Padece una rara enfermedad, quiere sacar el carnet en Comodoro y presentó un amparo
Es una docente jubilada que padece “intolerancia ambiental” y no puede estar en ámbitos cerrados ni exponerse a la presencia de otras personas. Como no puede hacer el habitual trámite de renovación de la licencia, le reclamó al municipio una alternativa, pero su expediente nunca tuvo definición. La Cámara de Apelaciones intimó a la Municipalidad para que antes del 19 de marzo le dé una respuesta.
La Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia intimó a la Municipalidad para que antes del 19 de marzo le responda a una vecina que padece una rara enfermedad que le impide hacer los trámites para renovar su licencia de conducir. Según pudo saber ADNSUR, es una docente jubilada que padece “intolerancia ambiental” y no puede estar en ámbitos cerrados ni exponerse a la presencia de otras personas. Por este motivo, no puede hacer el habitual trámite de renovación d
e la licencia. Le reclamó al municipio una alternativa pero su expediente nunca tuvo definición. La camarista María Marta Nieto le pidió al Estado que se pronuncie.
La mujer interpuso un amparo contra el municipio exigiendo no exponerse personalmente a ambientes y agentes municipales. Explicó que el trámite personal, único y universal, implica para ella una barrera ya que padece una patología poco frecuente: intolerancia ambiental o Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple.
La vecina puede manejar pero no asistir a dependencias municipales y requiere de un trámite a distancia o en su casa. El municipio nunca le contestó. Para ella, la falta de respuesta estatal “cercena la única libertad ambulatoria que le es posible fuera de su casa”.
Inició un expediente para pedir se le entregue una licencia
La mujer relató que fue docente en Comodoro durante 38 años. Se jubiló en 2020 pero en 2018 desarrolló intolerancia a la lavandina, y con los meses, también al Procenex, jabón corporal, jabón de ropa, aerosoles, perfumes, y todo tipo de químicos de uso frecuente en los ambientes, la ropa y las personas. Estos productos le irritan paladar y boca, y le causan mareos, temblores, malestar general y dificultad para respirar. Todo concluyó en una hiperosmia: hipersensibilidad olfativa. “Sufre aún más por la presencia de esos químicos de uso frecuente, y también le causó trastorno gastrointestinal y eczema dishidrótico en las manos”.
Su patología se agravó y le diagnosticaron distonía neurovegetativa con repercusión orgánica severa. “Es un padecimiento poco frecuente, descubierto hace algunas décadas, poco conocido; se enrola dentro del conjunto de las alergias y causa intolerancia a estadías en espacios cerrados”, argumentó.
El tratamiento es más bien paliativo y consiste en el aislamiento ambiental. Por eso la docente debió tomar licencia su último año de servicio, desde el 29/04/19 al 29/02/2020, según pudo saber esta agencia de noticias.
Aunque cumplió con todos los años de servicios y aportes y se jubiló sin incapacidad, ya no puede estar en presencia de otras personas o en lugares donde se usen los productos que le causan los síntomas.
Vive con su madre de 85 años en su casa y no salen. Todo lo que consumen lo compran por envíos y lo reciben en la puerta de la casa, al aire libre y sin contacto personal, bajo un procedimiento que atenúa el impacto.
La vecina de Comodoro puede estar en exteriores sin problema y mantener comunicaciones personales con distanciamiento y al aire libre. Su médico la atiende en su casa.
“Certifica que padece de intolerancia ambiental idiopática y que la patología la imposibilita a permanecer en lugares cerrados a fin de evitar que químicos ambientales como olores y fragancias desencadenen el cuadro”, subrayó la docente. El profesional descartó alguna patología neuropsíquica.
No puede ir a oficinas públicas, ni estar en lugares donde se usen químicos de limpieza y desinfección –como los lugares públicos-, ni relacionarse con personas que usen jabón, desodorante, perfumes, cremas, fragancias y productos de higiene o cuidado personal. La sola cercanía y exposición a esas sustancias dañan la salud de la docente retirada, aunque sean muy breves exposiciones. Por eso no puede acudir a la Municipalidad ni estar con agentes estatales ni realizar trámites de forma personal sin poner en riesgo su salud. “Cualquier exigencia de presencialidad le representa una barrera”, advirtió.
Es dueña de una Ford Ranger y tuvo carnet de conducir por más de 40 años. Su última licencia venció en octubre de 2021 y desde ese momento comenzó a solicitar al municipio -con la ayuda de su hermana, quien presentó la documentación- un procedimiento para renovar sin necesidad de presentarse de forma personal, Presentó notas y certificados, y el municipio inició un expediente administrativo de prioridad alta pero sin respuesta a la fecha. Esto la obligó a no poder salir de su casa ni usar su vehículo por más de un año.
Tras meses sin respuesta, el 8 de abril de 2022 presentó una nota a Ricardo Gaitán, secretario de Control Urbano y Operativo de Comodoro. Puso a disposición toda la documentación necesaria para el trámite y propuso otras formas de obtener la foto preservando la fidelidad de los datos biométricos.
Diez días después, la notificaron de que habiendo pasado 90 días sin renovar la licencia, debía rendir los exámenes e insistieron con que la toma de datos, foto y firma son digitales, y que el trámite es manera presencial. Le escribió al intendente Juan Pablo Luque, que tampoco contestó. En octubre de 2022 solicitó un pronto despacho denunciando la mora de la administración e intimando al municipio a pronunciarse en 30 días. Tampoco tuvo respuesta y así se agotó la vía administrativa.
“El peligro en la demora se funda en que el vehículo es la única vía que tienen con su madre de 85 años para salir y tener contacto con la realidad, y son perjudicadas por la demora municipal hace más de un año en el que no ha podido manejar, desde la presentación del trámite”, reclama el amparo.
La versión del municipio ante la camarista fue que el pedido de la mujer se aparta del procedimiento administrativo y compromete la seguridad vial, ya que la fiscalización y evaluación de la aptitud física, psíquica, de conocimiento y habilidades para manejar sólo pueden hacerlas empleados habilitados por la Agencia Nacional de Seguridad Vial y no cualquier profesional.
“Numerosos estudios –advirtió el municipio- dan cuenta del deterioro funcional por trastornos relacionados con la edad, que deben ser considerados por el personal que fiscaliza la emisión de la licencia, sobre todo cuando el administrado reconoce una enfermedad de la cual se conoce poco y que limita seriamente su salud”. Agregó que la amparista bien puede caminar o usar remís.