Una policía denunció que fue víctima de una violación grupal a la salida de un boliche
La mujer fue drogada y abusada en una quinta por al menos cuatro hombres. "Me pinchó por encima de la camperita de ecocuero que llevaba puesta”, dijo la joven en su declaración.
Un aberrante ataque sexual tuvo lugar el sábado pasado a la salida de un boliche en Chivilcoy, ciudad de Buenos Aires. En las últimas horas, una mujer policía denunció haber sido drogada y posteriormente sufrió una violación grupal.
Según informó en la Comisaría de la Mujer, después de drogarla y privarla de su libertad, la llevaron a un quinta y fue víctima de una violación en grupo, luego la dejaron a unas cuadras de la casa de su madre.
Todo comenzó en la madrugada del 21 de mayo, cuando se fue del boliche Babakos, ubicado en la intersección de la avenida Tomaso y calle 504, de esa ciudad ubicada al Norte de la provincia de Buenos Aires.
Según denunció posteriormente en la Comisaría de la Mujer, en ese momento, la secuestraron y le aplicaron una inyección para drogarla. Luego, la llevaron a una quinta y abusaron de ella entre, por lo menos, cuatro personas.
El caso es investigado por la UFI N°6 de Mercedes, a cargo del doctor Luis Calcagno y tiene consternada a la comunidad de Chivilcoy.
A partir del relato sobre lo acontecido esa madrugada, la mujer dejó el boliche y empezó a caminar rumbo a su casa cuando un auto de color blanco se le puso a la par y desde el interior, al menos, un sospechoso la obligó: “Te conviene subir”. El conductor, un hombre de tez blanca, pelo corto, delgado, alto y de unos 30 años, sacó una jeringa y le inyectó algo en su antebrazo izquierdo.
“Algo me inyectó pero no sé que era. Me pinchó por encima de la camperita de ecocuero que llevaba puesta”, aseguró la víctima y, segundos después, contó que empezó a sentirse mareada y quedó desorientada.
“No sé qué rumbo tomó, no me acuerdo por qué calles manejó pero, en un momento dado, entramos en una quinta que está sobre una calle asfaltada, pero en una zona despoblada. La casa estaba retirada de la calle y se ingresaba por un portón de color gris. Cuando entramos, me bajé del auto y el chico también. Ahí me acuerdo que me crucé con una chica que había visto antes, no recuerdo su cara ni otras características, solo me acuerdo que tenía puesta una pollera corta color verde. Le dije que me quería ir a mi casa y ella me respondió: ‘Tranquila que después te vas a ir a tu casa. Acá vienen muchas chicas como vos’”, manifestó la mujer en la denuncia.
En la quinta, además de la chica de pollera verde, había más personas. “Mientras el chico del auto me condujo por un pasillo con piso de pasto se nos unió otro hombre, al que yo nunca ví. Digo que fue un hombre por la voz, tenía voz gruesa, pero nunca lo tuve enfrente. El lugar estaba todo oscuro. Esa voz gruesa le dijo al chico del auto: ‘Bueno, ahora arrancá, si ya sabés a lo que está acostumbrada ella”, recapituló la joven.
Y continuó, “en ese momento se sumaron tres o cuatro hombres más. Eso lo puedo decir por las voces y porque fueron varias manos las que me tocaban el cuerpo, pero nunca les pude ver las caras a los demás, porque todo estaba muy oscuro. Además, yo sentía el cuerpo muy débil, estimo que era por lo que me había inyectado el chico en el auto”.
Después relató que, tras la violación, el mismo conductor la llevó a pocos metros de la casa de su madre. En ese sentido, la víctima aclaró que ella jamás le reveló esa información. “Al parecer sabía quien era yo, porque me llamó por mi nombre cuando me hizo subir al coche y también sabía donde vive mi mamá”, contó.
Al verla llegar en ese estado, sus hermanos llamaron a una ambulancia que la llevó al hospital local, aunque no fue atendida ya que le dijeron que primero tenía que realizar la denuncia en la Comisaría de la Mujer.