaban a “jalar”: aspirar pegamento. Luego las incitaban al sexo con ellos y con terceros. Los acusados intentaron defenderse porque a las chicas las protegían con asilo, comida, consejos y hasta enamoramiento. Pero Ñancul, Coñuel, Chávez Arias y Orihuela “protagonizaron un proceso de seducción, de hechizo, de captación psíquica, que eliminó la voluntad de las víctimas, les proporcionaron sustancias a las cuales eran adictas y que les era difícil conseguir,  con el único fin de tener relaciones sexuales, con una o más niñas, compartiéndolas como mercancías”.

Del expediente surge “el liderazgo destructivo y la manipulación de los imputados, más la fragilidad psíquica de las menores”. Los cuatro hombres contaron con información privada para elegir a las víctimas más débiles, “por conocerlas desde pequeñas del barrio, por ser padre de su ex novio, por conocer a sus progenitores, etcétera. La posesión de esa información colocó a las víctimas en un especial estado de vulnerabilidad”.

Las nenas no se sentían víctimas. Según el fallo, “la trata es una versión moderna e insidiosa de esclavitud, muchas veces más lavada y disimulada, a punto tal que frecuentemente las víctimas y desgraciadamente la sociedad también, no tienen cabal conciencia de la gravedad, extensión, injusticia y potencialidad dañosa de este fenómeno delictivo”.

“Los imputados además de infundir ese temor reverencial, las habían deslumbrado y ejercían una suerte de encantamiento y seducción con fines poco claros y más bien sospechosos;  operaron para crear un ambiente de desbordes con la provisión del tolueno”. Todas las chicas tenían origen humilde y marginal, concluyen en el expediente.

Los acusados generaron “un clima de promiscuidad y desorden con clara orientación sexual”.

No castigar estas conductas –consideró la Cámara- “es cuanto menos reprochable. La sociedad y el sistema penal no pueden contemplar pasivamente este fenómeno de corromper y prostituir a menores que estaban en situación de desapego familiar, sin la debida contención casi en situación de calle y con prácticamente nula actividad escolar”.

“Fueron sometidas de una forma regular, periódicamente, sin amor ni deseo, con el sólo fin de servirse de sus cuerpos como un mero objeto para saciar sus deseos propios y de terceros (...) Menores vulnerables, con escasa escolaridad, que se convertían en presas fáciles para escenas de clara promiscuidad sexual”.

Siempre en “Mil Demonios”

“Los imputados habían iniciado una captación de menores, a quienes llevaba en reiteradas oportunidades a pasear en autos, convidándolas con alcohol, también compartían con ellas encuentros en distintos lugares como en el local Mil Demonios”. Se trata del boliche allanado en Rawson.

Mensajes de texto: “¿Querés trío?”

Algunos mensajes de texto de los imputados que la Policía detectó en sus intervenciones telefónicas revelaron una trama de espanto: “Tengo la negra, y otra más están todas en casa; dormimos todos juntos anoche la pase re bien bolo”; “¿Conseguiste un Viagra boludo? Una sola, tomamos la mitad cada uno y que se cague todo porque yo ando bien, viste, pero pa darle con alma y vida”; “Yo a la negraza le voy a dar con todo, las dos una rato cada uno; le mandé una foto de ella que está durmiendo acá en la casa”.

En otro tramo de la causa: “Che, querés trío? ja avisá”; “Vienen en viaje Paul y Mica, las otras le dije que no vengan; se quedan las tres acá en mi cama te enpresto una si querés, en un rato me acuesto oy es mi día, las mejores minas acá con el Chávez ja”; “Tranqui nomás pero te la recomiendo eh; mejor que todas, te la voy a presentar; parece una cualebrita, es virgen… de la oreja jaja”; “Si hubiera aparecido hubiera estado bueno para hacerle algo pero viene medio mañosonga, viste, son todas así, si no les das algo no quieren c…”.

“Sentía que alguien me prestaba atención”

Aunque no declararon en Cámara Gessell, las chicas rescatadas también aportaron algunas frases para definir su extraña relación con los sujetos. Varias consideraron que no habían sido víctimas de explotación sexual.

Por ejemplo, “Chávez es un amigo con el que me quedaba a dormir; yo iba siempre a su casa, no me pegaba y comíamos todos los días. Me daba consejos: ayudar mi mama y estar más en casa”.

“Las chicas iban siempre a su casa. Yo dejé de ir porque estábamos re quemados, todo el mundo se empezó a dar cuenta que íbamos ahí consumía faso y alcohol; Chávez parecía mi abuelo era buena onda siempre nos trató muy bien”.

Sobre Ñancul dijeron que “es el que tiene que estar preso porque mandó a chicas a trabajar en prostitución; él aconsejaba cuánta plata le tenían que pedir a los hombres; me parece mal que les dé consejos las chicas de cómo prostituirse porque además les pide plata”.

Buena onda

También se refirieron a Coñuel, otro de los imputados: “Es mi vecino vive en la casa atrás de la casa, me quedaba a dormir en su casa, tienen buena onda con todas y el día que allanaron en su casa yo me había quedado a dormir”.

“No tenía con quien desahogarme –justificó una nena-. Me llevé muchas decepciones de todos, no me gusta pensar, me gusta el `jale´ (pegamento) para olvidarme de los problemas. Me quedaba en lo de Amadeo (Ñancul) porque sentía que alguien me prestaba atención, sabía escucharme, me daba consejos; él se iba y nosotras le cocinábamos y él nos cargaba crédito en el celular. El día del allanamiento yo estaba durmiendo con él; le tenía confianza y cuando me iba a acostar, él ya estaba roncando”.

FUENTE: DIARIO JORNADA