RAWSON (ADNSUR) - La dinámica de la vida política obliga de manera permanente a realizar fotografías parciales del escenario dentro de la Legislatura, el lugar donde mejor se expresan estas idas y vueltas, un poder que por algo se ha ganado el mote de “caja de resonancia”. En ese recinto (ahora llamado “virtual”) con 27 votos -como en ningún otro sitio- se pueden ver reflejados el humor de los protagonistas, las modificaciones en las alianzas, el armado de las nuevas estrategias, y los cambios en la relación de fuerzas. Y vaya si este convulsionado 2020 fue un año interesante en ese sentido, con la puesta en marcha de una nueva gestión, que comenzó con un oficialismo “partido” y con “poroteos” para echar al gobernador en un juicio político, para terminar con una mayoría ajustada pero más previsible, y con algunas grietas entre legisladores opositores. 

El análisis ofrece tantos puntos de enfoque, que parece más sensato seguir un orden cronológico de este año “pandémico”, que entre otras cosas, obligó a la Cámara de Diputados a reconvertirse y a aprender a sesionar de manera remota, algo impensado tiempo atrás pero que terminó funcionando. Para ello, el vicegobernador Ricardo Sastre tuvo que romper ese “pacto” de palabra con el gremio APEL, cuya conducción cometió un severo error de estrategia –advertido desde este espacio- de tirar tanto de la cuerda hasta que agotó la paciencia de los diputados. 

La “sociedad política” con el vicegobernador, que parecía funcionarle a la dirigencia gremial en un momento, hizo perder el rumbo de la “lucha sindical”, que a veces parecía ir en contra de la defensa de los intereses de los mismos afiliados (como el día que el secretario general Ángel Sierra se opuso a un proyecto de los diputados Juan Pais y Manuel Pagliaroni para utilizar fondos de la cuenta de Gastos de Funcionamiento para pagar sueldos atrasados). Con la meta de no dejar al gobierno sesionar –que en ese momento convenía a Sastre- el gremio dejó pasar a mediados de año una oportunidad única, y sus empleados terminaron 2020 con dos sueldos atrasados, cuando podrían haber estado al día con la plata de esa cuenta.

El resultado de semejante ceguera fue que un gremio que había logrado un poder tan grande como definir cuándo sesionaba la Cámara de Diputados (una locura desde lo institucional permitida desde los años de la gestión Buzzi-Ica Martínez), terminó absolutamente desdibujado y ausente, y dejó a los diputados “empoderados”, los que -con la excusa de la pandemia- evitaron tener que sesionar de manera presencial con gente en las barras durante los últimos meses.

Dicho esto, en este año Covid –enfermedad que alcanzó a la salud del vicegobernador Sastre, sus dos secretarios, y al menos dos diputados como Gabriela De Lucía y José Giménez- es el momento de repasar los hechos trascendentes, que no fueron pocos, y que dejan material para el análisis y para tratar de prever lo que puede venir en el futuro.

INICIO TRAUMÁTICO

En esta columna ya hemos analizado en varias oportunidades a lo largo de 2020 la traumática relación puertas adentro de la alianza oficialista que ganó las elecciones en 2019. Si bien ya lo hemos expresado con lujo de detalles, es necesario reiterar algunos hitos que no se pueden perder de vista para comprender los cambios operados a lo largo de este año que termina.

Recordemos como empezó enero: Arcioni venía de armar un gabinete sin tener en cuenta a sus aliados Sastre y Maderna, y de imponer a su presidente de bloque, Juan Pais. Cuando en el último verano pidió el apoyo para un paquete de medidas de ajuste solicitado por Nación, que incluía un “congelamiento” salarial y un reperfilamiento de deuda, sus aliados de Puerto Madryn y Trelew se negaron a acompañarlo. 

La reacción de Arcioni (en una ruptura anticipada en esta columna unos días antes) fue la de arrojar al aire un término descalificador: hablo de “los miserables” que se acercan a la política por un cargo. No dio nombres, pero hubo quiénes se dieron por aludidos. Ese fue el germen de lo que se dio en llamar luego en el mes de mayo el “interbloque”: 9 diputados del bloque oficialista con una postura “crítica” y conducidos políticamente por el vicegobernador Sastre en sintonía con dirigentes como el intendente trelewense Adrián Maderna y el dirigente mercantil Alfredo Béliz.

Ese grupo tuvo su punto de máxima ebullición en mayo y junio, el momento de mayor crisis política e institucional del año, también contado en esta columna como en ningún otro lado con pelos y señales. Aquí se describió lo que no salía a la luz y pocos se animaban a contar: que había reuniones entre este sector “oficialista” y dirigentes del PJ para sacar cuentas sobre cómo echar al gobernador a través de un juicio político. La intentona llegó a su punto más álgido en un lugar que luego se hizo famoso por otro tema: en la chacra de Gustavo Cardoso, pareja de la diputa Lloyd Jones.

Los nombres de aquellos días son los mismos que terminaron acordando luego una lista dentro del PJ: Sastre, Maderna, Linares, Yauhar, Eliceche, y los diputados del interbloque. Tuvo que mediar un llamado de un miembro de peso en el gobierno de Alberto Fernández para cortar la “operación destituyente”, a lo que se sumó un paquete de asistencia crediticia de $ 5 mil millones para apagar el incendio por un par de meses, en una provincia que hubiera estado en llamas de no haber estado vigentes las duras restricciones de la cuarentena, que mantenían a la gente aislada en sus casas.

VACIO DE PODER

Los acontecimientos pudieron llegar a ser de enorme gravedad, pero fueron desactivados casi de milagro no sólo por la Nación, sino también por el apoyo de algunos intendentes que no bancaron un golpe institucional, como fue el caso del comodorense Juan Pablo Luque. De todos modos, se vivieron momentos de “vacío de poder” muy evidentes, con un Arcioni que buscó dar un golpe de timón que a la postre le salió mal: ubicó a Andrés Meiszner en la secretaría general de Gobierno para buscar mayor volumen político, pero un mes después terminó dando un portazo -en otro momento de alto voltaje por la salida de la ministra de Familia, Cecilia Torres Otarola-, en una primicia de esta columna publicada a las 22 horas de aquel día, que dejó desactualizadas todas las tapas de los matutinos antes de que salieran a la calle.

En ese mes de julio, la relación entre el gobernador y su vice seguía rota desde enero, prácticamente sin diálogo, y de ambas partes se expresaba que ya no había vuelta atrás. En el medio, la Cámara de Diputados sin sesionar, y con sus protagonistas inmersos en polémicas de muy bajo nivel. El momento más emblemático fue sin dudas con aquella foto “de viaje de egresados” que algunos miembros del interbloque se sacaron tirados en la nieve y difundieron por redes sociales, mientras iban en misión “oficial” a entregar asistencia a los pobladores aislados de la meseta en medio de la pandemia.

En ese punto, Arcioni jugó una nueva carta: apostó por el experimentado Javier Touriñán para ocupar el lugar vacío de Meiszner, y generó cierto diálogo con figuras como Sastre y Elieche. En agosto, llegó uno de los hitos más importantes del año legislativo: luego de intensas negociaciones con el Ejecutivo, la Legislatura aprobó por amplia mayoría de 25 votos la Ley para la Renegociación de la Deuda en dólares del Bocade, que permitió el acuerdo con los bonistas cerrado hace 10 días atrás.

Eran las épocas de mayor cercanía de la gestión Arcioni con los diputados de la UCR y del PJ, estos últimos comandados en aquella oportunidad por Luque y Mac Karthy. Parafraseando a Borges, no los unía el amor, sino el espanto, ya que era el grupo que no vio con agrado la movida destituyente y le apuntaban con el dedo como gran responsable al vicegobernador Ricardo Sastre.

LA JUGADA NACIONAL

A la par de estos juegos de lucha de poder en la política vernácula, asistimos desde hace más de un año a una provincia atravesada por una crisis económica brutal, originada en errores propios producto del exceso de gasto público –especialmente originado en una suba de salarios que devino impagable- que no estuvo acorde con los ingresos, que para colmo se vieron disminuidos en un año pandémico que achicó la recaudación de regalías, coparticipación federal e impuestos provinciales.

En ese contexto, en octubre se vivió otro momento de alto voltaje por el nivel de la deuda salarial, ya que el gobierno no pudo pagar el aguinaldo de mitad de año, y acumuló un atraso de dos meses y medio. Esto motivo una “operación salvataje” donde un grupo de funcionarios del gabinete debió viajar a Buenos Aires para entrevistarse con sus pares de Nación para tratar de conseguir una asistencia económica, logrando apenas el arribo de un nuevo endeudamiento de $ 5 mil millones en tres tramos y un permiso para endeudarse en otros $ 4 mil más, a cambio de tener que tomar medidas de achique del gasto.

Esta gestión ante Nación fue quizás la última acción de peso de Touriñán –junto a otros miembros del gabinete- en la secretaría general, lugar de donde también se alejó, como Meiszner, de mala manera (también fue anticipo por esta columna) e incluso terminó cediendo su lugar en Petrominera

Todas estas cuestiones debieron pasar por la Legislatura, en votaciones que fueron traumáticas, porque hasta último momento el interbloque jugó con la especulación. En las votaciones más relevantes -como el endeudamiento con el Fondo Fiduciario y la renegociación de la deuda- hubo una estrategia del sastrismo que fue no mostrar las cartas hasta último momento y esperar al conteo de votos general: si el gobierno conseguía la mayoría, se votaba a favor en el último instante; pero si los votos no estaban, se jugaba a la desestabilización. 

Al gobierno todo le costó horrores en la Legislatura, y el mejor ejemplo fue un trámite que debió ser sencillo, como el pliego de Javier Alvaredo como presidente del Banco del Chubut, que ingresó en mayo, y debió esperar 6 meses hasta ser sancionado en octubre, cuando recién pudo lograr los votos propios que necesitaba del mismo oficialismo. Así fue todo el año, difícil, peleado voto a voto, cuesta arriba para el Ejecutivo. Hasta que llegó diciembre, cuando aunque parezca increíble, la apuesta por el proyecto de zonificación minera terminó acomodando los melones y dejó un panorama un poco más conciliador.

VOTACION CLAVE

En este mismo espacio hemos criticado con dureza la manera en que el gobierno encaró la cuestión del debate por la minería y todas las miserabilidades que este tema generó en la dirigencia política. No lo vamos a volver a repetir, pero sí hay que marcar algo: la relación con los diputados del interbloque cambió de manera sustancial, porque el asunto generó una “implosión” en ese espacio. Y provocó un nuevo escenario de fuerzas que se observó con claridad en la última y trascendente votación del Presupuesto 2021.

Dicho con nombre propio, el audio de Leila Lloyd Jones hablando de diputados que habían cobrado dinero para votar -pero que después ella misma lo desmintió en su denuncia a la Justicia- generó una división que hoy se torna evidente, y habrá que ver si permanece en el tiempo. En contra de la trelewense, se posicionaron los tres sastristas (Gabella, Williams y Antín), la mercantil De Lucía, la esquelense Andén y el dirigente vial Chiquichano. Todo ellos fueron a vindicarse a la justicia. En defensa de Lloyd Jones, quedaron José Giménez y Rossana Artero. En el mismo sentido, el video que circuló del diputado Sebastián López ofreciendo servicios políticos para hacer lobby, dividió a Juntos por el Cambio, y lo alejó del PRO. 

Ambas cuestiones, a juzgar por los resultados, fueron capitalizadas por el oficialismo. Así se vio en la votación del Presupuesto en la sesión del 22 de diciembre, un tema más que trascendente, porque casi deja al Ejecutivo sin ley para recaudar y obtener las partidas necesarias el año próximo. Hubiera sido un enorme dolor de cabeza, que fue la apuesta del PJ y la UCR, pero que terminó siendo abortada. ¿Por quiénes? Justamente por los nombres expresados más arriba: a los 7 diputados de Arcioni, se le sumaron los 6 votos del interbloque (excepto Lloyd Jones, Giménez y Artero) y el voto decisivo fue nada menos que el de Sebastián López, quien cuatro meses antes había sido el único diputado en votar en contra de la renegociación de la deuda.

Hay quienes creen que este acompañamiento del ex hombre del PRO fue un reconocimiento al apoyo que recibió del gobierno ante el pase de factura de la dirigencia de su partido. Algunos piensan que no es casual que en el momento que el diputado Nacho Torres hacía una conferencia de prensa para masacrar a López, el gobernador Arcioni convocó a una conferencia de prensa transmitida en vivo que “eclipsó” la movida, y que a su vez ningún miembro del gabinete ni diputado oficialista haya cuestionado al joven madrynense. Muchos hablan del rol de “psicólogo” que realiza de manera permanente Juan Pais con muchos legisladores, para contenerlos ante los nervios de los últimos días. López se sintió cuidado, y devolvió el gesto.

Y en los otros 6 votos, la gestión de Sastre esta vez volvió a ser clave, pero a favor del gobierno. Así como otras veces el interbloque especulaba hasta el final, “esta vez jugaron bien”, según dijo un diputado oficialista en alusión a que comprometieron los votos desde el vamos y lo cumplieron, sabiendo que el Ejecutivo no tenía las manos. 

Y en esto fue vital el papel de conductor que jugó un Sastre más alineado con Arcioni, que participó de muchas de las últimas reuniones del gobierno para presentar el proyecto de zonificación y que incluso durante la marcha de los gremios privados el último lunes pidiendo el debate por la minería, tuvo un gesto valorado en Fontana 50: salió a saludar al dirigente de la Uocra, Mateo Suárez, quien replicó en Puerto Madryn la movilización generada en las rutas 3 y 26 en Comodoro Rivadavia.

NUEVA RELACION

Arcioni y Sastre parecen vivir un nuevo “romance”, aunque en política está clarísimo que nada es definitivo. El cierre de año fue impensado para propios y extraños: el Gobernador se sintió tranquilo como para tomarse dos semanas de licencia y delegar el mando en su Vice. Parece algo normal desde lo institucional, pero es un gesto que tiene un enorme peso político tratándose de estos actores, porque no hubiera podido ocurrir 3 meses atrás. 

Incluso el mandatario lo reconoció en la última entrevista periodística antes de tomarse vacaciones, al admitir que les costó mucho a ambos acomodarse en estos meses y que hubo varios intermediarios de un lado y de otro que “metieron fichas” para alejarlos, pero que sigue apreciando al madrynense como un amigo, a quien le reconoce méritos para mayores aspiraciones políticas.

En este punto del análisis, se abren muchos interrogantes sobre el futuro de esta sociedad política. Hay quienes opinan que Sastre se volvió a acercar al gobernador porque advierte que tomar el espacio de candidato dentro del PJ no va a ser sencillo, y siempre hay que tener una vela prendida en otro lugar. Otros creen que el vicegobernador entendió que no podría aspirar a un futuro político si le va mal al propio gobierno que él integra. ¿Será una simple estrategia momentánea que no puede perdurar? La desconfianza entre ambos persiste, pero al parecer en estos momentos detectaron que les conviene más estar juntos que separados.

Por lo pronto, el último resultado marca que el gobierno había arrancado el 2020 con apenas 7 votos propios, y ahora parece tener 13, con muchas más posibilidades de negociar una mayoría simple con otros bloques. La relación de Leila Lloyd Jones y José Giménez con Arcioni y Sastre parece por el momento imposible. ¿Buscarán cobijo en el bloque del PJ? No surge como la mejor opción teniendo en cuenta el peso que tiene Gustavo Mac Karthy sobre varios diputados. No hay que olvidar que se trata de dos madernistas, y que incluso el mismo intendente de Trelew salió a “bancar” a su diputada, a pesar de que la denuncia lo compromete, ya que afirma que estaba al tanto de supuestos “ofrecimientos” a legisladores pero nunca dijo nada. 

Mientras Sastre recompone su relación con el Ejecutivo, Maderna sumó a su gabinete a un ultra opositor como Norberto Yauhar y quedó posicionado del lado de la diputada que denuncia operaciones. En el gobierno no pueden entender cómo el intendente trelewense no salió a apoyar la ley de zonificación cuando está al frente de una ciudad invadida de pobreza y desempleo. “Algunos intendentes prefieren seguir entregando planes y bolsas de alimento que generar fuentes genuinas de trabajo”, dijo sin dar nombres el gobernador Arcioni en su última aparición periodística, visiblemente molesto.

Se viene un 2021 en el que continuará la crisis económica, seguirá aún la pandemia por un tiempo imposible de determinar, y para colmo de males, será un año electoral. En el transcurso del año se irán develando las respuestas a los interrogantes que plantea la política chubutense, luego de un año absolutamente convulsionado, que tratamos de repasar a grandes rasgos en este espacio. Si hay o no una nueva mayoría oficialista, se podrá ver en la sesión extraordinaria para tratar la creación de la Agencia de Recaudación, que Arcioni dijo que va a convocar en febrero. Luego viene un capítulo muy fuerte, como es la interna con el Poder Judicial, con una reforma que aún no está escrita, pero sí en la cabeza del mandatario que vive una “guerra institucional” con el STJ y los magistrados. Y todavía está pendiente el debate minero, nada más y nada menos. Y desde aquí seguiremos, para contarle al lector todo lo que no se dice de lo que sucede en la trastienda del poder.

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