COMODORO RIVADAVIA - Ricardo Gabriel “Gaby” Betanzo, Luis Alberto “Chino” Millapi, Verónica Elizabeth “Vero” Bustamante y Hugo Humberto Alvarado fueron sentenciados por tenencia de estupefacientes para comercializar a cinco años de prisión efectiva; Luis Iván Araya, por comercio, a cuatro años; Iván Julio César “Chaco” Castillo, por tenencia para comerciar, a cuatro años; a Damián Oscar Sáez y Sergio Darío “Gordo” Brunialtti, por tenencia para comerciar, a cuatro años y seis meses. Francisco Javier “Javi” Ríos, por tenencia simple, fue penado con dos años de prisión en suspenso. Realizará 150 horas de trabajos no remunerados a favor del Estado o de una institución de bien público.

Varios del grupo ya estaban presos. Pagarán multas de entre 4.500 y 5.000 pesos. El fallo es de Nora Cabrera de Monella, Enrique Guanziroli y Luis Giménez.

La causa se inició cuando la Policía recibió información de que en Mburucuyá Nº 940 de Comodoro, Betanzo vendía drogas. Lo vigilaron y las escuchas llevaron al resto del grupo.

En allanamientos simultáneos se secuestró droga fraccionada lista para vender en envoltorios y tizas, balanzas de precisión, nylon, papel de porro, picachus, pipas, armas, municiones, efectivo y celulares. Fueron más de 3,5 kilos de marihuana, suficientes para 7.296 porros, y cocaína cortada con cafeína y lidocaína para más de 800 dosis.

En un patio de Cabo Valdéz Nº 2919 había 2 kilos de marihuana en 4 ladrillos y otro kilo en dos ladrillos enterrados junto con 340 pastillas de Rivotril. Del lugar salía Alvarado con su hijo de 16 años y una pala. Iba cubierto de tierra de la rodilla para abajo y tropezó al querer escapar.

A las casas de los condenados iban numerosas personas que enseguida se iban con la mercadería. A pie, en coche, en moto, en bicicleta y hasta en remís. Se verificaron los típicos “pasamanos” que duraban segundos. Algunas citas se concertaban por teléfono. El grupo hablaba de prestar la “calcu”, jerga para esconder la palabra “balanza”.

En el caso de Betanzo, dijo ser sólo consumidor. Tiene amplio prontuario. De los celulares salieron numerosos sobreentendidos del narcotráfico: “Hola Gaby si podes pasá por lo del tío, si está la prima mejor” o “¿Me alcanza una rueda que estoy sin auxilio?”.

En cuanto a Araya, vendió desde su domicilio recibiendo pedidos por teléfono, combinando cantidades y precios. Un anónimo que no se identificó por miedo le dijo a la Policía que este sujeto llevaba droga a Comodoro y vendía pero no por menos de un kilo. Se movía en una Ford Ranger y vivía en el barrio Máximo Abásolo. Se vinculó con Betanzo. Manejaba con maniobras evasivas: acelerando, desacelerando o frenando en esquinas solitarias. Así detectaba el seguimiento policial.

De sus celulares se advirtió una “catarata” de mensajes y llamadas que le pedían droga en clave: “bujías”, “pilas”, “ramón”, “panes” y “repuestos”. Por ejemplo: “Vení a casa y traé 2 panes caseros”; “Amigo llamáme urgente necesito las bujías, me voy a Sarmiento” o “Necesito a arrancar el auto, antes de la previa puede venir por favor, no me va a dejar tirado amigo”.

También se contactó insistente con la pareja “Chino” Millapi - “Vero” Bustamante. Este matrimonio usó para los “pasamanos” en Avenida Polonia 2321 a sus hijos menores, que recibían a compradores. La Policía halló carpetas y útiles en una mochila. No se secuestraron para que pudieran seguir estudiando. Un nene de 13 años tenía en un bolsillo un envoltorio de marihuana. Sus padres quedarán privados de la patria potestad.

La pareja tenía muchos mensajes clave pidiendo por “María”, “ruedas”, “tía”, “tío”, “pintura”, “Ramiro”, “leña” y “caramelos”. Algunos mensajes fueron: “¿Y Vero, sale la leña?”, “Hola gorda. Soy chilote, ¿conseguiste fa?”. “Hola señora, ¿se encontraría Ramón?, soy mariachi”; “Hola amigo, me aguanta media pintura hasta mañana a la tarde que vaya al cajero. xfa amigo no le voy a fallar” o “Joya, está saliendo como pan caliente”.

Al “Chaqueño” Castillo lo detectaron vendiendo y proveyendo a Millapi subido a un remís. Un mensaje de ejemplo: “¿Es seguro? Mire que las necesito urgente, hoy están todos de joda, es el Día del Amigo, no me falles por favor”.

Por su parte, Alvarado –que tiene antecedentes- manejaba psicotrópicos como las pastillas de Rivotril, Alplax o Clonazepan. En algunos le advertían que se fije fuera de su casa porque “anda la gorra” o “los de azul”.

A Sáez la Policía lo vinculó con la compra-venta: cantidades, calidades y lugares. También avisó sobre la vigilancia: “Está el auto ese con otro más mirando para abajo”; “Hay un Gol rojo, fijáte” y “Se fueron”. Para el TOF, que Alvarado fuera sorprendido escondiendo más droga y psicotrópicos en el patio de Sáez muestra el vínculo.

Otro que se declaró consumidor fue Ríos, exempleado de la empresa Clear. Lo denunciaron por venta de droga en su domicilio y en el lugar de trabajo. Sus escuchas reflejaron pedidos de “pilas” (cocaína). En su casa había hasta seis “pasamanos” por día. Consumía un gramo y medio diarios. Era colaborador gremial.

Brunialti, según las intervenciones, proveía a Alvarado. Eran mensajes como “¿Cuántos jugadores querés?”. Reclamaba pagos en tono amenazante y le hacían pedidos sobreentendidos: “Conseguíme un rescatín! Hacéme el aguante!”; “Claudio hay una semana, necesito eso sí o sí chabón”. Lo detuvieron en la calle con un arma calibre 22 con 10 balas.

Se advierte su preocupación por el negocio cuando le dice a un tal Yoel: “No me conviene comprar poco porque no me rinde, si agarro una buena la saco en cantidad enseguida”.

Era adicto desde los 17 años. Se juntaba en la plaza con chicos a fumar porro y luego empezó a comprar. Se inició en la cocaína pero nunca vendió.

“Su adicción se incrementó cada día más. Al saber que era un consumidor compulsivo le preguntaban si sabía dónde podía conseguir o si podía facilitar. Llegó un momento en que sólo trabajaba para abastecerse. La cocaína es muy dominante; la usaba los fines de semana o en eventos especiales, luego, más a menudo, consumía por día 2 o 3 gramos al día, la aspiraba”. Hace 2 años que no consume.

Fuente: Jornada

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