Sobrevivir a la crisis: piquetes y amarillo PRO en el firmamento
Comodoro asistió en los últimos días a la demostración palpable de que tampoco el modelo “K” le ha aportado crecimiento alguno.
COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) Mientras el gobierno de Arcioni juega sus cartas a una alineación con el macrismo, mutando cada vez más desde el “verde-Chusoto” al “amarillo-Pro”, acaso más por una cuestión de supervivencia que por convicción plena de que ése sea el camino, Comodoro Rivadavia asistió en los últimos días a la demostración palpable de que tampoco el modelo “K” le ha aportado crecimiento alguno.
La urgencia del gobierno provincial para aprobar el pacto fiscal encontró un freno desde Comodoro Rivadavia, a juzgar por los argumentos expresados por el secretario de Hacienda del municipio, en torno a que no están claros los beneficios que implicaría dicho convenio en la recaudación de impuestos de los propios municipios. Por lo contrario, hasta ahora los efectos parecen negativos. En rigor, poco importa la pulseada política por ver quién tiene más fuerza, sino que se trata de conocer en realidad las consecuencias económicas y políticas de esa adhesión.
Sabido es que la situación de la provincia la deja en una posición débil para negociar con Nación. Cuando se está entre la espada y la pared, de un lado la falta de de recursos y del otro la obligación de cumplir mínimamente con las obligaciones salariales, no hay muchas alternativas. De allí que el gobernador Arcioni necesita mostrar a Macri la adhesión legislativa al acuerdo fiscal, para seguir contando con asistencia financiera de Nación.
Ello no debería ser, sin embargo, motivo suficiente para adherir a ciegas, sin atender mínimamente las preguntas sobre el modo en que bajarán las alícuotas de los ingresos brutos (y cómo se compensarán esas mermas), o los efectos que tendrá sobre las pymes el nuevo régimen de cargas patronales, como advirtió esta agencia en un informe anterior.
UN RURALISTA A PRODUCCIÓN
No son los únicos pasos que ha dado el comodorense en esa dirección. También la adhesión al régimen de Participación Público Privada (cuyos proyectos fueron anticipados por esta columna la semana pasada) y la modernización del Estado están en línea con lo que pregona el gobierno de Macri. Si es positivo o negativo ese aspecto, habrá que aguardara a los hechos.
Parte de esas señales se completarían con los cambios de gabinete que busca poner en marcha esta semana. El regreso de Hernán Alonso al Ministerio de Producción, en reemplazo de Pablo Mamet (de confirmarse ese trascendido del diario El Chubut), implica no sólo un retorno a la primera etapa de Das Neves (Alonso cumplió ese mismo rol desde diciembre de 2015, con escaso éxito, a menos que haya sabido disimularlo), sino también una identificación con el proyecto nacional que prioriza al sector agro exportador, como se evidenció en la quita de retenciones al campo.
En efecto, también Alonso proviene del sector ruralista de Chubut, que si bien por magnitud e impacto no puede ser equiparado a la burguesía terrateniente de la pampa húmeda (no todo el campo patagónico es “Benetton”), comulga ideológicamente con la teoría de un derrame de arriba hacia abajo que, dos años después de iniciarse el modelo M, todavía no se vislumbra… Salvo, claro, para quienes puedan pertenecer a un grupo empresario beneficiado con la compra venta de parques eólicos, o pueda favorecerse con el arancel cero para importar esos equipos que, supuestamente, venían a reconvertir la matriz productiva y energética del país.
Para equilibrar la balanza “peronista”, por otra parte, asciende Marcial Paz al Ministerio de Gobierno, luego de una gestión en el ámbito de Trabajo que tuvo poca eficacia para resolver los múltiples despidos que afectaron a la región en el último tiempo.
EL HUMO DE LOS PIQUETES
El nuevo quiebre que provocó la protesta de los obreros de la UOCRA refrescó la memoria de que tampoco la otra orilla de la grieta le aportó nada a esta región. Cierto es que a CPC le adjudicó la ruta 3 el gobierno de Macri, luego de quitársela a Lázaro Báez, tras verificar los exorbitantes sobreprecios pagados, pero en todo caso fue el corolario de un proceso que resulta indisimulable. Además, las obras de repotenciación del acueducto, el muro costero y el aterrazamiento del Chenque (ninguna terminada) venían en manos del grupo Indalo desde el año 2013, apuntalado por un crecimiento que, está a la vista, se basó en métodos reñidos con la legalidad, al amparo del gobierno kirchnerista, al que todavía extraña el municipo local.
Hoy, esas consecuencias son pagadas por los propios trabajadores (tanto de la construcción como de medios de comunicación), pero también por la región en su conjunto. Los trabajadores petroleros que no ingresaron a sus puestos de trabajo durante 4 jornadas no percibirán esos días caídos, la provincia perdió ingresos por regalías y muchos trabajadores de cualquier sector perdieron días y horas de trabajo por quedar demorados o directamente impedidos de circular.
Anécdota al margen: podría ser gracioso, si no fuera por la gravedad de los hechos, el modo en que actores municipales y provinciales trataron de mostrarse como “protagonistas” de la “solución al piquete”. Hay que esperar a que esta vez, sí, se cumpla el compromiso de pago (y que no termine siendo el Estado el que asuma la deuda de una empresa privada hacia sus trabajadores) para celebrar y repartir méritos por una gestión que, en todo caso, debió haberse canalizado desde principios de diciembre.
Por si fuera poco, las petroleras amagaron con demorar planes de inversión y relanzar los tristemente célebres “planes vacacionales” desde el próximo lunes, a raíz de la inestabilidad provocada por los piquetes. Algo así como el matrimonio que se enoja y, en medio de la pelea, se desquita con los chicos.