RAWSON (ADNSUR) - Fue otra semana caliente. Una más, en una provincia que da la impresión de ser un arrabal del infierno, y donde ya se hizo costumbre vivir al límite de la explosión. Ante una nueva movilización de gremios estatales que montaron guardia durante todo un día, y luego de incidentes con la custodia de Casa de Gobierno -que de milagro no fueron más graves-, el gobernador Mariano Arcioni llamó a una conferencia y volvió a hacer gala de su estilo. En contra de lo que indican todos los manuales, que aconsejan ante la duda correrse de la escena y exponer a un ministro a hacer un anuncio para que luego pueda saltar como “fusible”, la elección del mandatario fue asumir él mismo el riesgo.

Como un jugador que apuesta todas sus fichas a un pleno, Arcioni anunció la manera en que piensa salir del pago escalonado aún sin tener garantías de éxito, porque está atado a muchas variables que están fuera de su alcance. Casi como enviando un mensaje a sus opositores: si quieren sacarme, acá tienen el camino. Siempre se dijo que el escribano comodorense era un “outsider”, un hombre que venía de afuera de la política, y que no comulga con los códigos del sistema. Y si faltaba una muestra, la del martes fue la más palmaria demostración de su manera de pensar, que se resume en la frase “esto no es para cagones”.

Cuando se cumplían ya tres meses de atraso salarial a los rangos 3 y 4, y con una deuda acumulada que incluye medio aguinaldo y cláusula gatillo, con los gremios golpeando la puerta, y un resultado poco alentador de las negociaciones con el gobierno nacional, nadie esperaba el martes que el gobierno saliera a hacer semejante anuncio. Una cosa era poner fecha a la cancelación de los sueldos de julio, y otra muy distinta es decir que el próximo mes se termina el pago escalonado.

La jugada pensada en conjunto con el ministro de Economía, Oscar Antonena, apunta a que en noviembre se puedan reunir los fondos de toda una masa salarial para pagar en un solo tramo la liquidación del mes de octubre a los 64 mil agentes públicos, algo que no ocurre desde antes de las elecciones, más de un año atrás. El anuncio fue tan inesperado, que los números no le cerraron a casi nadie, y todos empezaron a hacer cuentas en el aire. ¿Cómo piensa el gobierno conseguir algo que hasta aquí parecía imposible? Respuesta: con dos nuevos endeudamientos por $ 9 mil millones que el martes en tiempo récord debe tratar la Legislatura. Una apuesta que no tiene ninguna garantía y donde hay muchos actores en juego, desde los 27 diputados, pasando por el gremio legislativo, y las gestiones del vicegobernador Ricardo Sastre.

LO QUE ESTA EN JUEGO

Está claro que la jugada de Arcioni fue absolutamente arriesgada, pero no sólo para él y su gobierno, sino para todos los involucrados. Al jugar todas sus fichas y poner “una fecha de vencimiento” –frase que corresponde a uno de los actores que no le tiene mucha simpatía-, deja expuesto a todo el resto. De alguna manera, desafía a propios y extraños a tener que tomar una postura extrema, aunque no lo quieran. No hay lugar para respuestas a medias: si no se votan los endeudamientos el mismo martes -algo que la oposición tendría todo el derecho de hacer ante las dudas que son muchas-, se cae todo el andamiaje: no se pueden pagar los sueldos de agosto el viernes y se complica el resto de la estructura.

No aprobar los nuevos empréstitos e impedir que el gobierno pueda cumplir con el cronograma anunciado puede tener motivos fundados, pero no hay dudas de que sería empujar al gobierno hacia el abismo. Por más que haya argumentos técnicos -como los plazos, las garantías, el interés, la falta de un plan económico-, en realidad los efectos serían políticos y sociales: por un lado, miles de familias del personal de salud, policías y los sueldos más bajos, se quedarían sin cobrar sus sueldos de agosto antes del fin de semana. Si esto ocurriera, sería un nuevo anuncio fallido que podría tener serias consecuencias políticas en un gobierno que ya casi no tiene capital ni credibilidad entre los estatales.

Ante este panorama, la previa de las definiciones durante este fin de semana largo, muestran perspectivas bastante alentadoras para el gobierno, aunque parezca increíble. La oposición todavía no fija postura –porque todavía no analizó los proyectos- y si bien no quieren saber nada con tomar más deuda, se destrabó la parte más importante: al haberse pagado el cuarto rango, está asegurada la presencia de taquígrafos para una sesión ordinaria normal, como querían los legisladores. Una vez dado este paso, se cree que no debería haber grandes inconvenientes para obtener los 14 votos que exige la Constitución para aprobar la toma de una deuda, siempre y cuando levanten las manos los integrantes del oficialismo, es decir, el arcionismo más el interbloque, que en conjunto forman Chubut al Frente.

SOBRE GOLPISMO Y OTRAS YERBAS

Los integrantes del interbloque están en una encrucijada: no comparten la manera en que Arcioni maneja la crisis sin dialogar con los gremios, ni las medidas de ajuste para salir del déficit, pero no tienen más alternativa que votar nuevos endeudamientos para que se puedan pagar los salarios y para que nadie los pueda acusar de “golpistas”. No dar el apoyo ante semejante nivel de presión de un gobierno que parece tambalear y que se agarra de los pocos fondos disponibles obtenidos con un mínimo gesto de la Nación, daría la razón a quienes los acusaron de querer “voltear” a Arcioni para que asuma el mando Ricardo Sastre. Por eso, los interlocutores de este sector se encargaron en las últimas horas de tratar de despejar toda sospecha y mandar mensajes de tranquilidad. “Los votos van a estar, como estuvieron siempre que los necesitó el gobierno”, dijo el diputado Chiquichano, del madernismo.

El vicegobernador no oculta su fastidio cada vez que alguien le desliza su intención de arrebatar el poder por la fuerza, y responde que se hacen lecturas incorrectas de las fotos con los gremios estatales, a los que se recibió para descomprimir la situación y poner el oído que no se pone en Fontana 50. Insiste en que su estilo de hacer política es poner siempre la cara y atender a la gente en campaña electoral como en las crisis, y que no lo va a cambiar. Si Sastre logra presidir con normalidad la sesión virtual del martes y asegurar los votos para los empréstitos, sin dudas sería otro buen mensaje para la gobernabilidad.

Sin embargo, sus declaraciones radiales del miércoles volvieron a levantar suspicacias en Casa de Gobierno, al afirmar que está listo para gobernar en cualquier momento que sea necesario, incluso antes de 2023. Si fueron mal interpretadas, Sastre nunca lo aclaró. Los titulares con esa frase no cayeron bien en los despachos cercanos al de Arcioni, como a su vez, tampoco cayó bien en Puerto Madryn la definición del mandatario en otra entrevista en la zona sur, reconociendo que le gustaría que el próximo gobernador fuese de Comodoro Rivadavia. Para el entorno de Sastre, es la confirmación pública de algo que se sospecha: que el favorito para la sucesión es Juan Pablo Luque.

Y en este contexto tan dinámico, casi al mismo tiempo salió públicamente el intendente comodorense a dar su visión de que la crisis actual deben resolverla tanto Arcioni como Sastre, los responsables máximos como integrantes de la fórmula. De este modo, buscó que el madrynense no pueda despegarse de la actual gestión, de la que asegura, forma parte. Ya se avizora la pelea electoral que se dará dentro de tres años: los nombres que asoman son los de Luque y Sastre, y detrás de ellos, las dos ciudades de mayor poder económico de la provincia, Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn.

LA RELACION DE FUERZAS

Más allá de la novelesca relación entre el gobernador y su vice, el resto del arco político también mueve sus fichas y se hace notar. La movida del diputado nacional Gustavo Menna –que apunta a posicionarse en su candidatura a senador para 2021 dentro de Juntos por el Cambio- hizo un ruido enorme. Logró poner incómodos a sus pares del kirchnerismo al forzar una votación sobre el arribo de una ayuda extraordinaria para la provincia. Más allá de las respuestas de tipo técnico sobre dictámenes de comisión, puso sobre la mesa un discurso que hasta logró apoyo de gremios estatales, y que no recibió absolutamente ninguna crítica del gobierno chubutense, donde más bien fue recibida con buenos ojos y en silencio.

El tema de la ayuda nacional a Chubut ya fue abordado en esta columna el domingo pasado y por estas horas se conoció finalmente el convenio firmado con el Fondo Fiduciario, que será tratado por la Legislatura. Un convenio considerado como “amarrete” en voz baja por el gabinete chubutense, que esperaba al menos el doble. A tal punto fue decepcionante, que quienes hablan con Arcioni dicen que el gobernador dudó en firmarlo hasta último momento. Incluso el ministro de Economía, Martín Guzmán, lo firmó recién esta semana, por lo que los trámites demoraron aún más el plan ideado por el Ejecutivo, que ahora espera que se termine de autorizar el endeudamiento en Letras, la otra parte de la “ayuda”. Pero aún se siguen oyendo frases que muestran la bronca que se sigue masticando en Rawson: “Nación nos pide ajuste, y Guzmán sale por los medios a decir que ellos no piensan achicar el gasto”, se quejaba otro alto funcionario a esta columna.   

En este contexto de una provincia en “frías” relaciones con la Nación, jaqueada por la crisis económica y por el Covid19, se conoce la fecha de elecciones para renovar autoridades dentro del PJ chubutense en noviembre. Por un lado, hay un grupo de dirigentes que quiere que la elección se haga ahora mismo sin más dilación; mientras por el otro, hay un grupo de intendentes justicialistas, encabezados por Juan Pablo Luque, que pretende postergar la fecha para evitar más problemas sanitarios en torno a la pandemia.

Mientras tanto, el bloque de diputados sigue siendo árbitro de los temas en la Legislatura, y si bien Luque tiene enorme peso político para el afuera, en la práctica sólo responde a su mandato la presidenta Adriana Casanovas, en tanto que otros referentes como Gustavo Mac Karthy, tienen más llegada a diputados como Belén Baskovc, Mario Mansilla y Rafael Williams. Tatiana Goic responde a Camioneros, Mónica Saso se referencia en Nancy González, Carlos Mantegna habla con todos, y Carlos Eliceche está más alejado del bloque y más cercano a Sastre. Una clara heterogeneidad, en una bancada que no termina de definir si da una muestra de apoyo al gobierno de Arcioni o hace oposición férrea, es una muestra del peronismo chubutense, que no tiene una conducción clara hace años. Sin embargo, este año atípico no parece el ideal para dirimir quién manda dentro del justicialismo provincial.

Este escenario político complejísimo, con la división ya conocida dentro del oficialismo, con un peronismo discutiendo hacia adentro su futuro, con ciertas diferencias en Cambiemos entre dos diputados radicales y uno del PRO, y con las figuras de peso con la mirada puesta en 2023, es el que rodeará a la Legislatura este martes. Ese día, con los diputados conectados a sus computadoras desde sus casas, se definirá el futuro inmediato de los sueldos de 64 mil empleados públicos y probablemente de la gestión Arcioni. Si se consigue la aprobación, se ganará tiempo y oxígeno para que el gobierno pueda seguir negociando con los gremios estatales la manera en la que se devolverá el saldo pendiente de agosto, septiembre, aguinaldo y retroactivo de cláusula gatillo. Para ver si de una vez, la provincia puede encontrar el camino para retomar la normalidad perdida.

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