Primera definición que en breve vamos a explicar en detalle: hay datos objetivos que ubican a la actual Legislatura en un nivel superior a sus antecesoras, al menos a las de los gobiernos de Martín Buzzi, tercero de Mario Das Neves, y ni hablar la última de Mariano Arcioni. Esta Cámara de Diputados es mejor en calidad de debate, volumen de trabajo, y elaboración e importancia de temas, aunque eso no significa que todavía no tenga cuentas pendientes, especialmente en materia de transparencia.  

Después de un verano intenso y ya en pleno período ordinario, cuatro meses es un período prudente para sacar algunas conclusiones del trabajo de los legisladores que asumieron el pasado 9 de diciembre. El balance no depende sólo de ellos, sino también del vínculo con el Poder Ejecutivo, con dos actores claves que son el vicegobernador Gustavo Menna y el ministro Andrés Meiszner.

Un análisis del Poder Legislativo debe comenzar necesariamente por el vínculo entre el gobernador y su vice, una relación que suele ser compleja, rodeada habitualmente de lucha de egos mezclada con desconfianza. Hay sobrados ejemplos de divorcios de este tipo a nivel nacional: Chacho Álvarez con De La Rúa, Cobos con Cristina, la misma Cristina con Alberto Fernández, por citar algunos.

Ignacio Torres habla a los diputados mientras Menna lo escucha atentamente.

En Chubut, la historia reciente (para no ir más atrás con la “traición” de Cosentino a Perl, o la interna silenciosa entre Lizurume y Gil), muestra diferentes modelos de convivencia: Mario Das Neves siempre eligió bien a sus vices -ni Vargas ni Arcioni lo desafiaron ni obstaculizaron-, y en cambio fueron más traumáticos los casos Buzzi-Mac Karthy y Arcioni-Sastre.

En el caso de la dupla Ignacio Torres y Gustavo Menna, la relación es óptima. Hay respeto del gobernador a la historia política y la experiencia de su vicegobernador, quien de todos modos acata el liderazgo y no busca competir. En cuatro meses se notó un marcado protagonismo de presidente de la Legislatura, especialmente en los momentos más duros con el gobierno nacional de Javier Milei, donde fue una de las voces cantantes.

Torres le da a su vice la potestad de manejar políticamente la Legislatura, porque sabe que tiene ascendencia sobre la mayoría del bloque oficialista, y un background legislativo que todos respetan. Siente que le “suma” y se apoya en su figura, que incluso está cerca de convertirse en el próximo presidente de uno de los partidos de la alianza de gobierno, como es la UCR. Sería un negocio redondo.

Que el presidente del Poder Legislativo, que es quien toma las decisiones administrativas y conduce las sesiones, tenga un rol protagónico en el gobierno y sea la voz del gobernador, le da coherencia a una Legislatura que además tiene un bloque de la mayoría alineado y cohesionado. En aras de la gobernabilidad, se nota más orden en una provincia que venía de años de escándalo en internas en el seno mismo del poder.

Luchas de poder

De acuerdo a la estructura de la Constitución de Chubut, el reparto de las 27 bancas le da mucho más de la mitad -un total de 16- a la lista más votada. No se trata de algo proporcional, como sería el D´Hont, sino que la boleta que gana por un voto se queda con el 60 %. Lo habitual era que la mayoría legislativa fuera del color del gobernador, salvo que existiera mucho corte de boleta.

La mirada del convencional constituyente tiene un criterio de gobernabilidad. Sin embargo, esta provincia en su historia reciente muestra un resquebrajamiento de este orden en la Legislatura, que se ha pagado caro en el funcionamiento y en el nivel de desarrollo de temas.

Se venía de una mayoría absoluta y muy peligrosa -para el control de poderes- en la segunda gestión de Das Neves en 2007, con un bloque “satélite” como el Provech que aseguraba 22 votos. Luego esto se partió con la llegada del Nuevo Espacio Peronista y la división dasnevismo-kirchnerismo.

En la práctica, Buzzi fue electo en 2011 con un bloque mayoritario de otra lista, que era del FPV, y tuvo enormes problemas de convivencia al comienzo. Cuando logró ordenar, apareció nuevamente Das Neves en 2013 y le dinamitó el bloque, como se vio en el fallido juicio político a Alejandro Panizzi.

Gobernadores: Das Neves, Buzzi y Arcioni.

Esto volvió a darse en 2015, con Das Neves gobernador y una Legislatura de mayoría opositora, que empezó a partirse en pedazos. De aquella época data la ley (¿la peor en la historia de Chubut?) del endeudamiento del Bocade por 650 millones de dólares, con un porcentaje de autorización para gastos corrientes a los municipios. Una vergüenza que aquellos diputados permitieron y que la provincia va a pagar por mucho tiempo.

Y sin dudas la Legislatura más pobre de todas en trabajo fue la última, en la que Mariano Arcioni ganó con un bloque propio que se partió de entrada, por su interna con Ricardo Sastre y Adrián Maderna. En una provincia fundida, en medio de la pandemia, y con amenazas de juicios de destitución, el resultado fue una Cámara con mínimo trabajo, y bajísimo tratamiento de leyes.

A partir de 2020, proliferaron los DNU y la suspensión de sesiones sin previo aviso sin que a nadie le molestara, impulsadas desde un Ejecutivo que sabía que le convenía una Legislatura ausente, porque era el foco de las denuncias de la oposición. 

El resultado fue un trabajo legislativo magro, paupérrimo, con un último año para el olvido, y hábitos increíbles, como tratamiento de asuntos sin que haya un miembro informante. Parece increíble, pero hasta 4 meses nadie hablaba, predominaba el silencio de las bancas mientras leía la secretaria legislativa y se apretaba el botón del voto.

Mejora sustancial

Este rápido repaso sirve para explicar por qué la actual Legislatura levantó el nivel. Además del rol activo del vicegobernador que describimos, tenemos que mencionar una doble combinación: un bloque mayoritario compacto en el apoyo a la gestión de gobierno, que tiene en frente a una oposición constructiva.

En efecto, Ignacio Torres y Gustavo Menna han demostrado hasta aquí que cuentan no sólo con 16 votos automáticos en los temas más importantes, sino incluso con uno más: el comodorense Daniel Casal, quien rompió políticamente con César Treffinger. Son 17 votos alineados, casi una mayoría especial de dos tercios, que otorgan una tranquilidad enorme a la hora de presentar una iniciativa.

Los líderes de ese bloque oficialista son el esquelense Daniel Hollman (responde directamente a Ignacio Torres, que lo eligió presidente de la bancada) y la comodorense Andrea Aguilera, del riñón de Menna y con la mayor experiencia para debatir en los temas más sensibles. Cuentan con peso también figuras como Luis Juncos, Sonia Cavagnini, Sergio Ongarato y Jacqueline Caminoa, pero es un equipo sin grandes estrellas que destaquen del resto.

Andrea Aguilera y Daniel Hollman, de Despierta Chubut.

En frente, tienen como primera minoría al bloque de Arriba Chubut que cuenta con una dupla que funciona en tándem destacándose del resto: son el presidente, Juan Pais, y el trelewense Emanuel Coliñir. Son los dos interlocutores con los que más habla el gobierno, a través de una figura central, que es el ministro Andrés Meiszner.

Este último trío es fundamental para que todo el resto funciones: el Ejecutivo se acerca y comunica no sólo a los propios, sino también a los ajenos, con una voz autorizada y de peso como para hacer cambios (algo en lo que habían fallado todos los gobiernos anteriores). Se incluye a la oposición, se la consulta, y se la escucha.  

Bloque peronista: Pais, Coliñir y Arbilla, tres dialoguistas con el gobierno.

Y en el caso de estos dos diputados peronistas, no buscan el escándalo político como muchos de sus antecesores de otras épocas, que muchas veces actuaban movidos por el odio y cuestiones personales, que mucho daño hicieron a la vida institucional de Chubut. 

Los ejemplos en temas como la Ley de Ministerios, la Ley de Emergencia, el Comando Unificado, el Juzgado Provincial de Faltas, fueron demostraciones de que en la actual primera minoría opositora se hacen aportes que mejoran los originales, y que cuando se los incluye, votan sin tener vergüenza.

Además, ambos diputados tienen ascendencia sobre el resto del bloque peronista, salvo posturas más radicalizadas como las de Gustavo Fita o Tatiana Goic que suelen quedar en soledad. Arriba Chubut es un rompecabezas que fue armado en campaña por distintos caciques, pero hasta aquí viene funcionando.

Diputados Daniel Casal (Familia Chubutense), Andrea Toro y Marcelo Rubia (Pich).

Si se mira el resto de la oposición, el bloque del Pich con Andrea Toro y Marcelo Rubia tienen una postura intermedia: han votado iniciativas de Torres sin problemas, y si bien son del espacio nacional de Javier Milei, no acompañan todo lo que el Presidente impulsa.

Precisamente esa falta de apoyo 100 % al líder libertario habría sido el motivo de la ruptura con el diputado nacional César Treffinger, con quien ya no hay diálogo. Esto significa que La Libertad Avanza no tiene representantes genuinos en la Legislatura.

Párrafo aparte para el diputado del Frente de Izquierda, el docente Santiago Vasconcelos. Sin dudas el principal crítico del gobierno, pero en una postura solitaria que carece de fuerza, porque termina chocando incluso con el resto de los diputados de las minorías. Su postura ideológica tan radicalizada -que quizás represente genuinamente a sus votantes- busca el choque en todos los temas, al punto de no haber votado prácticamente nada a favor en cuatro meses, y no haber logrado que a su vez le voten nada propio.

De lengua filosa y denunciador serial, Vasconcelos ha llegado a ofender incluso al bloque peronista, al que acusa de tener un pacto con la gestión Torres. Posturas tan extremas han llevado a que, por ejemplo, se niegue a votar a favor de un convenio para abastecer de combustible al interior (por estar en contra de petroleras como YPF) o no haya querido acompañar el convenio para que Nación se haga cargo del déficit de la caja de jubilaciones del ISSyS.

Santiago Vasconcelos, diputado del FIT.

Su caso es similar al del ex diputado Fernando Urbano, que estuvo cuatro años entre 2007 y 2011 sin sancionar ninguna ley propia y peleando contra todos. Vasconcelos acude a las reuniones de Labor Parlamentaria y se queda en silencio: como desde lo ideológico considera que pactar es algo similar a claudicar las banderas, en la práctica no consigue apoyo para nada de lo que plantea, como si el objetivo fuera únicamente utilizar la primera banca de la historia para la izquierda, como una tribuna de denuncia.

A favor de Vasconcelos, podemos decir que fue el único en deschavar públicamente las falencias de falta de transparencia que tiene la actual presidencia, al cuestionar en plena sesión la votación secretar del aumento de los gastos de bloque, y lo hará cada vez que haya una suba de la dieta, algo que debería ser público. Y aquí llegamos a la columna del DEBE: la transparencia.

Lo que falta

La actual gestión llegó con un discurso público de austeridad en el gasto y de transparencia en la difusión de la actividad legislativa, con el compromiso de abrir toda la información de cara a la sociedad. Hubo denuncias de ciertos manejos del gremio Apel que así lo demostraron, como también un destacable cambio en el área de prensa, con un equipo que ahora sí se dedica a informar de la actividad diaria de los diputados, así como de las sesiones, algo que -aunque parezca increíble- no se hizo durante los cuatro años de la gestión de Ricardo Sastre.

Se mantuvo -ese sí es un logro de Sastre- la transmisión en vivo de las sesiones y se mejoró aún más la página web con la publicación actualizada de cada uno de los proyectos que son ingresados. Hasta aquí, puntos a favor.

En color amarillo -alerta- podríamos mencionar la poca claridad en las votaciones, con un sistema electrónico inaugurado hace algunos años que devino obsoleto: cuenta con una pantalla que se borra rápidamente en la que aparecen colores verdes y rojos, sin determinar en el recinto cómo votó cada quién y cómo fue el resultado. Sólo se escucha el “aprobado” o “rechazado” del presidente, sin mayores detalles.

La manera en que se reflejan los votos no es clara, y la presidencia nunca dice los resultados finales.

Pero hay dos cuestiones que son claves en materia de transparencia, y que siguen igual o peor: por un lado, la publicación de los sueldos de los diputados, que son servidores públicos del que todos los contribuyentes deberían conocer cuánto perciben. La manera en que se otorgan las subas para empleados y diputados enganchados, sigue siendo de modo secreto y a escondidas, en una práctica que se repite en todas las gestiones.

Tan grave como lo anterior, ya es vox populi la queja de los diputados por la demora en dar a conocer las resoluciones de presidencia. No sólo no las puede conocer en el momento de la votación en Cámara el público presente, sino que hasta los mismos legisladores denuncian que se las dan una hora antes sin tiempo a poder leerlas.

Cuando luego se las conoce, la verdad es que no hay -hasta aquí- resoluciones de gran polémica, salvo la autorización de viáticos (no es algo que esté mal pero el discurso de la austeridad se vuelve en contra) o las contrataciones, como ocurrió con los “asesores” madernistas José Giménez y Gustavo Cardozo en el bloque oficialista.

Responsables de la administración del Poder Legislativo: Menna y las dos secretarias, Florencia Rossi y Valeria Romero.

Para algunos el motivo de “ocultar” las resoluciones sería éste tipo de arreglos, y para otros es pura ineficacia: cuentan que las resoluciones se terminan de redactar tarde, sobre la hora, y el vicegobernador las firma antes de la reunión de Labor Parlamentaria. Un mecanismo que podría aceitarse mejor si hubiera voluntad.

La pregunta es si hay voluntad, porque diputados dieron cuenta a esta columna del proyecto de modificación del reglamento que está en comisiones y fue redactado por Presidencia, que incluye un artículo clave que es el 35, inciso H, que pretende que ya las resoluciones no sean votadas en Cámara, sino directamente registradas y protocolizadas de manera automática.

Esto está generando un escándalo interno, con resistencia incluso dentro del mismo oficialismo, porque para algunos sería la entrega del Poder Legislativo al vicegobernador para que administre a su antojo, sin preguntar a los legisladores. Si esto se aprueba, será aún más difícil acceder a la información, en contra de la transparencia de los actos de gobierno.

La agenda inmediata

El mes de abril ya comienza con una agenda interesante de temas en carpeta, algunos de los cuales ya se conocen, y otros estamos en condiciones de anticiparlos. El más inmediato es la reforma al Código Procesal Penal, elaborado por el Procurador Jorge Miquelarena y pedido de manera imperativa (incluso con fecha límite) por el gobernador Ignacio Torres, y por el ministro de Seguridad Héctor Iturrioz.

Para el gobierno, es una herramienta clave para combatir a la delincuencia, con la idea de hacer juicios más rápidos y acortar los procesos que a veces tienen libres a los delincuentes durante años. Pero hay gran resistencia del Poder Judicial, dicha en privado en las reuniones, y resistida por la oposición. Sin dudas, se aproxima un debate muy caliente.

Ignacio Torres volvió a reclamar por el CPP en el acto del viernes por el Comando Unificado en Trelew.

Otro asunto, puede tener novedades en breve: esta semana se reunirá la Sala de Acusar para conformar sus autoridades y la Comisión Investigadora. El único tema que está esperando definición es el pedido de juicio político contra el ministro de la Sala Penal del STJ, Alejandro Panizzi, quien fue denunciado por un vecino por haber posteado su opinión política contra el kirchnerismo en su red X.

Es muy probable que el oficialismo vaya a mover esa carpeta, y si quiere avanzar, necesitará 10 votos en la Sala de Acusar y luego 9 en la de Juzgar para destituir al ministro, al que están esperando con servilleta al cuello y cubiertos en la mano los diputados de la primera minoría peronista, ya que atacó a un gobierno justicialista.   

Alejandro Panizzi, ministro de la Sala Penal del STJ.

Si hablamos de mayorías especiales, en breve ingresará un pliego con el nuevo nombre propuesto por Ignacio Torres para nombrar al reemplazante de Daniel Báez en la Sala Penal del STJ. Harán falta 18 votos para aprobarlo, un número hoy muy accesible para el gobierno.

Y finalmente, el tema del año será una Ley Electoral, o quizás directamente un código, para regular de una vez los procesos de elecciones en Chubut, única provincia que carece de sistema propio. Ya hubo reuniones por el tema entre autoridades de Legislatura y del Ejecutivo, y circulan borradores que tomarían un viejo proyecto de Edith Terenzi de boleta única de papel, pero haciendo modificaciones sobre la fecha y la lista sábana con permiso de colectoras.

En este caso, haría falta una ley especial de 22 votos, mayoría ultra calificada, y no será tan sencillo para el gobierno convencer a la oposición, que seguramente antepondrá temas propios, como podría ser la Ley de Contrataciones del Estado que fue ingresada por Juan Pais a comisiones.

La nueva Legislatura ahora sesiona únicamente los jueves, una vez semana por medio, lo que si bien implica menos sesiones al año, se apunta a que sean de mayor calidad, con más temas y debates, y con asuntos de interés general importantes. Se viene un 2024 para tomar decisiones de fondo, en asuntos que se vuelven más difíciles lo años impares, que son electorales.

El Poder Legislativo tiene la oportunidad de reivindicarse ante la ciudadanía, luego de años de descrédito. Mejoró el nivel en el recinto y en comisiones, y hay avances en temas relevantes. Aún le queda pendiente el capítulo de mayor transparencia, y allí el rol de Gustavo Menna será clave: llegó el momento de cumplir con toda la expectativa generada en campaña.

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