En ese plano, uno de los hombres que sigue de cerca las discusiones planteó ante ADNSUR el escenario con toda crudeza: “Aranguren viene del sector del refino, piensa totalmente distinto a lo que ven los hombres del upstream (es decir, los ligados a la extracción de petróleo y gas). Sabemos que su visión es mantener el precio interno en 54,90 al menos hasta el 31 de marzo, después irá ajustando paulatinamente para llegar, a fin de año, a que el petróleo fluya con los precios de mercado. Lo único positivo es que tenemos un año para prever esto y buscar alternativas productivas”.

En cuanto a la situación de Tecpetrol, en el gobierno confían en los resultados de un encuentro mantenido horas atrás, donde se evaluaron alternativas que pasarían por la reconversión de empresas contratistas  de la operadora, además de retiros de personal con indemnizaciones por encima de lo habitual, sumado a la posibilidad de jubilaciones en aquellos casos en que se cumplan los requisitos para ese beneficio.

En relación a PAE, se cree que la situación se mantendrá bajo control, a la espera de que se aclare el panorama y las medidas paliativas que puedan surgir desde el gobierno nacional.

En ese plano, se mantiene la expectativa en torno a las reuniones que se producirán la semana próxima en Rawson, con representantes de las operadoras. Hay confianza en algo que manifestó Miguel Galuccio en la reunión con Mario Das Neves y que Aranguren reiteró esta semana pasada: la posibilidad de que la operadora adquiera un mayor volumen, una vez reparada su destilería en La Plata (que se vio afectada por las inundaciones del año 2014) y pueda comprar unos 20.000 barriles diarios del crudo producido por Chubut: esto significaría alrededor de 3.000 metros cúbicos por día, es decir la mitad (o más) de la cantidad de petróleo que hoy se debe vender al mercado internacional, a precios plenamente afectados por la crisis internacional.

Que Aranguren haya reiterado el compromiso de Galuccio no es un dato menor: es que pocos pueden afirmar hoy a ciencia cierta que el presidente de YPF seguirá en el cargo luego de la asamblea ordinaria del mes de abril, por lo que más allá de si sigue el CEO o no, es ahora el ministro del área quien asume el mismo compromiso.

Esto serviría para aliviar una parte del problema, mientras que el resto de la ecuación debe seguir resolviéndose en base a una combinación de decisiones entre las que aparecen viejas recetas conocidas (hemos mencionado desde este espacio la que parece “de cajón”, a saber la baja temporal de regalías -¿reducción de algunos puntos porcentuales?-, en lo que Aranguren no se muestra muy innovador) y la búsqueda de alternativas que abarcan un abanico de posibilidades.

“¿Qué pasa si procesamos nosotros?”, preguntó uno de los técnicos que participa en las discusiones. La posibilidad de refinar al menos una parte del petróleo pesado que se produce en la cuenca, para producir derivados como asfalto o gasoil, aparece en esa gama de opciones que se evalúan para proyectar al mediano plazo (por estas horas, muchos recuerdan el proverbio chino de que la crisis representa una oportunidad, en la medida que se logre pensar propuestas innovadoras), habida cuenta de que los vaivenes del precio internacional del petróleo no sólo amenazan con prolongarse un par de años más, sino que ya han dado muestras de producirse con demasiada frecuencia.

En ese marco, desde Rawson toman distancia frente a la dureza discursiva de Comodoro, tanto desde los ámbitos gremial como municipal: “cada uno puede hacer la apuesta que quiera, pero eso sí: la hace con sus fichas –comentó uno de los hombres cercanos al gobernador Das Neves-. El objetivo que tenemos es el mismo, pero nosotros no vamos a acercar más bidones con nafta”. 

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