Máxima tensión entre Arcioni y Torres pone en duda una transición ordenada: amenazas de auditorías y futuras denuncias ante las demoras en la convocatoria
Ya pasaron tres semanas de las elecciones provinciales y aún no se produjo un encuentro entre el gobernador saliente y el electo. Torres cree que Arcioni está dilatando el proceso y amaga con complicarle la vida en la Legislatura y con ir a fondo en el examen de números, licitaciones e ingresos.
Apenas 48 horas después de la elección que ungió como nuevo gobernador de Santa Cruz a Claudio Vidal, en la vecina provincia se vio la foto del ganador junto a la mandataria saliente, Alicia Kirchner, con anuncios de inicio inmediato de transición. Es la imagen que aún en Chubut, a tres semanas de las elecciones que dieron el triunfo a Ignacio Torres, no se pudo ver: todavía no hay fecha, ni hora, ni lugar para el primer encuentro con Mariano Arcioni.
Más allá de un tibio llamado telefónico -el día después de los comicios-, que hayan pasado más de 20 días sin un contacto formal es algo que no tiene justificación. A juzgar por las furibundas apariciones mediáticas de Torres en las últimas horas, lo atribuye a una intencionalidad manifiesta de Arcioni de no querer sentarse a dialogar y de dilatar un proceso que debería ser natural.
“No pretendemos cogobernar” aclaró Torres por las dudas cada vez que se refirió al tema, pero puntualizó que busca -más allá de conocer de primera mano los números de la provincia que va a recibir- establecer una serie de acuerdos de medidas que deberían ser evitadas, especialmente aquellas que puedan comprometer el presupuesto del futuro gobierno.
De hecho, Torres asumirá el 10 de diciembre, y se supone que la Legislatura -de acuerdo a la Constitución- ya debería tener en su poder el Presupuesto 2024. ¿Quién lo va a elaborar? Una opción es que lo haga el gobierno que se va, acordando pautas con el que llega, que es quien lo va a ejecutar. La otra alternativa, es que directamente se reconduzca el actual, y que en marzo la Cámara trate uno elaborado por el nuevo gobierno.
Son los problemas típicos de la transición: el actual gobierno tiene mandato hasta el 10 de diciembre, por lo que detenta el poder institucional; pero el poder real, el electorado se lo dio a la oposición, por lo que es Nacho Torres quien tiene la sartén por el mango en los hechos. Por algo su celular no para de sonar y de recibir mensajes de muchos de los actuales funcionarios y diputados que se ponen a su disposición.
Por estas horas, proliferan los “amigos del campeón”: tiemblan los juramentos y lealtades de otros tiempos, y no son pocos los que rápidamente pegan el salto y se ponen la camiseta “amarilla” como si hubieran sido nachistas de toda la vida. Nada que no se haya visto antes y que se va a seguir repetiendo eternamente en estos casos.
Puntos en disputa
El mensaje que parece dar Torres es una especie de “ultimátum” a la actual gestión de Arcioni, que podría expresarse así: o me convocan ya y me dan todo lo que pido –por las buenas- o me van a obligar a auditar todo lo que firmen y a denunciar todas las últimas licitaciones e ingresos de personal –por las malas-.
Las expresiones públicas que hizo el gobernador electo en los últimos días, marcaron un cambio de tono fuerte: ya habla de “boicot” a la transición, y de posibles “choreos” en la obra pública, términos que se salieron de la mesura que venía siendo habitual previamente.
Da la sensación de que a Torres se le acabó la paciencia, y está dejando trascender una serie de rumores con datos extraoficiales que le llueven a montones. Marcó especialmente dos: que el gobierno está apurándose a contratar a empresas “amigas” para adjudicar licitaciones antes de dejar el poder; y que está dejando un tendal de designaciones de colaboradores y simpatizantes en diferentes puestos de la administración pública.
Respecto a las licitaciones, Torres apuntó al interconectado Garayalde-Camarones, así como al dragado del puerto de Comodoro Rivadavia, y habló de un proceso de compra millonaria de medicamentos para los próximos 4 años por parte del directorio del ISSyS para la obra social Seros.
Sobre los ingresos de personal, advirtió que quizás paguen “justos por pecadores, aunque vamos a ver casos particulares”, y volvió a recalcar “vamos a pedir una auditoría integral y un censo para saber quién trabaja y quién no, algo que ya lo hablamos con los gremios”.
Arcioni salió a responder, aunque no a título personal, sino a través de su mano derecha en el gabinete, el ministro de Gobierno, Cristian Ayala. El funcionario acusó a Torres de continuar en el tono de difamación propio de la campaña electoral, y de no respetar el período constitucional, recordándole que la actual gestión tiene vigencia hasta el 10 de diciembre.
Ayala dijo -en nombre del gobernador- que esta gestión no sólo no aumentó el plantel de personal, sino que lo disminuyó. Y que los últimos ingresos a planta no son de nuevos empleados, sino el blanqueo de miles de personas que venían trabajando hace años de manera provisoria y sin estabilidad.
No pudo hablar de una fecha concreta de reunión porque depende de su jefe, el gobernador Arcioni, pero Ayala envió a Torres un mensaje de que calme la ansiedad, porque la convocatoria es inminente y va a suceder más temprano que tarde. “A mí nadie del nuevo gobierno me llamó para pedirme nada”, dijo el ministro, aunque está claro que antes deberían ser los dos líderes los que designen a sus interlocutores, para darle seriedad al proceso.
Es evidente que hay un teléfono descompuesto, y que el diálogo está cortado, o más bien, nunca existió todavía. Las próximas horas serán claves para ver si baja la espuma o si aumenta la tensión. En este último caso, Torres está amagando con algunas herramientas de último recurso: una de ellas, es empezar a poner trabas ya mismo en la actual Legislatura.
Amagues y chicanas
En las campañas electorales de 2019, 2021 y 2023, Torres demostró ser un orador punzante. Tiene habilidad a la hora de declarar usando su lengua filosa y poner el dedo en la llaga, donde más duele. En este caso, buscando presionar y lograr su objetivo, atacó a Arcioni en dos flancos débiles: puso en duda las lealtades tanto de algunos de sus ministros como de sus diputados.
Dio a entender que -por lo bajo y traicionando a su jefe-, hay colaboradores que hablan con él y le cuentan lo que pasa. Acusó a Arcioni de “boicotear la transición con algunos ministros, que de buena voluntad quisieron llamar y poner a disposición toda la información”, y reconoció que “hay muy buena predisposición por parte del 90% de los Ministerios”, e incluso sostuvo que “de manera espontánea, Contaduría General, pusieron a disposición la información”.
Pero dijo que “hay una bajada de línea del propio gobernador, literalmente dicho por uno de sus propios ministros: muchachos ingresen todo lo que quieran, liciten, a mí no me ayudaron ni los propios, no tenemos ningún compromiso”.
A ese golpe duro producto de una filtración, agregó que “los diputados, incluso oficialistas, manifestaron el acompañamiento y la decisión de tener una reunión”. Con esto último, Torres está agregando una vía más de presión: además de sostener que hay “topos” en el gabinete, da a entender que los diputados actuales ya se están pasando a su bando, y que puede hacer daño.
Quizás en este punto, Torres esté exagerando, y amagando con cartas que aún no tiene en el número que haría falta, por ejemplo, para trabar un quórum, que es de 14 bancas. Pero con seguridad cuenta con los 4 diputados del bloque madernista, más los dos petroleros de “Loma” Ávila, y la comodorense Andrea Aguilera -la única radical que sigue otros cuatro años-. Es decir que, de no tener ninguno, hoy tiene 7 seguros (la cuarta parte de la Cámara) y está recibiendo mensajes de varios otros.
Sólo con llegar a un acuerdo con Ricardo Sastre (maneja a 4) y tener charlas con otros 3 peronistas (que tienen el teléfono abierto), Torres podría lograr una mayoría ya mismo. Sale a decirlo públicamente como una amenaza, que hoy es incumplible de manera inmediata, pero no imposible. Hay operadores de su entorno que están llamando al bloque oficialista y ofreciendo acuerdos a futuro.
Arcioni viene de castigar muy duro a la actual Cámara, cuando dijo en junio que tenía 10 puntos para convocar a una sesión urgente porque no podían estar tanto tiempo de vacaciones. Es sabido que el comentario no cayó muy bien entre los propios y cabe preguntarse: ¿cuánto puede durar la lealtad en tiempos tan difícil y con futuros laborales inciertos?
La biblia dice que hasta Pedro negó a Jesús tres veces antes de que cantara el gallo. De esa volatilidad se agarra Torres para amenazar al gobierno: ministros sin garantía laboral que filtran información, y diputados a la buena de dios, disgustados y sin conducción. Todo junto, conforma un combo que un hábil negociador no va a dejar pasar, y que puede ser caldo de cultivo para una transición complicada.
Quizás esta semana Arcioni ponga paños fríos y convoque a un encuentro. La pelota está de su lado, mientras aún tiene por delante una difícil campaña electoral hasta el 22 de octubre para trabajar por la candidatura de Sergio Massa. La transición en Chubut debería darse lo antes posible de manera civilizada. La provincia no está en condiciones de soportar una guerra política innecesaria.