RAWSON (ADNSUR) - La dinámica de la vida política en Chubut es tan vertiginosa que vuelve todo intento de análisis en una lectura fugaz que se desactualiza a los cinco minutos. Las verdades son cada vez más efímeras y menos contundentes. Al tratar de leer los movimientos de los actores de mayor peso y poder, se observa que las sociedades se hacen y deshacen según la coyuntura del momento, por lo que el tablero político chubutense muestra un escenario diferente cada tres meses.

Siempre teniendo en claro esa particularidad, podemos decir que en medio de este mar embravecido que es Chubut, dos cosas quedaron flotando en el aire luego de esta semana de hechos trascendentes: uno fue que la Provincia apostó todas sus fichas a un inicio de clases que parecía muy lejano, y que en principio obtuvo un resultado positivo que nadie esperaba; y dos, ya se vive la pelea hacia 2023, en la que está anotado hace tiempo el vicegobernador Ricardo Sastre, y donde la ambiciosa movida política organizada por Juan Pablo Luque lo subió definitivamente arriba del ring, ubicado en un lugar cada vez más alejado de la gestión de Mariano Arcioni.

¿Por qué cambió la relación entre el gobernador, el vicegobernador y el intendente de Comodoro? ¿Qué hechos y qué nombres incidieron para que la foto de mediados del año pasado sea totalmente distinta a la que se ve ahora? ¿Qué provocó el deterioro de la relación entre la Provincia y Comodoro y por qué el intendente petrolero decidió salir a apostar todo a esta altura del partido? ¿Cuál es el rol que juega en estos vaivenes un dirigente como Carlos Linares, con mucho peso en la zona sur? No son pocas preguntas, y tampoco sencillas, pero es obligación del analista intentar responderlas, porque es lo más fuerte que está pasando en la vida política de la provincia en estas horas.

La palabra “freezer” del título tiene una explicación, ya que describe lo que ya se veía venir desde hace un tiempo, y que ahora quedó en evidencia: el ida y vuelta entre las gestiones de Arcioni y de Luque está a temperatura bajo cero. “No tengo relación con el gabinete de Chubut”, había dicho el intendente en una nota a ADNSUR hace dos semanas. Y si bien por una cuestión protocolar hubo varios funcionarios provinciales presentes en el acto del martes, la pregunta que sobrevoló los comentarios en las tres primeras filas fue “¿por qué no se quedó el gobernador?”.

Es cierto que Arcioni tampoco estuvo el jueves en el acto de aniversario de Esquel, pero en esos momentos estaba en Buenos Aires buscando destrabar el conflicto de Educación. Su ausencia en el acto del 120° aniversario de su ciudad natal hizo un ruido enorme; primero porque además de gobernador es un “NYC”; segundo porque estaba en la zona –de hecho participó fugazmente de la entrega de una ofrenda floral-; y tercero porque había funcionarios importantes del gabinete de Alberto Fernández a los que ni siquiera se cruzó y que preguntaron por él. Más allá de cierto clima enrarecido entre manifestantes y un posible escrache de docentes, la sensación que quedó a los presentes es que el mandatario no quiso participar de una fiesta organizada por y para un solo actor, que fue el intendente Luque.

UNA HISTORIA DE DESENCUENTROS

Durante todo el año pasado, vinimos narrando a través de este mismo espacio la traumática relación entre el gobernador Mariano Arcioni y su vice, Ricardo Sastre, que complicó toda posibilidad de un acuerdo dentro del mismo oficialismo a las alternativas buscadas por la provincia en la Legislatura, al punto de que se llegaron a agitar los fantasmas de un juicio político y un posible golpe de mando.

En aquel contexto crítico, la mayoría del arco político reconoció que uno de los principales sostenes de un gobierno tambaleante fue el intendente de la ciudad más habitada, Juan Pablo Luque, quien junto a otros dirigentes de la oposición, tanto del justicialismo como del radicalismo, terminó bancando la institucionalidad. Incluso fue un actor clave para que se aprobara la ley de refinanciación de la deuda, en una época donde había diálogo con Fontana 50 y también los unía al gobernador y al intendente un enemigo común, como era Ricardo Sastre. Es decir, en parte se trató de una “alianza estratégica”, frente a un rival que en ese momento parecía querer llevarse todo puesto.

Pero hacia el mes de noviembre las relaciones entre el gobernador y el vice fueron cambiando, cuando decidieron saltarse a intermediarios que hacían “barullo” y recomponer el diálogo directo, hasta llegar a un fin de año en paz, con los votos justos en la Legislatura para aprobar el presupuesto y dejar todo sellado en un traspaso de mando por dos semanas. “Si no puedes vencer al enemigo, únete”, reza una máxima política que bien podría resumir lo que pasó por la cabeza de ambos dirigentes, y que trajo alivio institucional a una provincia jaqueada de manera permanente por la falta de acuerdos.

En ese período de acercamiento entre el gobernador y el vice, además se confirmó a Carlos Linares en un lugar clave, como presidente del PJ, principal partido de la oposición. Ya lo habíamos anticipado en aquel entonces: su llegada a ese sitio iba a dinamitar todo posible acuerdo con el gobierno, porque con Arcioni tienen una cuestión de piel irremontable. El tema es personal, y a muerte.

Se sabe que Luque mantiene desde siempre una cordial relación con su antecesor en el cargo, e incluso participó del acuerdo que lo puso al frente del peronismo. El peso de Linares -especialmente en la zona sur- es innegable, y muchas veces su estilo directo y confrontativo, arrastra consigo al entorno del intendente y a su gobierno. Para la gestión local, es una figura incómoda, o como lo definió un allegado, es “inmanejable”. Y en un momento de enfriamiento entre Comodoro y la Provincia, la postura inflexible del titular del PJ sumó y mucho para que lo que hasta allí era una oposición amigable, pase a ser una oposición a secas.

RAZONES CON TONO MINERO

Llegados a este momento del análisis, hay que poner blanco sobre negro sobre cuál fue el acontecimiento que funcionó como una bisagra que marcó un antes y un después, que dejó parados en una vereda a Arcioni y Sastre, y en la otra a Luque y Linares. Muy probablemente, casi sin temor a equivocación, el punto de inflexión que cambió todo el mapa fue el proyecto de zonificación minera en la meseta.

Pero hay que aclarar que a diferencia del debate que genera este tema en el resto de la provincia, aquí no pasa por una cuestión entre minería sí o minería no. De ninguna manera la discusión con la dirigencia de una ciudad extractiva por excelencia como es Comodoro, pasa por oponerse al desarrollo de la explotación de un recurso natural.

Ni Carlos Linares, ni Juan Pablo Luque están en contra de la minería, sino que la discusión con el gobierno y su proyecto oficial fue exclusivamente política. El intendente comodorense se sintió “ninguneado”, porque desde Provincia nunca se lo consultó ni se le llevó el apunte sobre sus observaciones, en un proyecto que sintió estaba direccionado para favorecer ampliamente a la ciudad de Puerto Madryn, la gran destinataria de todas las inversiones.

En el caso de Linares –históricamente de los dirigentes más promineros-, su postura es en contra de todo lo que tenga olor a Arcioni. Jamás permitiría que el gobernador se salga con la suya en nada, menos en un tema tan importante como la modificación de la matriz productiva.

Y el hecho puntual que terminó de romper lo poco que se había construido hasta acá, fue aquella famosa foto del Presidente Alberto Fernández en Casa Rosada acompañado por el gobernador Arcioni, junto a Ricardo Sastre y el diputado Carlos Eliceche. Fue literalmente una bomba que detonó todo. Porque más allá de esa imagen, el contenido de aquella charla –en la que se demonizó como culpables de todas las trabas a Luque y a Linares- generó el inmediato llamado de Alberto a ambos para un encuentro en Buenos Aires.

“Ellos solitos nos pusieron en la vereda de enfrente y lo erigieron a Carlitos en figura de la oposición”, se justifican desde Comodoro, en lo que definen como “una torpeza” de la estrategia oficial. Y ahí ya no hubo vuelta atrás, porque la minería pasó a ser la excusa perfecta para una relación que ya venía incómoda. Y con esto se terminaron de acomodar los melones, lo que se evidenció de manera cristalina en las acciones que se sucedieron: Arcioni proponiendo a Puerto Madryn como sede del encuentro de gobernadores y evitando participar del acto en Comodoro. Y el acuerdo de Luque y Linares con el bloque del PJ para sacarle todo el apoyo a Carlos Eliceche, a quien consideran jugando para el proyecto rival.

EL ARMADO

Así las cosas, congelada la relación entre la Provincia y Comodoro por un lado, no se puede pasar por alto la resonancia del hecho político que significó la convocatoria organizada por Juan Pablo Luque para el aniversario de su ciudad, con la presencia de 6 funcionarios del gabinete nacional y unos 20 intendentes no sólo de Chubut, sino también de la zona norte de Santa Cruz y hasta de la vecina Río Negro, todo coronado con una serie de reuniones de armado político junto a dirigentes peronistas así como legisladores nacionales y provinciales.

El intendente decidió salir a mostrar su poder de convocatoria y lo logró: habrá que ver si era el momento oportuno, faltando mucho aún para las elecciones legislativas de este año y más todavía para la disputa por la provincia en 2023. Pero el acontecimiento del martes, con reuniones que duraron tres días –desde el lunes y hasta el miércoles- dejaron a propios y ajenos la convicción de que Luque ya se puso el traje de candidato.

“Ahora estamos mucho más cómodos” confesó a esta columna uno de los participantes de esos encuentros de mucha rosca peronista, en alusión a que el alejamiento de la gestión provincial y el rol de opositores les queda mejor. Y trascendió que allí se le pidió a Luque que, además de mostrarse como un intendente fuerte y como nexo de la gestación de obras hacia sus colegas –de ahí el encuentro cara a cara con Gabriel Katopodis- ahora salga a recorrer la provincia con un proyecto inclusivo desde Comodoro hacia el resto del territorio.

Dicen que la decisión ya está tomada, y por eso Luque estará recorriendo la semana próxima la zona cordillerana y pidió que después le organicen reuniones en Trelew y Puerto Madryn. En el primer caso, su nexo será el diputado y ex intendente de Trevelin, Carlos Mantegna, con quien lo une una excelente relación. Junto a él, se reunirá con intendentes de la región para que desde la Legislatura salga un fuerte apoyo al proyecto de Renta Hídrica. La idea es que los municipios de la zona también puedan tener recaudación a partir de los dividendos que genera Hidroeléctrica Futaleufú, vieja pelea de participar en los beneficios como ocurre en la zona sur por ejemplo con el petróleo.

Y en el valle, Luque confía en sus contactos, con quienes afianzó aún más la relación en las reuniones por el aniversario. El intendente dolavense Dante Bowen se moverá por Puerto Madryn, para organizar reuniones con organizaciones sociales y empresariales, y también la dirigencia política que no comulga con la conducción de los hermanos Sastre. Allí una pieza clave es la senadora Nancy González, de excelente relación con Luque y dirigente nacional del PJ, así como principal candidata a encabezar la lista del cristinismo este año.

Mientras que en Trelew, fortalecida la relación con Gustavo Mac Karthy, se trabajará en el armado de sumar a todo aquel que esté descontento con el madernismo. Precisamente otra certeza que dejó el acto de aniversario fue la indisimulable ruptura con el intendente de Trelew, quien si bien es amigo de Linares, ya tiene una historia de desencuentros y desconfianza con Luque.

Circuló la versión de que Maderna habría puesto una excusa irrisoria a través de un audio de Whatsapp para no asistir al acto. Al parecer la negativa cayó mal al punto de sonar a tomada de pelo, y menos ayudó aún que haya enviado a su jefe de gabinete, Norberto Yauhar –otro amigo de Linares- a tratar de participar de los encuentros políticos con funcionarios nacionales, de los que el mismo Luque en persona se encargó de negarle el ingreso. “Disculpáme Norberto, están invitados los intendentes, vos no entrás”, le habría dicho el jefe comunal comodorense.

Se inicia marzo, ya con las clases en marcha, y con una inminente apertura de sesiones virtual en la Legislatura, donde comenzará otra batalla interna por imponer fuerzas en las leyes a tratar. Se viene un largo año electoral, donde ya se juega la disputa adentro de cada partido por las candidaturas, y aún se desconoce si el gobierno va a ser de la partida. Nada va a poder escapar a la guerra de la política: vacunas, clases, deuda, minería. Veremos si la dirigencia puede superar el desafío de que nos sigan viendo como “la provincia más conflictiva del país”, mote que Chubut se ha ganado con toda justicia.

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