Sospechan que válvula de ventilación de baterías hizo estallar al submarino
CAPITAL FEDERAL - La comisión investigadora del ministerio de Defensa se enfocó sobre la hipótesis según la cual una falla en una válvula de ventilación de las baterías de proa llamada “Eco 19” habría sido la causa de la implosión que provocó el naufragio del submarino San Juan. El dato está incluido en un adelanto secreto del informe final que los tres marinos retirados que integran la comisión entregaron al ministro de Defensa, Oscar Aguad, revelaron a Clarín fuentes militares. Esa válvula se conecta con el Snorkel y durante la navegación tiene que estar siempre cerrada por cuestiones de seguridad.
Los miembros de esa comisión de Defensa, los contraalmirantes (RE) Adolfo Trama y Alejandro Kenny y el capitán de navío (RE), Jorge Bergallo, harán ahora una prueba hidráulica con la misma pieza pero del submarino Santa Cruz -que se encuentra en reparaciones en el ex astillero Tandanor- en una universidad para determinar si es posible que por un falla o el mal cierre de esa válvula se haya filtrado agua de mar que haya caído sobre las baterías y provocado un cortocircuito. De este desperfecto eléctrico se podría haber producido un chispa que hizo explotar al hidrógeno que se había acumulado en el submarino en medio de la dura tormenta del 15 de noviembre pasado. Bergallo, es además padre de Jorge Ignacio Bergallo, una de las víctimas del San Juan. Los tres son expertos submarinistas y fueron tripulantes del San Juan.
Los expertos tomaron está hipótesis porque el San Juan informó el 15 de noviembre del año pasado que había salido a superficie por haber tenido un cortocircuito (principio de incendio) en el llamado “balcón de barras de baterías de proa”. Informó también que una vez que finalizada la carga de aire –en superficie con el snorkel- volvería a inmersión, “a plano profundo”, como dicen los submarinistas. El aire que entra por el snorkel sirve para alimentar los motores diésel, recargar las baterías y renovar el aire interno. Como consecuencia de la carga de las baterías -los submarinos funcionan con motores eléctricos cuando navegan en inmersión- se libera hidrógeno y por eso es necesario incorporar aire limpio para los tripulantes.
El ingreso de agua por el snorkel “es algo normal y está previsto en el diseño” hecho por los fabricantes alemanes, explicó un ex submarinista a Clarín. Por está razón, existe un tanque interno llamado “pozo de snorkel” y una bomba de achique que saca el agua nuevamente al mar. Ahora, para que el agua de mar haya llegado hasta las baterías de proa, tal como reportó el capitán del San Juan, Pedro Fernández, tuvo que “haber circulado por el circuito de ventilación y atravesado la válvula Eco-19”, agregó el ex submarinista. Está diseñada para detener pequeñas cantidades de agua que pueda circular por la tubería y permitir que salga por un sistema las purgas. El San Juan nunca reportó durante toda la navegación de noviembre que la Eco-19 tuviera algún desperfecto o hubiese fallado. De haber una falla el comandante hubiera ordenado “recargar las baterías navegando en superficie y no en inmersión”, agregó la fuente.
La implosión se produjo cuando el San Juan se encontraba navegando a plano profundo con la intención de verificar y reactivar las baterías de proa. El entonces jefe de la base de Submarinos de Mar del Plata, capitán de navío Claudio Villamide informó, la semana pasada, a la comisión investigadora bicameral que le indicó a Fernández que “no intentara reconectar las baterías de proa” en navegación y menos en medio de una tormenta. Entonces, la hipótesis de la válvula Eco-19 supone que consecuencia de aquel cortocircuito la cantidad de hidrógeno liberado dentro del submarino “fue mayor a la normal y que en el proceso de verificar esas baterías alguna chispa produjo una explosión que al menos inhabilitó a los tripulantes”. Luego, se perdió el control de la nave que “finalmente terminó implosionando a gran profundidad, sin que nadie pudiera activar ninguna medida de las previstas para salir a superficie o enviar señalización de emergencia”, según esta tentativa de explicación.
La pregunta de los investigadores es si la válvula Eco-19 “pudo también haber estado mal cerrada mientras la tripulación estaba intentando hacer snorkel con un mar bravísimo”. Los sensores del snorkel permiten que con cada ola que rompe se corta el ingreso del aire, lo que perjudica la renovación del ambiente interior. Con “los motores diésel a fondo, en el medio de la tormenta, el snorkel cerrándose cada 30 segundos, la situación debe haber sido insoportable y, tal vez, en ese contexto , relajaron la norma y abrieron momentáneamente la Eco-19 para que circule más el aire. Entonces, empezó a entrar el agua por donde no debería de pasar nunca, derramándose sobre los bornes de las baterías de proa y generándose el cortocircuito que termino siendo fatal”, explicó la hipótesis el ex submarinista.
El informe final de la comisión investigadora de Defensa estará listo “a fines de agosto o principios de septiembre”. Este informe será una prueba clave para la investigación judicial que realiza la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez. Precisamente, Yañez también investiga si la válvula Eco-19 habría sido la causa de la tragedia y hará en julio una visita ocultar al Santa Cruz. La magistrada preguntó a la mayoría de los testigos que pasaron por su juzgado sobre ese mecanismo. Sucede que en el patrullaje que el San Juan había hecho julio del 2017, se había reportado problemas con esa válvula que fueron arreglados según la documentación que Villamide aportó a la comisión bicameral. La magistrada también apunta a la misma válvula del snorkel.
En su causa penal también está llamando a testigos para que expliquen qué tipo de repuestos se colocaron al San Juan en la reparación de media vida que se le hizo entre el 2008 y 2005. Se detectó que algunas partes las compraron al astillero Thyssen Nordseewerke de Emden de Alemania y otras se tomaron de las cajas en que había llegado desarmados otros dos submarinos en la época del ex dictador almirante Emilio Massera y nunca se construyeron. La jueza ya tiene determinado que el San Juan, luego de la media vida, “nunca pudo desarrollar su máxima velocidad y máxima profundidad: solo estaba autorizado a hacer “inmersiones de 100 metros”, dijo una fuente judicial a este diario.
Fuente: Clarín