Este sábado se retomará la búsqueda de Marcela López, junto a un perro entrenado para las tareas de búsqueda, en un trabajo encabezado por el adiestrador Marcos Herrero, que aportó la querella en la causa.  El animal ubicó a la mujer en la casa de la última pareja.

Marcela López es intensamente buscada desde hace 50 días por la Policía y la Justicia. Solo aparecieron su campera y sus zapatillas en la zona del muelle fiscal de Río Gallegos.

Desde el 22 de mayo pasado, las investigaciones estuvieron orientadas a un posible suicidio de la mujer arrojándose a las frías aguas de la costanera. Sin embargo, los rastrillajes siempre arrojaron resultados negativos. 

NUEVA LÍNEA INVESTIGATIVA

Según detalla La Opinión Austral, hace dos semanas surgió una nueva línea de investigación investigativa, luego de encontrar una nota en la casa de Viviana López, hermana de la mujer buscada, que detallaba: “Marcela está enterrada en la chacra de Balado". La misiva señaló a José Luis, su última pareja, como autor de un crimen.

A raíz de ello se realizaron tres allanamientos en propiedades del hombre. “Teníamos que hacerlo para no descartar nada”, explicó al diario Valeria López Lestón, a cargo de la instrucción de la causa.

Una porción de tierra se hallaba movida en la chacra ubicada a quince kilómetros de donde buscaban a Marcela. Sin embargo, en el lugar no encontraron nada. Se encontró una sábana con pelos de la mujer en la chacra, su libreta sanitaria en una de las casas de Balado y no mucho más.

El viernes, la jueza dio el visto bueno para que un perito adiestrador de canes, Marcos Herrero, realizara una reconstrucción de las últimas horas de la mujer. 

El hombre fue buscado por la propia familia de Marcela, que viajó a Viedma (Río Negro) para hacerlo venir a Río Gallegos.

Escoltado por las fuerzas de seguridad de la provincia, el especialista realizó la reconstrucción. La tarea comenzó en la casa de Marcela y de ahí los canes Yatel y Kassai fueron para la zona del muelle de la costanera, estuvieron marcando algunos lugares, pero luego se mostraron algo desorientados.

Luego pasaron por lugares por donde, en algún momento, pudo haber pasado Marcela.

El procedimiento se extendió hasta las calles Estrada y Zapiola de la capital provincial. “Lo más importante hasta este momento que nos dijo Herrero es que los pasos de Marcela no terminaron en la zona del muelle, sino los perros habrían ladrado en ese lugar, pero no sabemos si ella estuvo antes o después en la ría, tenemos que ver si nos lleva a alguna casa o algo. Hubo un esfuerzo económico por parte de la familia y vamos a aprovechar todo lo posible”, dijo el abogado querellante en la causa, Jorge Trevotich.

Los perros llegaron a la calle Mitre, precisamente a la casa de la última pareja de Marcela, José Luis Balado. La vivienda, a metros de la Comisaría de la Mujer, fue centro de las miradas de todos. Los canes iban de un lado a otro olfateando las afueras de la casa. Pero las tareas cesaron porque los animales ya estaban cansados. 

“Pero, hombre, ¡metan los perros nomás!”, fue el grito de Balado a Herrero sobre los trabajos que se hacían en el lugar, pero ya habían finalizado.  Las tareas se retomarán este sábado. 

“Que hagan lo que tengan que hacer. No tengo nada que ocultar. Ojalá que Marcela esté en algún lugar, desde el primer día estoy a disposición de la Justicia. Pudo haber tenido una crisis”, dijo Balado habló con LU12 AM680.

“Lo mejor que pudo pasar es que haya tenido una crisis, lo demás no importa nada. A ella le pegó fiero el COVID”, aseguró la última pareja de Marcela.

Sobre la relación que mantiene y mantuvo con las hijas de la mujer buscada, el hombre expresó: “De acá en adelante, no sé. De acá para atrás, excelente. Ojalá todo termine de la mejor manera posible, ya se va a saber la verdad”. 

Fuentes judiciales consultadas aseveraron que hay que ser cautos respecto al trabajo de los perros en el lugar, ya que si bien los animales marcaron lugares puntuales, no se puede determinar el tiempo exacto en el que pasó Marcela por allí.

“En la zona de la costanera no ladraron. Hubo un lenguaje corporal diferente, el aroma de una persona queda, pero las inclemencias climáticas pudieron afectar. En la casa de Mitre, uno de los perros empezó a gemir y a rascar la puerta, no ladró, pero sí gimió”, explicó el perito.

“El tiempo es muy tirano; es un depredador complicado”, dijo Herrero en relación a los cincuenta días que ya pasaron desde la búsqueda de la mujer en la ciudad. 

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