RAWSON (ADNSUR - Por Pablo Vernazza/Corresponsal en Rawson) - Después de seis meses de anuncios continuos sobre una nueva Ley de Ministerios que iba a optimizar el rol del Estado y que iba a fusionar áreas para hacer más eficiente la prestación de servicios a la ciudadanía, los últimos anuncios del gobernador Mariano Arcioni sumados a las impresiones que volcó en charlas privadas con diputados dejó como conclusión que ante la inseguridad y la demora que provocan los cambios y la apuesta por lo nuevo, optó por preservar lo que ya está funcionando, mientras espera a que pase la tormenta.

En el medio de tantas idas y vueltas, se perdió mucho tiempo en reconocer que la apuesta por la figura de Sergio Mammarelli al frente de un área tan importante como la Jefatura de Gabinete tuvo un resultado a todas luces negativo, a causa de un estilo muy frontal y quizás exitoso en el ámbito privado, pero falto de tacto y cintura política para encarar un panorama tan complejo de crisis económica y conflictividad social como el que afronta la provincia en estos días.

Desde imprudentes declaraciones que comparaban a Chubut con Santa Cruz y que generaron problemas con el propio gabinete dasnevista, pasando por decretos de ajuste que buscaban achicar la planta del estado sin el más mínimo consenso y que terminaron dando de frente contra el voto de todos los diputados, además de la generación de frentes de conflicto que antes no existían como ocurrió por ejemplo con las cooperativas y el gremio de Luz y Fuerza, sumado a la falta absoluta de diálogo con los dirigentes de los principales gremios estatales y con los legisladores provinciales, hasta llegar al colmo de hacer comentarios misóginos que merecieron una aclaración del gobernador y la condena pública de Madres de Plaza de Mayo, la gestión de Mammarelli lo convirtió sin dudas en el hombre más cuestionado de la provincia, y es muy difícil encontrar un logro para destacar en su paso de 6 meses.

Luego de asumir en un contexto traumático, con la muerte de un gobernador que dejaba un enorme vacío de poder y con una provincia con las cuentas en rojo, Arcioni necesitaba a su lado un piloto de tormenta con muchas horas de vuelo que le ayudara a destrabar la conflictividad en el plano local y le permitiera buscar ayuda con el gobierno nacional. Obtuvo todo lo contrario y hoy tuvo que ponerse él mismo a tratar de tender lazos con los bloques de la Legislatura y a pensar una nueva estructura de gabinete que cumpliera con los objetivos de ahorro y eficiencia.

Primero había pensado en hacer desaparecer el área de Coordinación y dividirla en la vieja estructura de una secretaría general de Gobierno y otra Legal y Técnica, un cambio a medida de Mammarelli, para correrlo de la escena. Pero sus allegados le hicieron ver que no era un problema de cargos, si no de nombres, y que ese supraministerio había dado muchos resultados en el pasado cuando lo habían ocupado otros hombres, con mayor volumen político. Las otras modificaciones que habían trascendido de la nueva estructura, también generaron dolores de cabeza, como fueron la fusión de Ambiente con Hidrocarburos y la de Turismo con Producción. Los empleados de esas reparticiones no quieren saber nada con las reformas que eso implica en sus condiciones laborales y en sus funciones, que creen podrían llegar a ser incompatibles.

Así las cosas, la reforma de la Ley de Ministerios venía generando una demora imposible de sostener, porque se sabe que toda incertidumbre de este tipo pone al estado en stand by, con funcionarios que se sienten inestables en sus lugares, y que dan órdenes de no innovar hasta que todo se aclare. La peor consecuencia la sufrió el equipo de Economía, que ante la urgencia por la aprobación del nuevo Presupuesto, recibió como respuesta de la Legislatura que no se aprobaría nada hasta que no estuviera la nueva estructura del gabinete, que seguía esperando el toque final del gobernador.

Evidentemente Arcioni evaluó todo este panorama y, según dijo a los diputados en las reuniones que mantuvo esta semana, habría resuelto esperar que pase el momento crítico, que mejoren los ingresos provinciales, que se paguen los aguinaldos y baje la conflictividad social, para recién ahí buscar en el segundo semestre una reforma estructural con cambios que requieren mucho apoyo político. De ser así, habrá que ver qué argumentos da a los interlocutores del gobierno nacional con los que viene negociando la ayuda económica y financiera que permita dar oxígeno a las cuentas provinciales. Se sabe que una de las exigencias de Nación en el achique de la planta política y la baja del gasto público que se prometió con decretos de ajuste de horas cátedra, horas guardia y contratos, que hasta aquí no se pudo cumplir por la resistencia de los trabajadores.

ENROQUE

La decisión parece ser entonces dejar el gabinete como está para dar luz verde al nuevo presupuesto y avanzar en los temas urgentes. Para afrontar esto, Arcioni evaluó alternativas, y apostó por lo ya conocido, es decir dos nombres que son de su confianza y que ya vienen trabajando a su lado. El enroque de figuras corre a Marcial Paz –el ministro más político del gabinete y cara visible ante los gremios estatales- a Coordinación y pone en su lugar a Federico Massoni, quien tiene un estilo particular de estar presente en todos los operativos y allanamientos, y adquirió mucho protagonismo mediático en los últimos meses.

Las idas y vueltas en el área de Gobierno llaman la atención y se hacen a nivel decreto, algo muy dudoso pero que en medio de otros problemas más graves, pasa desapercibido. Por ejemplo, la creación de una Secretaría de Seguridad que no está aprobada por Ley y que nadie sabe si seguirá funcionando, y la desaparición de la secretaría de Trabajo que en la Ley de Ministerios sigue vigente. Lo concreto es que hay un respaldo evidente por parte de Arcioni a la gestión de Massoni en el manejo de las fuerzas de seguridad, y ahora tendrá un poder mayor al hacerse cargo de las áreas de Trabajo, Justicia y Derechos Humanos.

En el caso de Coordinación, la pregunta que surge es qué pasó finalmente con el nombre de Máximo Pérez Catán, a quien Arcioni evaluó seriamente para ese lugar, a tal punto que llegó a darle mucho más presencia en los últimos días, pidiendo al titular del IAC que participe de las negociaciones con los gremios combativos. Incluso su llegada al gabinete cerraba desde lo político porque significaba un gesto con un importante sector del Chusoto, el partido oficialista que afrontará elecciones en los próximos días. Y además acallaba a algunas voces de la dirigencia política del valle que muestra cierta inquietud por la preferencia del gobernador por nombres comodorenses para los puestos más relevantes.

Sin embargo, quizás asustado por cierto “exceso de protagonismo” que habría visto en las últimas apariciones de Pérez Catán –según cuentan quienes tuvieron la posibilidad de charlar del tema con Arcioni-, el gobernador optó por una figura que cuenta con respaldo del peronismo y el sector sindical de la zona sur, como Marcial Paz, a quien ve con los pies en el plato y sin tanto vuelo propio, y con garantías de lealtad política, algo que tanto escasea en estos tiempos. Lo que sí llamó la atención es que el anuncio llegó luego de una desautorización pública de Arcioni a la estrategia de Paz, quien estaba dispuesto a seguir dialogando con los gremios a pesar de las últimas medidas de fuerza, algo que el mandatario provincial desechó de plano.

DESAFIOS

Más allá de estos cambios urgentes, al gobernador le falta aún cubrir cargos muy importantes dentro de su equipo, como las vacantes producidas luego de las renuncias de Martínez Zapata y de Glades a la fiscalía de Estado y a la Contaduría General, a causa del escándalo de las investigaciones por corrupción derivadas de la Causa Correa. Son cargos de control de rango constitucional, de gran importancia institucional, pero que exigen una mayoría especial de votos dentro de la Cámara de Diputados, algo por el momento difícil de lograr en una Legislatura absolutamente fragmentada y con el FPV con una mayoría que obliga a la negociación permanente.

Tiene por delante el desafío de la sanción de un Presupuesto de 46 mil millones que por ahora tiene trabas permanentes de diputados de la oposición que exigen autorización para cada cambio de partidas, que quieren revisar cada peso destinado a cada obra de cada municipio, y que hasta se animan a presentar proyectos para dar aumentos salariales de emergencia a los sectores de más bajos ingresos, buscando casi manejar la caja ante la falta de acuerdo con los gremios.

La buena noticia para el gobierno en el inicio de la semana es la concreción del acuerdo al que se arribó con la mayoría de los secretarios de Hacienda en el Consejo de Responsabilidad Fiscal, y que se firmará con los intendentes de casi todos los municipios, en un nuevo acuerdo impositivo que trata de cumplir con las metas acordadas con Nación en el Pacto Fiscal. Con este acuerdo se podría destrabar el Presupuesto 2018 y los fondos pendientes provenientes de la soja, que darían alivio a las cuentas municipales.

Pero sigue quedando todo supeditado al nuevo encuentro del martes con la Mesa de Unidad Sindical, que nuclea a los gremios más combativos, y que si no logra dar respuesta a alguna de las demandas de los trabajadores estatales, puede generar un incremento en las medidas de fuerza y volver a volcar a la gente a las calles, algo que bajó en intensidad luego de la muerte del policía Chavero ocurrida en la puerta de Casa de Gobierno, pero que el 20 de marzo logró concentrar más de 7 mil personas en la capital provincial. Con un acampe en la esquina de Peatonal Fontana que lleva casi 60 días, y con situaciones que se hacen insostenibles en algunas escuelas que han perdido muchísimos días de clase, el gobierno necesita resolver cuanto antes el conflicto con los estatales, algo que no logrará si sigue sentándose a la mesa de negociación sólo a explicar sus problemas de caja.

Para este tipo de solución, hace falta volumen político y credibilidad, pero la relación de los interlocutores del Ejecutivo con la dirigencia sindical y especialmente con la gente, parece estar muy desgastada. Los cambios anunciados por Arcioni en el gabinete se concretarán este lunes. Son caras ya conocidas, y los problemas son los mismos. Habrá que ver entonces si aparecen ideas nuevas, que es lo que viene haciendo falta desde hace rato.

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