Candela Navarro es la joven mamá de Eva, una pequeña de un año y siete meses, quien padece un retraso madurativo, autismo, un síndrome genético a descubrir y displasia de cadera. No camina ni habla, por lo que cada vez que va a hacer compras con su mamá,  la sienta en el carro que tiene una silla para bebés y así disfruta de la salida.

Pero lamentablemente una de las habituales salidas se convirtió en un angustiante momento, ya que  dos mujeres mayores de edad que estaban en el super,  la increparon poniendo en duda de que su hija presentara una discapacidad y la cuestionaron por llevarla en el carro - según ellas - no apto para su edad. 

Candela decidió contar lo que le sucedió a través de una publicación en sus redes sociales, donde rápidamente recibió el apoyo de la gente y el repudio hacia las dos clientas. Y también habló con ADNSUR para dar más detalles del lamentable hecho. 

“Estábamos haciendo la fila para pagar y atrás mío se pusieron dos señoras, mayores( arriba de 60 años )", comenzó contando.  A continuación, "la señora me toca el hombro y me pregunta "¿cuántos años tiene tu hija?" . Le respondo que un año y 7 meses, a lo que me dice " ¿no es un poco grande para ir sentada hay? . Eso es para bebés recién nacidos", según relató.

“Le digo con toda la amabilidad,  mi hija es discapacitada, no camina ni nada y a ella le gusta ir sentada" y  a esa altura de la conversación, "ya me sentía un poco incomoda por el momento pero lo ignore, la señora siguió diciéndome cosas".

"Hoy en día las madres inventan cualquier cosa, eso de la discapacidad no existe, estás haciendo a tu hija vaga", contó sobre el trató que recibió de estas mujeres que siguió hasta que terminó de pagar y se retiró, enfrente de una gran cantidad de personas donde  “nadie dijo nada”.

Candela expresó el momento que vivió fue muy duro. 

Su hija tiene retraso y autismo y contó el angustiante momento de discriminación que vivió en un supermercado de Comodoro

"ME DOLIO MUCHO"

ADNSUR logró comunicarse con Candela tras lo sucedido y agradeció la posibilidad de que estas situaciones lleguen a más personas para que no se repitan. 

Reconoció que es común que la queden mirando  porque “mi hija tiene crisis de nervios ya que es autista, no le gusta la gente, solo se da conmigo y mi familia, cuando ve extraños se desespera y llora.  La gente me mira como si mi hija fuera una caprichosa mañosa, una mirada dice más que mil palabras”.

“No actúe mal  porque mi hija nunca me vio pelear o gritando, ella en todo esto que sucedió ella me miraba a mi, no me saca la mirada y si me escucha gritar o algo así se pone mal, no quería darle ese ejemplo a mi hija”, dijo. 

Finalmente reconoció que a la sociedad aún le cuesta ser más empática con el otro y más cuando se desconoce la historia detrás de cada persona, porque  “cuando apuntan o susurran estando uno presente” duele más que las  palabras no dichas.   “Basta de mirar y juzgar y empecemos a educar a nuestros hijos para que no sean así, basta de discriminación”, pidió  finalmente.

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