La lupa sobre Trelew: más orden y prolijidad, pero a la espera del salto de calidad que le devuelva el liderazgo de otros tiempos
El intendente Gerardo Merino aún trabaja en acomodar el descalabro recibido. A la inversión provincial en seguridad, se le agregó orden administrativo, manteniendo la estructura de contención social heredada del madernismo. Pero aún faltan las inversiones privadas que reactiven el movimiento económico. Con la llegada de Florencia Papaiani al gobierno, sólo quedan en el horizonte dos figuras opositoras: Emanuel Coliñir y Federico Massoni.
El peso político de la ciudad de Trelew siempre fue fundamental dentro de Chubut: cuna de la mayoría de los grandes líderes provinciales, luego de un período en el que quedó en segundo plano, volvió a tomar envergadura con la llegada del gobernador Ignacio Torres al poder: fue en su ciudad donde comenzó su carrera a la gobernación, cuando su candidato ganó una interna en elecciones anticipadas, que fueron su primer escalón hacia Fontana 50.
Trelew le dio un fuerte respaldo a su joven estrella para conducir la provincia en tándem con su nueva figura para la intendencia, como fue Gerardo Merino, con lo que el radicalismo recuperó el municipio después de cinco mandatos del justicialismo. El último intendente de la UCR había sido José Gatica, vencido en 2003 por Horacio Gómez, quien finalmente renunció a los 8 meses. Luego le siguieron Gustavo Mac Karthy -dos mandatos-, Máximo Pérez Catán, y por último las dos gestiones de Adrián Maderna.
Torres y Merino consiguieron en las dos contiendas electorales de 2023, amplios triunfos entre los vecinos trelewenses, generando una expectativa de que un gobierno local alineado con el provincial iba a permitir a la ciudad recuperar el aura de éxito de épocas ya perdidas en el tiempo.
Golpeada por la inseguridad, la pobreza y la desocupación, Trelew vio venirse abajo en los últimos 8 años, todos los parámetros que en otros tiempos la habían convertido en la más progresista del sur argentino. Como un paciente psiquiátrico, la ciudad había caído en una profunda depresión, y necesitaba un fuerte golpe de autoestima para salir del pozo.
La gestión de Adrián Maderna, enfocada en el clientelismo y los planes sociales, en medio de cierre de empresas y una feroz pelea política con el gobierno del comodorense Mariano Arcioni, dejó la vara tan baja, que hoy cualquier tipo de comparación arroja resultados positivos. La gran pregunta es si a la ciudad le alcanza con una nueva gestión que ordena las cuentas, reorganiza el personal y denuncia negociados anteriores.
Nadie discute que es un buen punto de partida, en un contexto nacional que tampoco ayuda para nada, pero aún está lejos de verse la luz al final del túnel: el gran desafío que tendrán Torres y Merino después de cuatro años para que los vecinos vuelvan a acompañarlos, será haber reconvertido el perfil de la ciudad.
Vaso medio lleno
Pasados 7 meses de su llegada al poder, Gerardo Merino aún sigue abocado 100 % a ordenar el municipio: la tarea de depurar personal -se sacaron a muchos “empleados” que nadie sabía que función cumplían-, reorganizar un organigrama que era inexistente, y cambiar la cara a las oficinas, le insume buena parte del tiempo.
Tiene la suerte de que conduce una ciudad que siempre recaudó muy bien y que, si hay austeridad y prolijidad, puede administrarse para los gastos corrientes básicos con el pago de impuestos de los contribuyentes.
Incluso esa recaudación se logró optimizar: había áreas que no recaudaban porque el personal trabajaba a media máquina o directamente estaba de paro. Hubo que poner en marcha toda la maquinaria de controles, que requiere papeleo y burocracia, para optimizar la recaudación.
Un trabajo que costó además porque los cuadros del radicalismo no estaban en el poder hace 20 años. Algunas falencias en el diseño de herramientas administrativas se notaron al elevar algunos temas al Concejo Deliberante, pero se trata de errores lógicos de inexperiencia de un equipo nuevo.
En materia de servicios públicos, hubo un punto positivo: se logró un acuerdo con la firma El 22 que tiene la concesión del transporte urbano y reclamaba una suma superior a $ 2 mil millones. Con el pago de un tercio de esa cifra, unos 700 millones en cuotas, se destrabó un problema que tuvo a la ciudad en vilo en los últimos años.
Pero el subsidio nacional de transporte está cortado y se sabe que será necesaria una actualización de tarifas del boleto de los colectivos, como ocurre con la recolección de residuos y con la Cooperativa Eléctrica, que sigue aplicando un sistema de equilibrio de costos en la factura que está en la mira: Merino espera el resultado de la auditoría para sentarse a renegociar la concesión.
Hay consenso en que la nueva gestión busca una impronta con una imagen de mayor orden que se nota de manera visual con dos ejemplos: las oficinas están más lindas -son más amigables a empleados y usuarios- y se volvió a disfrutar el último 25 de mayo de un desfile cívico militar en el centro como no ocurría hace años.
Son aciertos que pueden parecer obvios a cualquier ciudad normal, lo mínimo indispensable de una gestión, pero era algo de lo que Trelew adolecía. Se venía de años de caos y el cambio se nota, pero eso no quiere decir que sea suficiente.
Una estructura que se mantiene
Muchos se preguntaban cuando llegó el nuevo gobierno de Merino, cómo se iba a desmembrar el aparato clientelista que estaba montado hace años y que mantenía a una estructura de beneficiarios que de un día para el otro se iban a quedar sin ingresos. Hablamos de la base electoral que mantuvo ocho años a Maderna en el poder, un nudo indescifrable de compromisos del que no había datos concretos y que, sin el líder, quedó prendido de un alfiler.
Pasados siete meses, la bomba social no explotó, y hay razones. Alguna explicación es común a todo el país, y se enmarca en la tolerancia social de la gente que está dispuesta a aguantar la caída de sus ingresos apostando a una economía nacional que espera de el salto en algún momento.
Pero hay otra razón evidente, y es que buena parte de los planes y becas que existían se mantienen, tanto a nivel municipal como provincial. y en este caso, es clave el rol que cumple una figura que conoce como pocos el entramado de Trelew, y que trabajó a la par de Maderna primero, y luego se insertó en el riñón del “nachismo”: el subsecretario de Desarrollo Social de la provincia, Juan Pablo Tracamilla.
Intocable para el gobierno de Torres, el subsecretario se ocupa -no de manera coordinada, sino independiente del municipio- de que no explote todo el sistema clientelar dejado por el madernismo: sigue habiendo atención y los referentes barriales siguen recurriendo a la contención de alguien que conoce el terreno.
Al mismo tiempo, la funcionaria del área social local, Carola Cordón, se ocupa de coordinar la entrega de bolsones de comida, cubriendo parte de la demanda. También es cierto que las nuevas autoridades tuvieron que ponerse a cara de perro con algunos personajes -muchos con antecedentes penales- que estaban acostumbrados a acceder a la municipalidad.
Ante situaciones que se salieron de cauce -aunque eran lo normal antes- con actitudes patoteras de patear puertas y realizar amenazas, hubo que recurrir a denuncias policiales que derivaron en prohibiciones de acercamiento, por lo que la situación está a raya de manera momentánea.
A esto se suman las investigaciones judiciales que comenzaron con las compras de alimentos, conocidas como Pollos de Papel, luego siguieron con las sospechas de malversación de materiales del área social que estaban en la casa de funcionarios, y sumaron un nuevo capítulo con la venta de áridos de la cantera municipal, conocida como Tierra Arrasada.
Lo que aún queda resolver es la autorización en el Concejo Deliberante para que el MTE, el Movimiento de Trabajadores Excluidos que conduce en la zona Miguel Prudente con la coordinación nacional de Juan Grabois, pueda ejecutar el proyecto de construir una nave en la zona norte para ordenar la cuestión de los manteros y los puestos de la Laguna Chiquichano.
Se trata de fondos por 600 millones de pesos que ya habían sido girados por Nación antes del recorte de Javier Milei, y que en un primer momento tenía una autorización de un comodato por 20 años con una superficie mayor que fue vetada por la gestión de Merino, pero que ahora se busca que no se pierdan y que al menos se haga una parte.
El tema genera rispidez en el Concejo Deliberante, ya que necesita mayoría especial de 7 votos y no tiene siquiera todo el apoyo en el bloque oficialista, donde por ejemplo la presidenta del cuerpo, Claudia Monají, no está dispuesta a acompañar por la lucha en contra que siguió desde siempre a través de la Cámara de Comercio.
Apoyo provincial
Así como Tracamilla realiza un trabajo fino desde provincia en la contención social, hay que mencionar la gran inversión que la gestión de Torres puso en Trelew en materia de seguridad, uno de los grandes problemas de larga data, que en la campaña electoral se prometió que era lo más urgente a resolver.
De la mano del ministro Héctor Iturrioz, se logró el acuerdo de la Legislatura para aprobar el Comando Unificado para que las fuerzas federales ayuden en el patrullaje y la prevención, y se logró desmembrar una de las bandas delictivas más peligrosas de la zona, que se dedicaba al robo de vehículos. La situación está aún lejos de ser óptima, pero hay consenso en que los índices de delincuencia bajaron.
La reciente decisión de Torres de designar a la trelewense Florencia Papaiani en Desarrollo Humano, también apunta los cañones a paliar con recursos y asistencia la dura situación social de la ciudad, que sufre índices alarmantes de pobreza y desocupación.
Lo que en un primer momento se pensó que podía hacer “ruido” desde lo político, porque se trata de una figura proveniente del peronismo que puede hacer sombra a un intendente radical, rápidamente quedó descartado. En las charlas previas se dejó en claro que Papaiani va a trabajar siempre coordinando con Merino, quien tiene el control territorial.
La nueva ministra no viene con aspiraciones de intendencia, una discusión que por ahora quedó en el pasado, sino que todo el espacio político del Frente Peronista, que conduce el ex intendente Gustavo Mac Karthy, ya informó al mismo Merino que harán una oposición responsable (tienen la banca de la concejal Belén Baskovc) pero que no buscan quitarle su lugar.
A esta inversión en el área social y de seguridad, se suma el equipamiento para poner en marcha el nuevo hospital de alta complejidad, que seguramente será un crecimiento en materia de servicios para la ciudad. Trelew se convertirá en un centro regional, incluyendo a buena parte de la Patagonia, en materia sanitaria. Pero todo lo repasado, sigue siendo inversión estatal, y aún poco se sabe de aportes privados.
Mirada a futuro
La semana terminó con un anuncio promisorio de parte del intendente Merino: la inminente firma con Interpuertos, la empresa santafecina de logística, que vendría a realizar una inversión en el proyecto de la Central de Cargas, ubicado a la vera de la ruta 3 en el acceso norte a la ciudad, frente al aeropuerto.
La idea es promisoria pero aún incipiente, y hay muchas incógnitas: se desconoce la figura legal que se utilizará -fideicomiso, consorcio o sociedad estatal-, y quién hará la enorme inversión para instalar allí los servicios.
El objetivo es volver a posicionar a Trelew desde su histórica fortaleza, que es su ubicación estratégica: en el medio de la Patagonia, a mitad de camino entre Ushuaia y Buenos Aires, y con un aeropuerto en frente que permite exportar, más un Mercado Concentrador a pocos pasos.
La última nevada que cerró la ruta hacia el sur y dejó varados a 300 camiones, mostró la necesidad de un área de servicios de este tipo. Pero más allá de las declaraciones de los funcionarios, está claro que la inversión privada que se necesita es enorme y se necesita atraer al capital mostrando a Trelew como una ciudad segura, previsible, y estable.
Si a esto se le suma la idea que gestiona ante Nación el gobernador Ignacio Torres, de instalar una subzona franca, podría convertir a la ciudad también en un incentivo desde sus beneficios impositivos. Pero todo depende en última instancia de gestiones políticas que no siguen los tiempos que la ciudad necesita de manera inmediata.
Por otro lado, Merino sigue insistiendo con lograr la aprobación de una ampliación del ejido de la ciudad hacia el mar, porque habría interés de parte de inversores hoteleros en un complejo cercano a la costa. Pero la idea ha despertado recelo en intendentes vecinos y todavía no se avizora un acuerdo que pueda replicarse en Legislatura, o al menos, demorará aún varios meses.
Hasta aquí, son los únicos proyectos que hablan de la perspectiva de la ciudad hacia el futuro. Las ideas no son malas, pero parecen pocas y lejanas, ante una necesidad imperiosa de salir del pozo y volver a reactivar el centro comercial y generar puestos de trabajo genuinos.
Importancia política
El repaso de lo hecho en Trelew en 7 meses muestra mayor orden y un incremento de la inversión provincial, que hay que decir que era muy baja en el período anterior. Como hechos objetivos, se nota la leve mejoría en seguridad y el aumento en la recaudación con un ordenamiento administrativo.
Como hechos promisorios, se ve la cercana inauguración del nuevo hospital, y los anuncios en materia de posibles inversiones en la central de cargas, así como la idea de una ampliación de ejido con inversiones turísticas.
¿Puede Merino mantener el respaldo popular solamente con un municipio ordenado? Parece difícil, porque la expectativa inicial fue muy grande. Los que quieran ver el vaso medio lleno, se conformarán con los avances respecto a la gestión Maderna. Los que vean la mitad vacía, dirán que no alcanza, y que a la ciudad le hace falta inyección de fondos privados hace años y no puede esperar más.
La desocupación y la pobreza son dos problemas latentes que se mantienen: no se fueron y pueden generar un problema social en cualquier momento, porque si bien hay una gran masa de vecinos contenida, sólo podrán salir de esa situación si se generan puestos de trabajo.
Torres sabe que Trelew fue un pilar de su triunfo y que no puede dejar a Merino librado a su suerte, por lo que va a seguir apuntando sus recursos a la ciudad, aunque no puede descuidar al resto de las localidades. El actual intendente no parece tener por el momento figuras que puedan hacerle sombra a futuro, aunque asoman dos nombres.
Por un lado, hay uno muy conocido al que no le fue bien en sus experiencias electorales, pero que sigue adelante con sus proyectos políticos. Es el ex ministro de Seguridad, Federico Massoni, quien tiene diálogo con referentes de La Libertad Avanza y también mantiene charlas con figuras del PJ. Días atrás volvió a hacerse ver al representar como abogado defensor de uno de los imputados en la causa de venta de áridos de la cantera municipal.
El otro es el diputado de Arriba Chubut, Emanuel Coliñir, la figura justicialista que quedó mejor parada en la última elección municipal y que mantiene vivo su proyecto, de la mano de un desempeño legislativo que le da protagonismo y que lo ubica como uno de los legisladores más lúcidos de la actual Cámara. Tiene a favor su juventud y “cero desgaste”, y en contra, que pertenece a un espacio que hoy pasa su peor momento, como es el kirchnerismo.
Claro que aún faltan tres años para esa nueva contienda, lo que es una enormidad, y un lapso considerable para que Torres y Merino puedan desplegar todas sus estrategias para sacar a la ciudad del pozo en el que entró en la última década. No será una tarea fácil, porque al menos en 2024, el contexto macroeconómico no ayudó para nada. Pero es el compromiso electoral asumido ante una ciudad que fue el bastión para que el valle recupere el protagonismo político perdido.