Torres dio el batacazo después de 20 años: el desafío de encarrilar una provincia en crisis y la necesidad de buscar consensos
Será el mandatario más joven de la historia y asumirá con mayoría propia en la Legislatura. Sin embargo, el resultado mostró apatía y enojo de los chubutenses, y una diferencia muy ajustada que no es un cheque en blanco.
El día después del 30-J en Chubut confirmó lo que era una posibilidad muy fuerte: después de 20 años, el cambio de color político en la gobernación, que desde 2003 había estado en manos de partidos afines al justicialismo. La responsabilidad recayó en la figura de Ignacio Torres, un joven de 35 años que se convierte en el primer mandatario del PRO en la historia y en el de menor edad en el cargo.
Fue una elección ajustada, en la que hubo que esperar hasta la carga de la última mesa, pero con un resultado claro, con una ventaja superior a los 5 mil votos. A nivel histórico, el final hizo acordar a otros con suspenso, pero ni se acerca a los 385 votos de diferencia de 2011 de Martín Buzzi sobre Carlos Eliceche, o a los apretados 3500 votos con los que Mario Das Neves aventajó a Martín Buzzi en 2015.
Se cumplieron los pronósticos: fue una elección polarizada entre Torres y Juan Pablo Luque, y un resultado apretado, que de ninguna manera justifica el desacierto del intendente comodorense de salir a hablar en la noche del domingo de un triunfo propio por 800 votos, una cifra que no tenía ningún asidero y que lamentablemente evitó el cierre de una jornada electoral con el reconocimiento de una derrota.
Torres dio el gran batacazo en una elección observada a nivel nacional, porque fue la última antes de las PASO, y le dio a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich lo que habían venido a buscar: la foto con la provincia del Chubut pintada de amarillo.
Ahora se abre un período de transición de 4 meses que va a ser muy largo, porque si bien el poder institucional está en manos de Mariano Arcioni hasta el 10 de diciembre, el poder real pasó a manos de la oposición. Inicia un lapso de 120 días de traspaso en los que será importante el ida y vuelta de información entre el gobierno saliente y el entrante, para tener el detalle finito de los números que se van a recibir, para evaluar las primeras medidas, que serán urgentes.
CONSENSOS
El resultado final muestra, por un lado, que el 30 % de los chubutenses ni siquiera fue a votar -el piso más bajo de la historia-, mostrando apatía y desinterés, mientras que los votos blancos, nulos o impugnados fueron 34.198, el 10,5 %, ubicándose como cuarta fuerza. Sumando ambos datos, hay que decir que el 40 % del padrón de Chubut le dio la espalda a la dirigencia política.
Dentro del 60 % restante, Torres logró la mayoría del 35,7 %, con un justicialismo que sacó 34,1 %, apenas 1,6 % por debajo, y el Plich consolidada como tercera fuerza con 42.969, y César Treffinger manteniendo los votos de 2021.
Esto significa que si bien el nuevo gobernador asumirá con una Legislatura de mayoría propia, con 16 diputados dentro de los 27 de su color político, no tiene un cheque en blanco de la ciudadanía. Será imposible que lleve adelante las medidas de fondo que la provincia necesita si no apela a la búsqueda de consensos.
De hecho, en su propia lista de diputados, tiene muchos “soldados” del PRO, pero también figuras de peso con años de historia en el radicalismo, por caso, ex intendentes como Luis Juncos y Sergio Ongarato, un ex diputado nacional del Pach como Sixto Bermejo, y ni hablar de la figura del futuro vicegobernador, Gustavo Menna, totalmente curtido en el ruedo legislativo.
Es de esperar que Torres, con el entusiasmo y optimismo de semejante triunfo y con el ímpetu de sus años jóvenes, sepa leer el resultado con cautela, y entender que deberá sentarse a buscar acuerdos. Los chubutenses le dieron el poder y la confianza, pero la mecha es corta: no sobra el tiempo para esperar demasiado tiempo en una provincia acechada por las deudas, la crisis educativa y una lucha salarial permanente contra la inflación.