RAWSON (ADNSUR) - En la vertiginosa vida política de Chubut todo parece posible. Incluso lo que era inverosímil hace algunos meses atrás, hoy resulta al menos creíble. Hace exactamente dos años, en noviembre de 2018, Ricardo Sastre participaba de una reunión en la casa de Gustavo Mac Karthy junto a otros referentes del PJ, entre los que se encontraba Carlos Linares. En un momento avisó que se iba a la Residencia Oficial y prometió volver. Dos horas después, su foto apareció en todos los medios junto a Mariano Arcioni, anunciando la fórmula a la gobernación que finalmente integró la alianza Chubut al Frente y que luego le ganó al peronismo. Pasó poco más de un año de aquella elección de junio, y hoy el nombre de Sastre vuelve a sonar como candidato, pero esta vez a la banca de senador, y por el Partido Justicialista.

El dato ya genera todo tipo de opiniones, a favor y en contra, tanto dentro como fuera del PJ. A pesar de que el mismo Sastre no ha abierto la boca y jamás dijo que tuviera intenciones de presentarse en 2021. Pero el río suena de todos modos, y su nombre fue respaldado públicamente por su hermano Gustavo, intendente de Puerto Madryn. Y también recibió el apoyo del jefe comunal de Trelew, Adrián Maderna. E incluso fue considerado como algo serio por dirigentes peronistas como Carlos Linares, José Arrechea y Gustavo Mac Karthy, quienes admitieron que el actual vicegobernador tiene todo el derecho a presentarse, ya que fue aceptado e integra de manera formal las filas del justicialismo chubutense.

Es decir que a 10 meses de las PASO, el nombre de Sastre está instalado como “candidateable” para la renovación de bancas chubutenses en la Cámara Alta, cargo que tiene una duración de 6 años, por lo que podría ser un trampolín para postularse a la gobernación en 2023 o dar un margen también para esperar el turno posterior, en 2027. A pesar del silencio del vice, en su entorno reconocen que no es algo descabellado porque –según dicen- las encuestas le dan muy bien, y siempre que su postulación surja como un nombre del consenso dentro de un acuerdo con otros nombres del peronismo provincial y nacional. Es decir que, faltando varios meses aún para los cierres, la idea sería evitar una interna con Linares, el único que hasta el momento admitió que quiere ser.

Por lo pronto, en Fontana 50 no hace ruido que el actual vicegobernador pueda ir como candidato de uno de los partidos de la oposición. Más bien, aunque pueda parecer extraño, la noticia cayó muy bien. Allegados al gobernador Arcioni dicen que vería con muy buenos ojos esa posible candidatura y que incluso la habría hablado con el mismo Sastre. ¿Qué puede ganar Arcioni con su vicegobernador participando de una contienda electoral? Hay quienes opinan que, considerando que ambos vienen manteniendo una relación difícil desde que la gestión asumió en diciembre, el gobierno podría verse favorecido ante las dos alternativas: tanto si Sastre gana como si pierde, sería para el gobernador una manera de quitarse del medio a un socio que –siempre según la mirada de los despachos de Casa de Gobierno- le ha traído más que nada dolores de cabeza.

LA MIRADA DENTRO DEL PJ

La discusión del cierre de listas para 2021 dentro del PJ será para alquilar balcones, de eso no cabe duda. A tal punto, que ya se está hablando del tema cuando aún falta más de medio año. Como se sabe, las listas llevarán dos nombres para senadores y dos para diputados nacionales. Y los asientos del vuelo, lógicamente, están sobrevendidos. Ahora bien, hay un nombre que nadie pone en duda a esta altura dentro del peronismo, porque tiene banca a nivel nacional, nada menos que de la vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner. Y ese nombre es el de la actual senadora Nancy González, quien la mayoría da por hecho que tiene todos los avales para repetir otro período.

Nancy González, senadora nacional por Chubut.

Esa no sería una buena noticia para Sastre, si lo que se busca es una lista de unidad, por una razón muy concreta: si la mujer de la lista es de Puerto Madryn, lo más lógico es pensar en un candidato varón de otra zona, como puede ser Comodoro Rivadavia, el valle o la cordillera. Sastre-González sería una fórmula íntegramente madrynense, algo absolutamente desacostumbrado. Esto sin contar que hay otros nombres en danza, como el de Carlos Linares, que fue el primero en lanzarse y asegura a quien quiera oírlo que su candidatura no es negociable. Y si bien en silencio, pero también con aspiraciones, aparecen otros dos nombres con banca nacional: el actual diputado Santiago Igón (con respaldo de La Cámpora y Máximo Kirchner) y el asesor presidencial Julián Leúnda, con llegada nada menos que a Alberto Fernández.

Todo este complejo panorama sin agregar aún otra cuestión por resolver, que es saber si el gobierno de Arcioni va a armar una lista aparte con candidatos propios, en una división del voto que puede favorecer a Cambiemos, o si se va a sumar a la lista dentro de un frente con el peronismo, aportando quizás algún nombre. Por lo pronto, una candidatura de Sastre tiene respaldo de referentes como Maderna, Eliceche, y obviamente su hermano Gustavo. Pero no parece posible que el peronismo comodorense resigne una candidatura de ese tipo, pretendida nada menos que por un dirigente como Linares. En este escenario, de confirmarse las aspiraciones de Sastre, una interna asoma como inevitable.

EL PESO DE LA HISTORIA

La aparición de un vicegobernador como candidato a legislador nacional en elecciones de medio término es algo que no tiene nada de novedoso. Fue algo utilizado por gobernadores que buscaban plebiscitar su gestión, siempre con buen resultado. Lo hizo Carlos Maestro al postular a su vice Jorge Aubía en 1997, con un triunfo que lo llevó al Congreso y dos años después a la intendencia de Comodoro Rivadavia. En ese caso, renunció a la vicegobernación, y no se trató de una candidatura testimonial.

Otro caso fue en junio de 2009, durante el segundo mandato de Mario Das Neves, cuando su vice Mario Vargas encabezó la lista de diputados nacionales. El triunfo de la lista fue holgado, pero Vargas terminó renunciando a asumir su banca, para continuar como presidente de la Legislatura, por lo que su lugar fue ocupado por el suplente, Oscar Currilén. El caso más reciente fue el de las elecciones de medio término en 2017, cuando Das Neves en su tercer mandato puso como cabeza de la lista de diputados nacionales al entonces vicegobernador Mariano Arcioni, quien triunfó en la general, pero finalmente no asumió nunca porque se hizo cargo del Ejecutivo por el fallecimiento del gobernador, por lo que ese lugar fue ocupado por la actual diputada Rosa Muñoz.

Ex vicegobernador de Chubut, Gustavo Mac Karthy

Entre ambas experiencias, hubo otro caso a tener en cuenta, y fue la elección de medio término de 2013, en épocas del ex gobernador Martín Buzzi. Allí se buscó convencer al entonces vicegobernador Gustavo Mac Karthy para que encabece la lista de diputados nacionales, pero éste no aceptó por entender que debía cumplir con el mandato constitucional para el que había sido votado dos años antes.

Llegados a este punto, hay que destacar que todos los casos anteriores tienen algo en común: los vicegobernadores que fueron candidatos lo hicieron por el partido que integraban como parte del gobierno, exponiendo su nombre para plebiscitar la gestión.

La diferencia con el caso de Sastre, si es que se llegara a confirmar esta versión, es que paradójicamente podría ser candidato por el principal partido de la oposición a la gestión actual; el PJ representa a la primera minoría en la Legislatura, ya que fue la segunda fuerza más votada hace unos meses como la alternativa a la misma fórmula que el mismo Sastre integró. Esto sí que sería una novedad nunca vista.  

MODELOS DE VICE

La historia muestra que el cargo de vicegobernador o de vicepresidente no se lleva bien con figuras de un alto perfil político. Es un puesto bastante ingrato, que sólo está para reemplazar a un primer mandatario al que no debe hacerle sombra, y para apoyarlo en el manejo del Poder Legislativo. Según el texto de la Constitución, se trata de un cargo incómodo, que pertenece al Poder Ejecutivo, pero que preside una Cámara de Legisladores sin voz ni voto. Pero como se sabe, muchas veces es el nombre el que hace al cargo, y no a la inversa.

Ese rol de apoyo incondicional como una figura en las sombras fue el que ocuparon tanto Vargas como Arcioni al lado de un gobernador fuerte como Das Neves. Mac Karthy no tuvo una buena relación con Buzzi, pero sin embargo, en el ejercicio de su cargo no tuvieron grandes encontronazos, a pesar de no coincidir en muchas decisiones. Quizás el mejor ejemplo de ese tipo de bajo perfil con apoyo a ultranza es el del vice de Raúl Alfonsín, de quien pocos recuerdan el nombre: Victor Martínez renunció al mismo tiempo que su compañero para que asuma la gestión de Carlos Menem, el 9 de julio de 1989, 5 meses antes del mandato constitucional.

Si uno se fija en la novedosa figura de los viceintendentes, el caso de Comodoro Rivadavia es paradigmático: los últimos dos ejemplos marcan que ese cargo fue el trampolín para llegar a la intendencia. Linares fue vice de Di Pierro antes de presidir el municipio, mientras que Juan Pablo Luque fue el vice de Linares antes de ganar en 2019.

Carlos Linares y Juan Pablo Luque

La llegada de un hombre con tantas aspiraciones políticas como Sastre a la vicegobernación, obliga a repensar ese rol y a compararlo con otros modelos que nos muestra la historia cercana local y nacional. En nuestra provincia, hubo dos gobernadores que no terminaron su mandato por cuestiones políticas (dejando fuera el caso de Das Neves, que fue por fallecimiento): uno fue Roque González, echado por un juicio político en 1965 y otro fue Néstor Perl, quien debió renunciar en 1990.

Si se observa bien, la manera de manejarse de los vicegobernadores fue absolutamente distinta en estos dos casos. En el primero, cuando avanzaba de manera inexorable el proceso para destituir a González, su vice Atilio Viglione renunció, dando un mensaje clarísimo a la sociedad: “yo no estoy detrás de esta operación para voltear a mi compañero”. Es decir, dentro de los integrantes de la fórmula, en medio de un golpe político dentro de un radicalismo dividido en ese entonces entre la UCRP y la UCRI, la suerte de uno estuvo atada a la del otro. Viglione se fue incluso antes que el gobernador, y el mandato lo completó el comodorense Pío Raso hasta el golpe de estado de 1966.  

En cambio, la situación en 1990 fue diametralmente opuesta. Fue el vicegobernador justicialista Fernando Cosentino el que terminó pidiendo a Perl que renunciara, en sintonía con una parte del peronismo que le había quitado el apoyo. El vicegobernador se quedó en el cargo y completó el mandato hasta 1991, casi desconociendo el accionar de su ex compañero de fórmula. La historia muestra que esas divisiones le costaron al peronismo la pérdida del poder por 12 años.

ACOMPAÑAR O IRSE

Siguiendo en el tren de los ejemplos de la historia, es interesante el repaso de otros modelos de vice a nivel nacional, que pueden compararse con el peso político de una figura como Sastre a nivel local. En 1999, Carlos “Chacho” Álvarez también llegó como parte de una alianza a la vicepresidencia acompañando a Fernando De La Rúa. Menos de un año después, cuando vio que el rumbo del gobierno y la integración del gabinete iba en el camino opuesto al de su ideología, renunció al cargo, para no seguir formando parte de una gestión con la que no comulgaba.

Más cercano en el tiempo, es imposible no recordar el voto “no positivo” de Julio Cobos durante el debate por la resolución 125 en 2008, que provocó un desempate en favor de la oposición y contrario a la propuesta del gobierno que él mismo integraba. Y llegamos al ejemplo actual de la vicepresidenta Cristina Fernández, figura de enorme peso político, que es permanentemente analizada como contrapeso que eclipsa a la figura del Presidente Alberto Fernández, incluso fomentando iniciativas que muchas veces chocan con la mirada del Ejecutivo.

¿Cuál debe ser el rol de un vice? ¿Es preferible un perfil bajo que acompañe la gestión sin hacer sombra, o una figura de mucho peso político con brillo propio? La respuesta quizás debería ser que el perfil ideal de un vice es el que más aporte a la gestión que integra, el que ayude a “traccionar” con sus recursos políticos, dando una mano a su gobierno. En el caso de no coincidir con el camino político, el ejemplo más sano parece el de Álvarez: dar un paso al costado en vez de entorpecer desde adentro.

En Chubut, el ejemplo de Ricardo Sastre muestra un vicegobernador de altísimo perfil político, con proyección y ambiciones a futuro, que en alguna oportunidad llegó a declarar que está listo para gobernar en cualquier momento. Su relación con el gobernador Arcioni es delicadísima, llena de vaivenes, de idas y vueltas, marcada por una desconfianza mutua que no se termina de quebrar por la necesidad de sostener el orden institucional. En ese marco ya de por sí complejo, su nombre aparece como posible candidato de un partido de la oposición. El tema hace mucho ruido, y no es para menos.

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