CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - Un estudiante de psicología, Gustavo Gatica, resultó herido cuando tomaba fotografías en una manifestación el 8 de noviembre pasado en Plaza Italia -epicentro de las protestas en Santiago- a la que acudieron unas 75 mil personas. El joven fue trasladado a la clínica Santa María, en el barrio de Providencia, donde primero se determinó que había perdido la visión de uno de los ojos y que el otro corría peligro.

Según el informe difundido por la clínica, “Gustavo Gatica Villarroel egresará de Clínica Santa María, tras 17 días en la Institución. La gravedad de sus lesiones determina que su condición sea visión cero bilateral permanente”. El diagnóstico médico significa que el joven tiene “ceguera total”, según confirmó una fuente de la clínica a la AFP.

El joven, que ya fue dado de alta de la Clínica Santa María, “mantendrá controles ambulatorios, que incluyen terapia kinesiológica, ocupacional, apoyo psicológico y psiquiátrico. Además, será controlado durante las próximas semanas por un equipo multidisciplinario de especialistas”.

Según publicó Infobae este miércoles, la directora de Derechos Humanos de la policía, Karina Sosa, dijo que sentían mucho la situación del estudiante, y comprometió la colaboración de Carabineros en la investigación de este caso que lleva adelante la justicia chilena.

El caso de Gatica se convirtió en un símbolo entre las más de 200 personas que sufrieron heridas oculares, muchas de ellas con la pérdida de la vista en un ojo por balines y perdigones disparados con escopetas antidisturbios de la Policía en las protestas que comenzaron el 18 de octubre.

Uno de los hermanos del joven que quedó ciego dijo días atrás: “Le pregunté a Gustavo qué quería que transmitiera cuando hablara alguien de la familia y lo primero que me dijo es ‘sigan luchando’, porque él está muy consciente de por qué estaba en Plaza Italia ese día”.

Luego de que las imágenes de jóvenes con mutilaciones oculares dieran la vuelta al mundo y de que organismos internacionales denunciaran graves violaciones a los derechos humanos, la Policía anunció el pasado 19 de noviembre la suspensión temporal de estas municiones y reconoció tener dudas sobre su composición, pese a que al principio de la crisis había sostenido que estaban compuestos sólo de goma.

Un informe de la Universidad de Chile reveló días antes en que los proyectiles tenían un 20 % de caucho y un 80 % de sílice, sulfato de bario y plomo, lo que les hacía tener una “dureza equivalente a una rueda de skate”.

Pese a que la Policía anunció la semana pasada el cese del uso de perdigones, la Cruz Roja de Chile informó que ha seguido atendiendo personas con heridas por estos elementos durante las protestas, agregó el diario. 

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