Schlenker, el exbarra de River preso en Rawson al que le rechazaron un hábeas corpus para ver a la familia
Por segunda ocasión consecutiva, el juez federal de Rawson, Gustavo Lleral, rechazó un hábeas corpus planteado por Alan Schlenker, exjefe de la barra brava de River Plate preso en la Unidad 6 de Rawson. El interno reclamaba que le permitan recibir la visita de su familia, que se mudó de Capital Federal a Trelew para estar más cerca suyo.
RAWSON (ADNSUR) - Lleral y la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia ya le habían negado esa chance por protocolo sanitario ante la pandemia de Covid-19. Pero la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal aceptó una apelación del Defensor Público Oficial y remitió el caso al Juzgado para que resolviera con urgencia.
Schlenker está preso hace más de dos años en ese penal chubutense, condenado a prisión perpetua por instigar el asesinato de Gonzalo Acro en 2007, en el marco de una feroz interna de la barra riverplatense. Siempre dijo que su traslado al sur fue un castigo.
En agosto, la Cámara había confirmado el primer rechazo del juez. Pero el defensor Alberto José Martínez apeló. Según sus argumentos, la decisión agravaba las condiciones de detención al impedirle recibir visitas, “vulnerando su derecho a la revinculación familiar y afectando el principio de resocialización”.
Remarcó que “no hay mayor agravamiento para un detenido que el impedimento de ver a su familia” y que tal prohibición “desconoce que las visitas se tornan un momento de valor único para las personas privadas de libertad. Todos los vínculos se resignifican”.
Schlenker es ingeniero agrónomo y piloto comercial. Reclama poder contactarse con su pareja e hijos. “La vida dentro en prisión debe asemejarse lo más posible a la vida del mundo exterior. Y resulta un derecho indiscutible ‘las visitas’. Son un elemento determinante en el tratamiento e inciden de manera directa en el comportamiento”.
Su historia es conocida en todo el país: Schlenker se preparó primero para ser jefe de Los Borrachos del Tablón, presidente de River después y ahora pasa sus días en un pebellón del Servicio Penitenciario Federal. De liderar la barra Argentina en el Mundial de Alemania pasó a una condena a prisión perpetua como instigador del homicidio de Gonzalo Acro, que sacudió a la sociedad en 2007.
“Me trajeron acá hace dos años y cinco meses en circunstancias muy curiosas. Estaba en la cárcel de Azul como presidente del centro universitario, había aprobado seis materias en Derecho y era tutor educativo colaborando con los docentes e incentivando a los demás presos a estudiar. También era coordinador de la huerta del penal porque soy ingeniero agrónomo. Me trasladaron como castigo”, le dijo a Infobae en una entrevista.
PROTOCOLOS
Ya con 6 meses de pandemia, el Servicio Penitenciario Federal “bien puede haber desarrollado un protocolo para las visitas o bien puede ser obligado a hacerlo desde la instancia judicial, quienes no han dicho nada al respecto. Supervisado el protocolo por el Ministerio de Salud provincial”, argumentó para ver a su familia.
El defensor recordó que en Chubut, los presos provinciales sí reciben visitas. “Las instalaciones edilicias son más pequeñas y precarias, no obstante, el Ministerio les permitió recibir visitas”. Unos sí y otros no afecta el principio constitucional de igualdad ante la ley.
Argumentó que la U-6, además del comedor de visitas, podría utilizar el Salón de Usos Múltiples ya que no se pueden practicar deportes de contacto. El juez y la Cámara rechazaron la solicitud sin siquiera una inspección virtual de los espacios y personal disponibles, aseguró.
“Es un interno que tiene familia que desea visitarlo y asistirlo, lo cual hoy no es poco. El Estado debe poner sus máximos esfuerzos en que ese vínculo se mantenga” y que “con un protocolo las visitas podrían desarrollarse al menos dos al mes y no semanalmente. El derecho puede ser regulado, pero nunca anulado”.
Ante el primero pedido, los jueces no convocaron a las autoridades del SPF para dilucidar “cuáles son realmente las posibilidades para reanudar las visitas cuando no tiene casos positivos de Covid-19”. Schlenker está preso en el pabellón 10. Ante su pedido de ver a su familia, los jueces locales respondieron que las visitas estaban suspendidas por el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Ofrecieron a cambio salas de videollamadas.
Recordaron además los 9 casos de Covid que hubo en ese penal y negaron una “persecución” contra el exbarra.
Sin embargo, para Casación “el reclamo esgrimido por el nombrado, previa adopción de los resguardos sanitarios, se evidencia atendible”. Consideraron que el hábeas corpus “se fundamenta en la necesidad de garantizar al peticionante el mantenimiento y fortalecimiento de sus vínculos familiares”.
Según Casación, “el ingreso a una prisión no despoja al hombre de la protección de las leyes y de la Constitución. No pierde la posibilidad de ejercer los derechos fundamentales que la situación de encierro no restringe”.
El alejamiento de Schlenker “de sus vínculos y de su lugar de pertenencia atenta contra el fin de resocialización”. Por eso, “considerando muy particularmente la gran distancia entre la U-6 con el que fuera el domicilio del condenado y de su familia -circunstancia que motivó que se trasladaran a Rawson-; merece el tratamiento de la cuestión de fondo por parte del juez de habeas corpus con el fin de brindar máxima tutela a los derechos de las personas privadas de su libertad y previa adopción de todas las medidas de prevención y los protocolos sanitarios”.
El Juzgado Federal de Rawson ejecutó la orden de Casación y organizó una audiencia por Zoom el martes. El mismo día, el reclamo se rechazó.