Tortura, acoso psicológico y encierro: los crudos testimonios de las víctimas de la secta de Teto Medina
Los relatos de las víctimas de la organización "La razón de vivir" que declararon este jueves van desde prohibirles el acceso a medicamentos y comida, explotarlos laboralmente y hasta torturarlos de forma física y psicológica.
Este jueves se conoció la detención del humorista Teto Medina, en relación la causa que mantiene bajo investigación al centro de rehabilitación “La razón de vivir”, como una posible secta.
Según las pruebas que se dieron a conocer, esta organización esclavizaba gente y las torturaba con diferentes castigos físicos. Las víctimas que comenzaron a relatar sus historias hablaron con la Justicia, donde narraron secuencias de tortura, acoso psicológico y encierro.
Muchos de ellos eran obligados a dormir en el piso y se les prohibía comer. Una de las víctimas contó que le retiraron los medicamentos que tomaba por estar en tratamiento por HIV. Otro de ellos comentó que le amputaron una pierna por diabetes, y desde la organización le negaron recibir los cuidados médicos necesarios, llegando a ser atendido por otras víctimas en el lugar.
Según publicó Infobae accediendo al expediente, todo comenzó con la declaración de un párroco que radicó la denuncia. El religioso explicó que de a poco se fue acercando a las víctimas y tomó conocimiento de las situaciones que se vivían: “A medida que me fui acercando noté cuestiones referidas a la explotación servil y laboral en la que estaban sumergidas las víctimas”.
El párroco dio detalles del funcionamiento del lugar, explicando que tomó conocimiento porque una persona conocida suya, le comentó que debía pagar 30 mil pesos por mes para estar en el lugar. Luego hizo énfasis en las declaraciones de Néstor Zelaya, detenido como el líder de la organización, a quien conocía desde hace algunos años.
“Néstor mencionaba en ocasiones frases de tinte religioso como ´Muchos son los elegidos y pocos los que se salvan´, como haciendo alusión a la biblia. Refería también que en la quinta no se trataba de ser inteligente, sino obediente. La indicación a los adictos era que las mujeres los iban a hacer recaer en las adicciones y por eso Néstor le exigía a las chicas que iban de visita que no lleven ropa ´provocativa´”, completó el párroco que tuvo la valentía de hacer la denuncia correspondiente.
Antes de finalizar, el testigo dejó una frase contundente e importante para la causa: “Desde mi oficio religioso, puedo indicar que la organización de la asociación es similar a una secta”.
En cuanto a las víctimas, una de las primeras en declarar fue un hombre identificado como R.E.A. Explicó que llegó a “La razón de vivir” por Facebook y que la cuota era de $30.000 por mes. “Cuando entré y se enteraron de que tenía el oficio de albañil me pusieron a trabajar. Comencé por terminar cuatro habitaciones, con revoque, contrapiso, carpeta y aberturas, con la ayuda de algunos internos y desde horas de la mañana hasta las siete de la tarde. Luego construí una oficina completa. Nunca recibí un pago a cambio de ello, ya que me decían que todo era ´parte del tratamiento´”.
Luego la víctima narró que “durante este período tenía prohibido comunicarme con mi familia, aunque Zelaya designó a una persona de nombre ´Nico´ para que sacara fotos y las subiera a un grupo de WhatsApp donde estaban nuestra familia. Eso era para simular que estábamos bien y no siendo explotados como realmente sucedía”.
El mismo testigo también explicó como funcionaba el sistema de castigos, “si intentábamos dejar la clínica, ya que esto estaba prohibido, había castigos. En ocasiones nos insultaban o nos obligaban a hacer guardia toda la noche sin dormir para prevenir que otros internos se escapen. Todas las tareas diarias debían realizarlas los mismos internos. No hacíamos ningún tipo de tratamiento contra las adicciones con psicólogos o terapeutas, sino que solo trabajábamos o servíamos a los directores o coordinadores. También mendigábamos dinero en las iglesias”.
Otro interno, llamado R.M.M, relató que ingresó en la clínica en 2020 y que en ese momento ya era portador del virus del H.I.V: “Néstor Zelaya me dijo que estaba ´negativizado´ y que hiciese ´fuerza´ para curarme. Me negó la atención médica que necesitaba. Tampoco me brindaron ningún tratamiento contra adicciones ni atención médica por una lesión que tenía en mi pie. Los integrantes de la asociación comenzaron a decirme que el ´tratamiento´ del lugar consistía en hacerme pasar necesidades físicas y psíquicas para que ‘valorara’ más las cosas”.
Luego la víctima especificó a qué se refería con “hacerlo pasar necesidades” dentro de la institución: “Nos privaban de diferentes cosas como alimentos, bebidas, descanso y comunicación con la familia. Los coordinadores nos decían que el tratamiento consistía en el dolor. Nos repetían que el tratamiento sólo servía si nosotros servíamos al resto. Lo que siempre escuchábamos era que nosotros no éramos personas sino enfermedades y nada más y por eso debíamos quedarnos en las quintas”.