COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - “Es imposible explicar el dólar sin pensar en lo que pasa con el peso”, comenzó explicando el docente y ex gerente zonal del Banco Nación, Gustavo Simoes. “La moneda argentina, el peso, dejó de cumplir su función de reserva de valor, porque los procesos inflacionarios provocaron erosiones y la moneda dejó de cumplir esa finalidad. Es una debilidad que fue adquiriendo el peso en forma progresiva”.

Como ejemplo de lo anterior, recordó además que el mercado inmobiliario se maneja con tasaciones en dólares e incluso las transacciones se realizan en dólares, lo que implica que el peso se ha replegado en su representatividad como unidad de valor.

“La economía argentina debe ser la más dolarizada, informalmente, del mundo”, graficó. “Hoy lo que está pasando es que hay una emisión feroz, por el déficit y por la pandemia, lo que eleva la oferta de pesos que ingresan al circuito económico, pero el que recibe la mayor demanda es el dólar, en sus distintos circuitos, pero hay poca oferta. Básicamente, porque los exportadores no liquidan sus operaciones. Y existe una presión que demanda este billete, que va desde los importadores hasta la gente común, de las más dispares clases sociales, lo que genera otra fuerte tensión. El peso y el dólar son como el yin y el yan, fuerzas antagónicas e inter dependientes”.

¿Por qué los exportadores demandan un tipo de cambio oficial más elevado? “Por cada dólar que exportan, al aplicarse las retenciones, más allá de la baja de algunos puntos, reciben alrededor de 56 pesos, pero cuando buscan recuperar ese dólar exportado, lo van a pagar a la cotización más alta en alguno de los mercados que existen”, explicó Simoes durante la entrevista. El punto de equilibrio está entre los altos valores del mercado paralelo, que puede llegar a los 170 pesos o más y el valor real de impacto en precios.

“La cotización del dólar no tendría por qué impactar directamente en los precios, porque hay componentes (de los costos), que no están dolarizados, como el salario”, precisó. Y si bien admitió que hay insumos importados y alcanzados por el dólar, tanto en el campo agro exportador como en la producción de petróleo y gas, advirtió que el desafío es encontrar el equilibrio en base a la incidencia real de la proporción de costos dolarizados, para lo cual se requiere de un consenso entre el gobierno, empresarios y actores sindicales.

“El problema es la asimetría de la información, porque nunca se termina de conocer cuál es la incidencia real –aclaró-. Entonces los precios corren detrás del dólar, como el Coyote y el Correcaminos”.

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