COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ANDSUR) ¿Habrá obra pública en Comodoro este año? La pregunta resuena inquieta en los despachos tanto público como privados, pero la respuesta de ceños fruncidos y rostros descreídos se repite: la endeble situación económica de la provincia, sumada a la escasa respuesta que ha habido desde el ámbito nacional hasta el momento frente a los grandes destrozos del temporal y las necesidades de infraestructura previas a esa contingencia, auguran un panorama complicado. Empresas comodorenses del sector acumulan una deuda cercana a los 500 millones de pesos, por obras contratadas por la provincia.

Desde el gremio de la construcción, Raúl Silva dio una magnitud del problema días atrás, al enumerar los 2.200 desocupados que hoy tiene el sector. En el ámbito empresario coinciden con la preocupación: los últimos planes de viviendas construidos en la ciudad contabilizan alrededor de 500 unidades, de las que se calcula un puesto y medio de trabajo por unidad, que están a punto de concluir y no se avizoran nuevas licitaciones para mantener la rueda en funcionamiento: 750 puestos laborales, que no tienen hoy perspectiva de seguir activos.

En Comodoro siempre estábamos construyendo entre 2 y 3 escuelas nuevas –cuenta uno de los hombres del sector-, las que están en marcha se termina en un par de meses y no se ha convocado todavía a licitar ningún otro proyecto”. No se trata de reclamos, sino más bien de una mera descripción de una realidad compleja.

Ni siquiera cabe ya el lamento habitual, expresado en algunas planillas de Excel el año pasado, cuando se evaluaba que sólo el 35% del reparto de la obra pública provincial tocaba a Comodoro, frente al 47% de la zona del valle: lo que preocupa hoy es que ni siquiera esa tercera parte está garantizada como para tener algún grado de continuidad.

CEMENTO Y LADRILLOS POR PROMESAS

En el gobierno provincial no ignoran el problema. De hecho, la expectativa es lograr mantener un ritmo de obra mínimo, con fondos del orden de los 200 millones de pesos mensuales para mantener una fluctuación que asegure no un gran volumen de actividad, pero al menos un mínimo como “para evitar que los piquetes de la UOCRA paralicen la provincia”. Tal es la magnitud del problema y así de cortos son los objetivos posibles, en un marco de restricciones duras.

En el presupuesto 2018 no se prevén obras viales de magnitud, mientras sigue paralizado lo relativo a pluviales y edificios escolares.

Enfrascado en la postergada aprobación del pacto fiscal y la emergencia económica, el gobierno provincial vive sumido en una virtual paralización a raíz de la desgaste negociación legislativa, por lo que sólo una vez ocupado ese difícil casillero se podrá vislumbrar en cuánto podrá acotarse –ya que no hay soluciones a la vista- la dimensión del problema de la falta de recursos para obras.

En ese contexto, la deuda que reclaman las empresas, que se estima en el orden de los 500 millones de pesos, será tratada en el marco de la emergencia cuya aprobación busca el Ejecutivo, a fin de pactar nuevas condiciones de pago con sus acreedores.

Desde esa perspectiva, queda por esperar a que el gobierno nacional cumpla las promesas formuladas por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, al intendente Carlos Linares, para poner en marcha algunas de las obras vinculadas a la emergencia, pero el denominador común es la desconfianza antes que el optimismo.

EL BONO MUNICIPAL

Otro elemento que aparece en el horizonte cercano es el bono que intentará colocar el municipio para financiar obra pública, que en una primera etapa buscaría captar entre 500 y 600 millones de pesos. Siempre y cuando la provincia pueda cumplir sus compromisos esta semana –para pagar vencimientos de su propia deuda en el mercado internacional, ya que un ‘default’ dejaría trunco cualquier otro intento buscar financiamiento externo-, el municipio saldrá a captar fondos que apuntarían a cubrir parte de las obras que no llegarán desde otros ámbitos.

En ese punto, será fundamental determinar a qué se buscará asignar los eventuales fondos frescos: hay quienes se agarran la cabeza al escuchar que parte de la planificación para usar esa plata podría asignarse a tareas de “bacheo” y otras menudencias que bien puede afrontar el municipio con recursos propios (cuenta con 900 millones de pesos asignados a obra pública).

Y aun cuando se destine a obras de importancia, está claro que no podrán reemplazar todo lo que no llegue de Nación o de Provincia. En ese marco, se evalúa la posibilidad de ofrecer a Nación la participación conjunta para terminar el Estadio del Centenario, como también afrontar el camino costero entre Comodoro y Rada Tilly, o proyectos de similar magnitud: no vendrían a solucionar todo lo que falta (canales pluviales de Roca, Chile y Quintana para evitar nuevas inundaciones, entre los más urgentes), pero al menos serviría para dejar de contar tantos “muertos de hormigón”, en una ciudad que pronto cumplirá 117 años de vida.

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