COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia absolvió a Juan Hardy Rivera Cárdenas, quien fue sorprendido por Gendarmería Nacional con 4.856 paquetes de cigarrillos en su camioneta. Lo acusaron de contrabando pero los jueces Enrique Guanziroli, Nora Cabrera de Monella y Luis Giménez no hallaron evidencia en su contra, según el fallo al que tuvo acceso ADNSUR.

Cárdenas es chileno y le dicen “Cholo”. La mañana del 7 de octubre de 2014 fue interceptado en un control vehicular de rutina por el Escuadrón 37 de Gendarmería, sobre ruta 40, cerca de Gobernador Costa. En su Toyota Hilux doble cabina los uniformados advirtieron atados de cigarrillos debajo del asiento del conductor, detrás de los asientos y varias bolsas negras debajo del chasis.

Le incautaron 2.856 paquetes de 20 cigarrillos y 2.000 paquetes de 11 cigarrillos guardados debajo de asientos, valija, doble fondo de la caja, entre comestibles, guardabarros, en bolsas de plástico y otros tres compartimentos ocultos. El valor ascendía a $69.408. había Lucky Strike, Viceroy, Marlboro Box, Beyond y Gold, Red Point Filters y Red Point Blue.

Cárdenas contó que había ingresado al país en 1984, con 20 años, y tuvo oportunidades laborales que en Chile no tenía. Luego de casarse regresó a su país. Vive en Osorno. Después de 2014, aparte del sueldo mensual, vendía mariscos y lechugas, que compraba y vendía en Chile.

Los cigarrillos fueron un negocio que “le apareció”. Pensaba venderlos todos en Argentina. “En ningún momento se pensó cruzarlos a Chile, los quería vender en la zona sur por la rentabilidad que sacaba”. Traía dólares a la Argentina: de U$S 5.000 que invertía, regresaba con hasta U$S 8.000.

“Equipó la camioneta porque cargaba mariscos en la parte de abajo y la lechuga que se cultiva en agua. Los cigarrillos los puso de esa manera para evitar que se los secuestren, nunca se le cruzó pasar a Chile, lo hizo para aumentar la capacidad”, declaró. No los ocultó para evadir la Aduana.

“La venta de cigarrillos la iban a hacer con otros que conoció en la estación de servicio de Sarmiento. La oferta de negocio era que se podía vender al doble en los pueblos del campo, zona petrolera”. Los vendería en Las Heras, Río Senguer y Aldea Apeleg, por ejemplo.

El día del operativo la Gendarmería no había visto los cigarrillos. Un agente le preguntó cuánta marihuana traía. “Por los pasos que entró, salió muchas veces, no es su responsabilidad no estar registrado. Nunca llevó marihuana. Las gavetas eran para esconder mercadería que compraba en Chile y vendía en Chile. La capacidad de carga estaba completa porque traía mercadería a la verdulería”.

El fallo del TOF consideró que las evidencias del expediente “distan mucho de revelar que los objetos descubiertos respondieran a una artimaña para traspasar las fronteras del país, evitando el servicio aduanero en supuestas operaciones de importación o de exportación”. No se demostró “un propósito elusivo de algún contralor fiscal regular”.

“No se avizora que el acusado por el camuflaje desplegado, que preparó antes y cuyo sentido explicó sobradamente –advierte la sentencia-, haya pretendido la inducción a error de algún funcionario”.

“¿Desde cuándo comprar con dinero propio mercadería de una especie timbrada y trasladarla consigo oculta, en sitios recónditos del vehículo, por los solitarios caminos patagónicos del territorio nacional hacia otro destino del mismo país, constituye un acto idóneo o preparatorio relevante, pretendiendo engañar al Fisco y burlar el servicio aduanero, que se halla a muy larga distancia y prolongado tiempo en la frontera, hacia la que además no se dirigía el rodado?”.

“¿Acaso el acusado realizó ante algún empleado aduanero en funciones, manifestaciones falaces o negó la verdad sobre los objetos portados, burlando al funcionario? O como los mismos interventores revelaron, ¿admitió su propiedad en la mercadería y explicó su modo de transporte de la manera descubierta y su destino final local?”, se preguntaron los jueces.

La mercadería no estaba sujeta a restricciones: era simplemente llevada por su dueño de un punto a otro “de la manera que estimó más segura para el desplazamiento y evitar los riesgos de perderla, como explicó, por robos de terceros o exigentes actuaciones de autoridades policiales, al no conservar las boletas de todas sus compras por encontrarse viajando y a lo que no resulta ajeno las noticias periodísticas reiteradas en ese sentido, siendo casualmente interferido por un celoso control de tránsito policial en una solitaria ruta nacional interior”.

Fue una compra legal “de objetos en su mayoría nacionales que quiso proteger, de la manera que le pareció más ingeniosa y no hubo en su camino una ruta alternativa para evadir la tarea de control por la autoridad”.

Según el TOF, “ocultar los objetos del modo expuesto en ese paraje, no es tentar evadir el correcto desempeño del servicio aduanero, cuando el puesto fronterizo de control más cercano se encuentra a muchos kilómetros y horas de viaje y ni siquiera hay certeza de la posibilidad de someterse allí a los controles migratorios”.

Si Cárdenas solía entrar y salir del país sin mayores restricciones, “no revela más que los movimientos típicos de comerciantes de frontera, con ciudadanías y residencias a uno u otro lado del límite, como ocurre en numerosos países del mundo sin que se los sindique elusivos del control fronterizo”. Y que le hayan incautado una libreta con anotaciones de supuestos pedidos de mercadería, cuyo registro explicó, “no constituye una operación de tráfico internacional encubierto de mercadería no declarada”.

El “Cholo” circulaba por una ruta alejada de la zona aduanera y nada probó que fuera su intención atravesar la frontera burlando la Aduana. Los cigarrillos se los devolvieron.

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