La última elección que ganó el PJ en Chubut fue en 2011: hace 12 años y tres turnos electorales que viene perdiendo en las urnas, primero a manos del Chusoto y luego de Juntos por el Cambio. El peronismo afronta 2024 con el enorme desafío de ser oposición ante un ambicioso gobernador como Ignacio Torres, y flota una pregunta incómoda: ¿corre el riesgo de dejar de ser una opción real de poder para los chubutenses?

Lo primero que el peronismo tiene el deber de hacer, es encontrar las razones por las cuales se acostumbró a perder, algo que ya no es una novedad ni una casualidad. En Chubut supo ser un partido inexpugnable entre 2003 y 2015, pero el pueblo le viene dando la espalda de manera consecutiva a sus candidatos, en todos los casos comodorenses como Martín Buzzi, Carlos Linares y Juan Pablo Luque.

La tarea de la futura conducción será muy difícil, ya que el PJ necesita una refundación de su estrategia a partir de un nuevo “marketing”, porque ya dejó de ser atractivo. A pesar de haber borrado su sello de las boletas y de haberse presentado en una enorme coalición de partidos con un nombre de fantasía como Arriba Chubut -incluso sumando al partido fundado por Mario Das Neves- el año pasado el justicialismo tampoco pudo “camuflarse”.

Se difundieron las autocríticas de algunas de sus figuras históricas, como José Arrechea y Blas Meza Evans, quienes plantearon dar un paso al costado. Sin embargo, su presidente Carlos Linares, nunca admitió error alguno y hasta analizó la última experiencia como una buena elección. Una especie de “derrota digna” propia de una mentalidad de segundo puesto, perdedora.

“Mantuvimos el municipio de Comodoro” sostiene Linares, y es una dolorosa verdad de mirada corta: la ciudad petrolera sigue siendo el bastión del justicialismo de Chubut, y por algo los últimos presidentes -como su caso y el de Héctor Muttio- así como sus candidatos a gobernador y senador, han sido de allí. Pero el justicialismo retrocede cada vez más en los ámbitos de representación: en las intendencias, en las bancas del Congreso y de la Legislatura, y especialmente, en el sillón de Fontana 50.

La última boleta justicialista.

Por ello, ahora el PJ afronta un punto de inflexión: ¿Va a continuar por el mismo camino, apostando a una visión nostálgica de los chubutenses que quieran volver a los dorados años peronistas? ¿O se va a adaptar a los nuevos tiempos apostando a un cambio de imagen y de estrategia?

Reglas del juego

Antes de hablar de cualquier nombre, lo primero que está empezando a definir la actual conducción del Partido Justicialista por estas horas es cuáles serán las reglas del juego. El mandato de las autoridades vence en marzo, por lo que debe analizarse un criterio de oportunidad.

Lo primero que se está analizando de manera urgente es si llamar a elecciones en dos meses o convocar a un congreso provincial y prorrogar los mandatos por un año más, para llamar a elecciones en diciembre.

Ahí juegan distintas lecturas, porque hay quienes creen que no conviene dar la batalla interna en el actual contexto en el que tanto el gobierno de Javier Milei como el de Ignacio Torres acaban de asumir y -además de contar aún con respaldo popular- aún no llegaron los meses más duros de la realidad económica.

Justamente, en ese caso prima la frase del General Perón “desensillar hasta que aclare”, esperando tiempos más amigables con la oposición, luego de un año de tanto desgaste con 4 elecciones como fue 2023.  Creen dentro de esta tesitura, que la disputa que habrá por las listas a diputado nacional en 2025 va a renovar el espíritu de los militantes, y será un año más propicio para elecciones internas.

Carlos Linares y José Arrechea, presidentes del Consejo y el Congreso del PJ.

Otros opinan que el justicialismo no debe perder más tiempo y comenzar ya mismo con la reconstrucción. Que el armado de una opción real de poder lleva tiempo y ser una propuesta fuerte en 2027 es un trabajo que debe comenzar ya mismo, fijando posiciones opositoras ante la Nación y la Provincia pero que partan de las figuran que han sido legitimadas de manera reciente.

Y aquí entramos en la otra cuestión: hablamos del cuándo, pero además el tema es con qué reglas. Porque si es ya mismo, y la convocatoria es para abril, debe hacerse con la “vieja” carta orgánica que es restrictiva y obliga a un distrito único con candidatos en casi toda la provincia, porque la justicia electoral no avaló las últimas reformas introducidas con un sistema de participación que incluyó votos remotos de manera virtual.

La mayoría coincide en que esta carta orgánica era para otro momento político, y que deben incluirse reformas y hacer al partido más abierto y participativo. Hay consenso en que lo mejor es que cualquier afiliado pueda competir por el consejo de localidad de su pueblo sin tener que armar listas en todos los departamentos.

Sede provincial del PJ en Rawson.

Parece lo más lógico y sensato, aunque en algún momento se haya evitado esto para forzar la unidad a costa de eliminar dolores de cabeza puntuales. Sin embargo, eso hoy no es posible, hasta que no se vuelva a convocar a un nuevo congreso que incluya esos cambios con aval de la justicia electoral.

Por esa razón, ya comenzaron las reuniones y los llamados en distintos puntos de la provincia, para consensuar qué hacer. Si gana la opción de hacer elecciones cuanto antes, las convocaría la Mesa de Conducción para abril con las reglas actuales, y punto. Si se decide esperar, se debería llamar a un congreso, prorrogar mandatos y renovar la carta orgánica, a la espera de un panorama más claro.

Los nombres

Si bien todavía no están claras las reglas del juego para la renovación de autoridades del PJ, igualmente es válido analizar cuáles son los nombres en danza para tomar la posta y conducir los próximos años del peronismo de Chubut. Porque no se trata de inventos, sino de chances reales de figuras que se han ganado con mayor o menor peso sus posibilidades en los últimos años.

Y en este repaso, el primer nombre que está en boca de todos es el actual intendente de Comodoro Rivadavia, Othar Macharashvili. Su estilo componedor, alejado de las fuertes polémicas, hace que no tenga grandes enemigos, y que no encuentre demasiados obstáculos para lograr el consenso.

Quizás este rasgo demasiado pacífico es el que también le juegue en contra a su perfil para conducir el principal partido de la oposición, y no por casualidad, da la sensación de que es el nombre más “cómodo” para la gestión provincial de Ignacio Torres. Si el PJ necesita recobrar protagonismo ¿es Othar el nombre que más le conviene en estos momentos? Es lo que se pregunta más de uno.

Othar Macharashvili.

Conduce el principal municipio de Chubut, lo que le da hándicap desde el vamos. Pero la gestión municipal no se ve nada sencilla, en un contexto provincial y nacional adverso, y con un armado del gabinete que genera rispideces en las relaciones con el empresariado local, como la presencia del asesor letrado Miguel Criado Arrieta.

Othar quiere, le seduce y mucho conducir el PJ, aunque públicamente aún no lo transparente. Pero prefiere por ahora apostar a un armado silencioso, y que su nombre aparezca como el producto de la unidad de esta carta orgánica chapada a la antigua. Apuesta a la “rosca” y su objetivo es armar una lista única, sin contiendas y cruces mediáticos, para luego en la elección de los consejeros, convertirse en la figura del consenso.

Hasta ahora no le está yendo mal, y se sabe que cuenta en principio con el apoyo desde Puerto Madryn de figuras como los mellizos Gustavo y Ricardo Sastre. Si su figura se impone, es probable que no haya armados que le disputen nada, como amagan por el momento figuras como Miguel “Cone” Díaz o Fabricio Petrakosky.

La opción joven

La otra opción, aunque no necesariamente opuesta a la anterior, pero si como alternativa paralela, es lograr esa lista de unidad con la inclusión de las nuevas figuras que se posicionaron en los distintos municipios. Además de Othar, allí pueden representar a dada departamento nombres que algunos dieron en llamar “La liga sub 40”.

Allí aparecen nombres como Juan Manuel Peralta en la cordillera (de prometedora elección local), junto al intendente de Trevelin Héctor Ingram; y ya en el valle, el diputado Emanuel Coliñir (instalado como nueva figura del PJ en Trelew), la capitalina Paula Morale, y especialmente, el tres veces consecutivas intendente de Dolavon, Dante Bowen.

Validado en las urnas por tercera vez consecutiva, el “colorado” dolavense es una figura que seduce a cierto sector del partido porque tiene la misma edad que Ignacio Torres, una lengua más picante, y un municipio ordenado que no depende de la mano provincial, lo que le da independencia.

El entorno de Bowen afirma que no tiene problemas con Macharashvili, con quien aceptará una conducción integrada en una Mesa Provincial, pero que de todos modos estaría “poroteando” con otras figuras del valle que lo impulsan, por lo que podría dar pelea luego en el Consejo Provincial.

Aquí surge un dilema de perfiles: Bowen se sale de la vaina por armar una candidatura a gobernador en 2027, algo que Othar no tiene en sus planes, ya que se siente cómodo en el ámbito local. Es un tema de ambiciones, y de edad: hay que recordar que los chubutenses vienen votando tres veces seguidas a Torres, quien fue validado en las urnas a los 31, a los 33 y a los 35 años.

Dante Bowen, intendente de Dolavon.

El factor juventud parece un dato no menor a la hora de hablar de renovación: el actual gobernador impone la agenda, con su modo relajado de estar en actos oficiales de remera y zapatillas, y una enorme ambición de poder con “transversalidad” con un gabinete plagado de peronistas y el proyecto de un partido provincial propio.

Torres asoma como una especie de pac-man dispuesto a deglutirse todo lo que se ponga a su paso, como de alguna manera hizo con la UCR, a quienes venció en las urnas, y luego los puso de socios menores, con pocos espacios de poder. En esa línea, no para de buscar acuerdos con figuras del PJ, y -con un estilo que hace acordar mucho a Mario Das Neves- planea una especie de “partido único”.

Luque y la “bolilla negra”

El cruce de información entre todas las figuras del peronismo consultadas por esta columna, deja la sensación de que el último candidato a gobernador, Juan Pablo Luque, es el nombre que despierta mayor polémica, lo que es una muestra de que los resabios de la última campaña electoral perdedora dejaron muchos heridos en el camino.

Algunos consideraban a Luque como el candidato “natural” a presidir la oposición, por haber sido quien encabezó la última lista provincial que salió segunda a 3 mil votos de diferencia. Algo como lo que logró Linares luego de la campaña de 2019, quien si bien no logró demasiado éxito en la gestión del partido, sí le fue bien a título personal, donde impuso su candidatura a senador que le otorgó una banca por 6 años.

Sin embargo, el único que hasta el momento salió a tirar su nombre públicamente fue Christian Blotta, y allí quedó el intento. Por lo bajo, la gran mayoría reconoce que no habría consenso en su figura, que con seguridad despertaría una interna feroz en el partido, algo que nadie quiere.

Juan Pablo Luque.

Luque sabe que hay varios que “lo están esperando” y asegura a quien le consulte que por ahora esta quieto, que no le desvive la cuestión partidaria y que está concentrado en su Fundación “Misión Atlántico”. Sin lugares de institucionales poder, desprovisto de toda coraza, el ex intendente comodorense apuesta a armarse de un combo de medios de comunicación digitales donde salir a fijar postura y poder atacar las políticas nacionales y provinciales cuando considere oportuno.

Despotrica contra la conducción del PJ, a la que ve símbolo del “atraso” y contra sus ex socios de la campaña, a quienes ve como una “banda de mercenarios” que se desviven por un sueldito en la función pública, en clara alusión a todos los que se fueron con Ignacio Torres.

El ex candidato peronista a gobernador sabe que hay una clara corriente que propone a Othar para conducir el PJ y afirma que no le interesa dar esa batalla para dividir a Comodoro. Lo que muchos se preguntan es si Luque se baja de la pelea porque no le interesa o porque sabe que no le da la nafta. Mientras tanto, hay quienes le proponen abrirse por afuera con un partido provincial, y hablan de empezar a juntar avales en la justicia. La duda que esto dejaría es ¿qué dirigentes se sumarían a esa movida solitaria?

Lo que tampoco se puede obviar a esta altura, es que hay un frente judicial latente que amenaza la figura de Luque de manera permanente. El Ministerio Público Fiscal tiene sobre la mesa toda la documentación que firmó como intendente que otorga adelantos de obra, al menos en un par de casos cuestionables, a la empresa Fabri de la familia Cardini.

Se trata de contratos de acuíferos y reservorios que no han avanzado y por los que se pagaron varios millones de pesos. Algo que el gobernador Torres y su ministro Héctor Iturrioz han planteado varias veces. Y donde el actual intendente Macharashvili podría tener un rol clave en el aporte de información. No parece el mejor contexto político-judicial para que Luque asome la cabeza.

Tarea compleja

Para el cierre, ya analizadas todas las opciones y especulaciones que se irán develando en las próximas semanas, resta decir que la próxima conducción del peronismo tiene una tarea enorme: enfrentar a un gobierno provincial que tiene un contexto económico muy difícil, pero una conducción política firme y unificada, por ahora sin grietas.

Torres podrá enfrentar problemas de gestión, y quizás tenga que decidir pronto cambios en su gabinete, pero nadie duda que su liderazgo en el espacio es pleno y no se discute. Se lo ve muy firme con los intendentes y con un bloque de diputados que le responde con todas las manos, al tiempo que mantiene un alto protagonismo a nivel nacional en apariciones mediáticas como vocero de sus pares gobernadores.

No va a ser sencillo para el justicialismo pararse frente a Torres por el momento, aunque es cierto que aún es muy pronto y todavía no llegaron los momentos más duros como puede ocurrir en marzo. ¿Qué figura del PJ está en condiciones de bajar línea al heterogéneo bloque de diputados de Arriba Chubut en la Legislatura? La respuesta es fácil: nadie.

Con los libertarios todavía buscando su perfil local, y cierto foco de la izquierda tirando bombas desde una banca, el justicialismo es claramente el principal partido de la oposición y el único que parece poder desafiar a Ignacio Torres. Pero previamente debe resolver su identidad y acordar una estrategia, en un contexto de caciques territoriales muy diverso.

Bloque de Arriba Chubut en la Legislatura.

El peronismo de Chubut adolece de lo que le sobra al gobierno de Torres: liderazgo y conducción. Para organizarse y ser competitivo, debe salirse del actual contexto de pases de factura y disputas internas, si quiere volver al poder. El gobernador lo sabe, y mete fichas todo el tiempo para dividir.

Cómo resolverá el PJ sus nuevas autoridades es el primer paso a determinar: cuándo, con qué reglas, y con qué nombres. La oposición está en medio de un rompecabezas muy difícil. Un puzzle de 1.000 piezas por ahora todas arriba de la mesa desparramadas.  ¿Habrá alguien capaz de ordemarlas?

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