En política, nadie tiene la bola de cristal, eso está más que claro. Pero se puede intentar un anticipo de lo que puede llegar a pasar, si se busca un análisis objetivo que esté basado en datos. Cuando decimos que a la hora de votar por la renovación de cinco bancas del Congreso, es probable que en Chubut todo se encamine a una disputa entre tres alianzas, es porque esto viene ocurriendo en las últimas elecciones desde hace 6 años.

La historia reciente muestra que a partir de 2015, el 90 % de los chubutenses vota alguna de las tres alternativas que surgen de los frentes electorales encabezados por el Chusoto, por el Justicialismo, o por la alianza UCR-PRO. Todo indica que en este 2021 va a ocurrir algo similar, y por eso, es importante tratar de anticipar este armado y contar de qué manera está trabajando cada uno de estos sectores, en su estrategia ganar las legislativas, pero especialmente para pelear por el poder dentro de dos años.

Es indispensable conocer la historia reciente para entender el escenario actual, que no surge por arte de magia, sino que es producto del andar de protagonistas que en general se siguen repitiendo a lo largo de los años. En primer término, es justo decir que el panorama electoral de Chubut estuvo dominado históricamente por una polaridad entre PJ y UCR, con un partido como el Pach siendo el tercero en discordia entre los años 70 y fines de los 90. Comentario al margen, es increíble lo ocurrido con ese partido fundado por el ex gobernador Roque González, que en 2013 obtuvo un triunfo provincial de la mano de Mario Das Neves, pero que luego tuvo una terrible pérdida de identidad que lo llevó a desaparecer del mapa. Hoy directamente perdió la personería ante la justicia federal.

La polaridad peronismo-radicalismo forma parte de la historia del país a lo largo del siglo XX, pero en los últimos 20 años (pensemos en la alianza UCR-Frepaso en 1999, el Frente para la Victoria en 2003, el nacimiento del PRO y el ARI, luego alianzas como Cambiemos o UNEN), la realidad indica que ya perdieron ascendencia los partidos tradicionales -las famosas listas 2 y 3-, por lo que ahora hablamos de frentes con varios partidos y nombres de fantasía que son producto del marketing.

Más allá de este comentario que abarca a todo el país, en Chubut cualquier análisis de la historia reciente debe girar en torno a la figura del “gran elector” desde 2003, que se llamó Mario Das Neves. El ex gobernador fue el primero en romper el bipartidismo, al impulsar el nacimiento de un partido local como el Provech –ya también desaparecido-, que incluso obtuvo un segundo lugar ganándole al radicalismo en 2007. Y sin dudas, un punto de quiebre del escenario se dio en 2011, cuando se produjo la división del PJ chubutense entre el dasnevismo y el kirchnerismo.

Exgobernador de Chubut, Mario Das Neves.

Fue ahí, a partir de esa fecha hace 10 años, que nació un escenario parecido al que seguimos viviendo. Las tres grandes fuerzas electorales quedaron establecidas entre el dasnevismo (que formó su partido provincial), el peronismo dominado por el kirchnerismo, y el radicalismo que creció mucho a partir de su alianza con el PRO.

NUMEROS Y LECTURAS

Para que no queden dudas en torno a este recorrido, repasemos datos oficiales de las elecciones de los últimos años en la provincia del Chubut: en 2015, el Chusoto obtuvo 116.542 votos (41,87 %); el FPV sacó 113.054 votos (40,62 %); y Cambiemos 41.159 votos (14,79 %). En total sumaron 270.755 votos, es decir, el 97 % de los votos positivos. Este fue el resultado en la categoría gobernador, que se invirtió en la categoría diputados nacionales ya que se trataba de una elección presidencial, y allí ganó el FPV. Pero los tres más votados fueron los mismos frentes.

Dos años después, en las legislativas de 2017, Chubut para todos obtuvo 101.613 votos (33,23 %); Cambiemos logró 95.266 votos (31,16 %); el FPV 73.026 votos (23,88 %); sumaron los tres en total el 88,27 % de los sufragios, con 269.905 votos.

Y en junio de 2019, en la categoría a gobernador, Chubut al Frente logró 121.540 votos (41,34 %); el PJ-Frente Patriótico obtuvo 99.942 votos (33.98 %); y Juntos por el Cambio llegó a 45.495 sufragios (15,48 %); en total sumaron 266.977 votos (90,8 % de los votos chubutenses).

Dejamos aparte la atípica situación vivida en octubre de 2019, donde el candidato del Chusoto que fue ganador de las PASO en las legislativas, Alfredo Béliz, no se presentó en la general, dejando el panorama a manos del Frente de Todos que ubicó dos diputados, y de Juntos por el Cambio, que obtuvo una banca. Se trató de una elección polarizada entre Alberto Fernández y Mauricio Macri que dejó en clara desventaja al partido provincial que no tenía candidato presidencial. Este escenario no se va a repetir en 2021, porque no hay categoría a Presidente.

Pero más allá de esto, lo que es indiscutible, es que se viene repitiendo en los últimos años en Chubut el resultado de tres grandes fuerzas que se reparten el 90 % de los votos. Dos aclaraciones: por un lado, las encuestas que encargan los diferentes partidos marcan que la gente en más de un 50 % dice que no va a decidir su voto por el color partidario, sino por la cara del candidato. Este fenómeno de que ya no existe el voto cautivo de tipo ideológico, sino que se eligen “perfiles”, se viene acentuando cada vez más.

La otra cuestión, es cómo funciona en la cabeza del elector el sistema de las primarias, que ha fracasado como tal en nuestro país. La estadística muestra que no se utiliza el primer turno como oportunidad de selección de candidatos, sino que la gente vota como si fuera una general, y después en la general, vota como si fuera una segunda vuelta entre los que más posibilidades tienen, acentuando la diferencia con el resto. El famoso voto “a ganador”.

Todo esto que hemos dicho hasta aquí, es lo que tienen en cuenta los “armadores” de cada partido para definir su estrategia. Por eso, en los días que corren se avanza en charlas con otros partidos para cerrar acuerdos, y en los perfiles de candidatos que miden mejor, para lo cual circulan todo tipo de sondeos. Recordemos lo central, antes de meternos de lleno en la vida de cada frente: lo que está en juego son cinco bancas, tres a senadores y dos a diputados. Pero es la primera categoría la que más interesa, y se define de la siguiente manera: dos senadores para el partido más votado, y un senador para quien sale en segundo lugar. Es decir que el tercero, se queda sin nada.

LA ENCRUCIJADA DEL PERONISMO

El peronismo de Chubut afronta un desafío enorme, y es el partido que por lejos, tiene mayor presión que el resto, porque tiene todo para perder, y poco para ganar. Esto se debe a que el proyecto que encabezan Alberto y Cristina, tiene hoy tres senadores que están en el Frente de Todos, como Mario Pais, Nancy González y Alfredo Luenzo. Y la meta es no perder espacio en el Congreso, algo que en Chubut suena a muy complicado. Cualquier resultado podría dar como pérdida de una banca en el mejor de los casos, o incluso dos, y ni que hablar de perder las tres, lo que sería catastrófico.

Por esa razón, el espacio del justicialismo se muestra más activo que el resto, y se suceden las reuniones en los quinchos de las principales localidades, y también los encuentros en Buenos Aires con referentes nacionales. No es que las otras fuerzas no estén trabajando, pero se manejan con más tiempo. En cambio, el PJ es un hervidero, porque no puede darse el lujo de volver a mostrar una derrota como la que vivió en 2017. Para ello, sabe que el primer paso es no volver a repetir aquella interna feroz de cinco listas, que después no traccionaron votos en la general, logrando un triste tercer puesto.

Y esa fue la motivación central de las últimas reuniones, como la que se desarrolló en Comodoro Rivadavia y de la que participaron Juan Pablo Luque, Carlos Linares y el empresario Cristóbal López, junto a líderes sindicales. El desafío es lograr una lista lo más representativa posible de todo el peronismo provincial, ya que no se puede hablar de “unidad” porque suena a una utopía prácticamente imposible. Pero sí al menos una lista que evite una interna sangrienta, que muestre un ganador fortalecido con un resultado contundente en la PASO, ya que allí se define buena parte de lo que ocurre luego en la general.

Presidente del PJ provincial y exintendente de Comodoro, Carlos Linares.

Y para ello, la semana que pasó dejó algunas cosas en claro. Primero, se diluye (aunque no desaparece del todo) la movida para obligar desde el Instituto Patria al intendente Juan Pablo Luque a jugar una candidatura testimonial, encabezando la lista de senadores. Si bien las encuestas lo ubican muy bien, las últimas reuniones en Buenos Aires habrían llevado tranquilidad al entorno del jefe comunal petrolero, quien no tendría que apostar una carta tan arriesgada.

Si se deja a Luque al margen, hay coincidencia en lo que podríamos llamar el “oficialismo” del PJ en que el único nombre que asegura un buen caudal de votos es el de Carlos Linares, el segundo mejor posicionado en las encuestas dentro de ese espacio. Y aquí el primer dilema a resolver, que consiste en lo siguiente: Linares mide bien hacia afuera, pero divide hacia adentro. Por ejemplo, un dirigente como Héctor González, dirigente de Luz y Fuerza, amaga con no dejarle la cancha libre. Otro tanto ocurre con el dirigente trelewense Nicanor Arbeletche. Y hay otros actores que están pidiendo pista, como el espacio de La Cámpora, o el comodorense José Glinski.

PREGUNTAS SIN RESPONDER

Pero la gran incógnita del PJ en estos días pasa por qué va a hacer el vicegobernador Ricardo Sastre. Sabido es que, después de militar con éxito en el Provech y en el Chusoto -donde llegó a diputado, luego dos veces a intendente de Puerto Madryn, y después a presidir la Legislatura-, volvió a las filas del peronismo (donde es dirigente nacional) y su tropa lo presiona para que sea candidato, porque en su sueño hacia el sillón de Fontana 50, “no hay 2023 sin 2021”.

Hábil y escurridizo, el mellizo nunca termina de mostrar sus cartas, y a cada interlocutor le dice lo que quiere escuchar. No cierra la puerta del todo a una hipotética candidatura (la jugaría sólo en el caso de tener asegurado un triunfo en las encuestas) pero la mayoría de la dirigencia propia y ajena cree que finalmente se va a mantener al margen en este turno electoral.

Vicegobernador Ricardo Sastre.

Los que conocen bien a Sastre aseguran que le encantaría jugarle una PASO mano a mano a Linares para medir fuerzas, y que no le agrada para nada la oferta que se escucha de sumarlo en una lista integrada con el comodorense, pero con el rol menor en la categoría Diputados. El éxito de Linares no va de la mano con las aspiraciones del vicegobernador, quien quiere quedarse con el PJ, para luego ser candidato a gobernador en 2023 por ese partido. Una derrota de la actual conducción justicialista le dejaría el camino libre a su proyecto de “renovación” del peronismo.

Los armadores del PJ que hablan con esta columna reconocen que una lista que incluyera a Linares y a Sastre sería imbatible en las urnas, pero es de muy difícil concreción. Y desde Comodoro tampoco terminan de “sacarle la ficha” al intendente trelewense Adrián Maderna, a quien observan con desconfianza por su estilo de estar bien con todos, y no jugarse por nadie hasta último momento. Lo ven hablando con Linares, que lo quiere sumar, pero también con La Cámpora, con Glinski, y hasta con dirigentes de afuera como Federico Massoni, Nacho Torres y Mario Cimadevilla.  

Mientras tanto, Maderna responde que su espacio está armando una propuesta provincial para 2023 en todo el territorio, y que si lo quieren sumar, va a reclamar ser cabeza de lista en Diputados, y para eso dice tener varios nombres de hombres y mujeres. En realidad, hay quienes creen que su candidata ideal sería la actual concejala, Lorena Alcalá.

Ante las dudas que generan figuras como Sastre y Maderna, en la conducción del PJ creen que la “pata del valle” en la lista del PJ es muy probable que provenga del sector del Frente Peronista. Las figuras que más seducen para acompañar a Linares encabezando una lista de Diputados nacionales, son las de Gustavo Mac Karthy o Florencia Papaiani. A ambos los están midiendo en las últimas semanas, y dan como resultado que el ex vicegobernador tiene mayor conocimiento en el resto de la provincia, pero la ex diputada tiene más margen de crecimiento.

Gustavo Mac Karthy y Florencia Papaiani

En este camino, se están convocando a nuevas reuniones “ampliadas” en la próxima semana, con actores que ya no serán solamente de Comodoro Rivadavia, sino de otras localidades. Y al mismo tiempo, avanza la convocatoria a un Congreso en junio, y las charlas para armar el Frente de Todos en principio con tres partidos: el PSA, el Partido de la Victoria, y el Polo Social.

LA JUGADA DEL ARCIONISMO

En el sector que más claras parecen las cosas por el momento, es en el partido del gobierno provincial. Mientras el gobernador Mariano Arcioni sostiene públicamente que no tiene la cabeza en la cuestión electoral (es probable que sea su discurso en la campaña, no mezclarse con la disputa en las urnas) por debajo su “superministro” Federico Massoni ya se mueve como un candidato.

Las encuestas le dan un alto nivel de conocimiento –más que ningún otro potencial aspirante- y sigue con su estrategia de recorrer todas las zonas de Chubut en su rol de funcionario, con agenda propia, pero además con micrófonos prendidos y un discurso siempre polémico, confrontativo, propio de la “antipolítica”, que prende y mucho en cierto sector de la sociedad.

El calvo titular de Seguridad se siente muy cómodo en el papel de criticar a la justicia y a todos los históricos dirigentes del peronismo (esta semana atacó a Gustavo Mac Karthy), y hasta cuestiona la política “planera” de los intendentes, que salen a responderle en fila. Su plan de campaña es seguir con un discurso anti sistema, en contra del “aparto” histórico de la dirigencia, que según las encuestas, es denostado por la gente. Claro que ese aparto es el que muchas veces te permite ganar elecciones, según analizan muchos conocedores. ¿Podrá Massoni salir airoso enfrentándose a todo lo que representa la política tradicional?

Federico Massoni, ministro de Seguridad chubutense.

Por lo pronto, se sabe que su figura genera resistencia en un gran sector del Chusoto, especialmente el identificado con el dasnevismo, y aseguran que eso no le preocupa, sino que más bien le gusta. De todos modos, hay quienes cuentan que Massoni mantiene diálogo con dirigentes de esa fuerza provincial, que finalmente van a terminar logrando que sea candidato “extrapartidario”. Sin embargo, en el entorno del ministro confiesan que coquetea con la posibilidad de ir como candidato también por otras siglas, que pueden ser el Pich, o incluso el partido que responde al sindicato de Camioneros.

En realidad, se habla con todos, y la idea es armar un frente electoral con un nombre que no aluda al Chusoto, y que haga pie en la palabra Identidad. La estrategia cierra con otra pata en la lista, que hace el rol del “policía bueno”, porque tiene una imagen más componedora y relación óptima con todos los sectores: el ministro de Salud, Fabián Puratich. Si bien lo quieren tentar desde el PJ, el titular de la cartera sanitaria estaría firme junto al proyecto del gobierno, con la esperanza de poder llegar al Congreso y de ese modo dejar un trabajo que lo tiene agotado a causa de la pandemia.

Otro nombre que suena fuerte para integrar la lista, es una amiga de Massoni con presencia en la zona sur: la dirigente de la CAI, Karina Thomas. Cuentan que la referente social y deportiva también recibió ofertas de otros partidos, pero dicen que no se moverá de su pertenencia al entorno del ministro, y que acatará lo que éste defina.

Si la candidatura de Massoni y Puratich se confirma, tendrían un enorme desafío por delante: contrarrestar la estrategia de la oposición de dejarlos “pegados” a una gestión provincial con serios problemas financieros y atrasos salariales, que siguen ubicando según sondeos nacionales, al gobernador Arcioni en los de mayor imagen negativa de todo el país. Lo que tienen a favor, en una campaña que será atípica por la pandemia y que no permitirá demasiado recorrido a los candidatos, es que cuentan con alto nivel de conocimiento por parte de la gente. Y según los especialistas, es difícil que alguien vote a quien no conoce.

Ministro de Salud de Chubut, Fabián Puratich.

EL TRIANGULAR DE CAMBIEMOS

En el frente arcionista no se avizoran internas por el momento, mientras que en el PJ todo parece indicar que habría disputa, pero no se sabe entre quién o quiénes. En cambio, en el frente de Cambiemos, esto ya está más que claro a falta de varios meses: nadie duda de que todo se encamina a una interna de tres listas (aunque puede haber más) que ya tienen nombre propio.

Si hablamos de la categoría de Senadores Nacionales, una será encabezada por el actual diputado Gustavo Menna; otra será liderada por el radical Mario Cimadevilla y la restante será del PRO, y todo indica que llevaría a Ignacio “Nacho” Torres a la cabeza. Se espera que en este turno, los candidatos de Juntos por el Cambio tengan buena perspectiva en otras regiones del centro del país, como ocurrió en 2017, pero la pregunta es si la sigla que representa a lo que fue el gobierno de Mauricio Macri ayuda a sumar más votos en la región patagónica.

Hay quienes creen que la opción sería armar un frente e inventar un nombre de fantasía, para sumar al electorado independiente con un discurso de que el justicialismo en todas sus versiones es el responsable de la terrible crisis que vive Chubut hace años. La cuestión es qué consecuencias puede tener la interna de cara a la general. Está claro que el cimadevillismo genera enormes simpatías en el peronismo, mientras que el oficialismo de la UCR todavía tiene que definir si hace jugar a algún intendente para reforzar la lista de Menna.

Cuando se esboza esta posibilidad, todos miran hacia Esquel, al intendente Sergio Ongarato, que hasta el momento se dedica a repetir como un mantra que “no voy a ser candidato”. Su nombre suena atractivo para muchos, teniendo en cuenta la dificultad que están teniendo todos los partidos para encontrar figuras reconocidas dentro de la zona oeste de la provincia.

Por el lado del PRO, la idea es mostrar caras nuevas y renovación, y si bien Torres ya está en el Congreso, es casi un hecho que su compañera en la lista de Diputados Nacionales será la concejala comodorense Ana Clara Romero, a quien todos los encuestadores ubican con muy buena imagen en la zona sur, aunque desconocida en el resto del territorio.

Cambiemos no cuenta hoy con ningún senador, por lo que el desafío es sumar al menos uno, para complicar el mapa de la Cámara Alta en el Congreso al gobierno nacional. Si el peronismo no logra consensuar una propuesta unificada, y comete el error de complicarse con una interna virulenta, le va a hacer un gran favor a este espacio.

MUCHO EN JUEGO

Así las cosas, con un cronograma electoral todavía en duda pero que parece encaminarse a un atraso hacia septiembre y noviembre, el escenario en Chubut muestra más interrogantes que certezas a esta altura del año. Según nuestro análisis, no hay posibilidad de que se pueda unificar una lista entre candidatos del justicialismo y el arcionismo, como se pide desde algunos despachos en Buenos Aires para asegurar un triunfo ante Cambiemos.

En la Casa Rosada, la cuenta que se hace, además del equilibrio de bancas en el Congreso, es que en la foto del reparto del mapa territorial que harán los medios el domingo a la noche, Chubut no figure en color amarillo, agrandando la figura de Rodríguez Larreta para 2023. Por eso la estrategia es pedir que se junten todos. Pero eso en Chubut es imposible, dicho tanto por actores del peronismo como del gobierno.  

Anteriormente aludimos al riesgo del PJ de perder las tres bancas, y esto tiene una explicación: por más que hablemos de la identificación del arcionismo con la figura de Sergio Massa, si llegaran a entrar al Senado los candidatos del Chusoto y de Cambiemos, está claro que ninguno responderá al liderazgo de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Sería una debacle que provocaría un sismo en el peronismo chubutense, y que obligaría a la mayoría de su dirigencia a dar un paso al costado. Es un escenario que ni siquiera se permiten pensar.

La pelea es apasionante para quienes les gusta el análisis político. Los dirigentes está claro que –más allá de lo que declaren- tienen la cabeza un 90 % en esto, pero no pueden mostrar esta disputa de cara a una sociedad agobiada por la crisis económica, el atraso salarial, la inflación, y el avance de casos de Covid. Su obligación es mostrar gestión, y las declaraciones mediáticas respecto a elecciones, los dejan parados en una agenda alejada del vecino común.

Vienen días cada vez más intensos: el PJ llamará a su Congreso en junio, la UCR evalúa la Convención para fines de mayo, y el Chusoto está evaluando nuevas fechas. Todos deberán hacerlo de manera virtual, lo que complica el debate de ideas. La manera en que cierren los acuerdos frentistas y cómo definan el nombre de sus candidatos, incidirá en el resultado final, y en las posibilidades para 2023. Ojalá que la discusión que se avecina, gire en torno a un debate serio sobre el papel de los legisladores provinciales en defensa de los intereses de Chubut en el Congreso. Algo que hasta el momento no ha tenido demasiados resultados positivos, a juzgar por lo visto.

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