Tres amigos y la pasión por el surf como pretexto para disfrutar todo el año de la naturaleza y el mar en una playa entre Comodoro y Caleta Olivia
El litoral marino costero de la Patagonia es único. A lo largo de su extensión permite una diversidad de paisajes que constituyen un atractivo mágico y que año tras año, reúne a miles de turistas en su extensión. El Golfo San Jorge no es la excepción, y tiene un punto central donde comenzaron a desarrollarse actividades que poco tienen que envidiarle a otros puntos del país.
Caracterizada por grandes superficies de arena fina, equidistante a Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, se encuentra la Playa Alsina, un lugar que más allá de ser punto de reunión de amigos, familias y la práctica de deportes extremos como el Kite Surf, desde hace poco menos de un año presenta una interesante alternativa: el surf.
En plena pandemia y tiempos de distanciamiento social, muchos fueron los que se volcaron hacia la naturaleza para romper con una rutina que trajo nuevas formas de ver la vida. Y en esa reflexión sobre aprovechar al máximo cada momento, fue que tres amigos juntaron su pasión por el mar y los deportes acuáticos para dar forma al Alsina Point Surf Club, la escuela más austral del país y la primera en Santa Cruz.
Desde el 5 de septiembre de 2021, Nahuel Franco, Karen Masson y Maximiliano Martínez resignificaron la forma en la que se puede disfrutar del mar y la playa, sin que importen las bajas temperaturas ni el viento, disfrutando y enseñando a otros a ser parte de una conexión única, una experiencia de pasión genuina, un verdadero refugio.
La idea del Surf Club surgió a partir de querer explorar nuevas posibilidades de disfrute en el agua. Nahuel, Karen y Maxi ya venían realizando la actividad desde hace un tiempo, y en pandemia tomaron la determinación de avanzar, de hacer caso al pedido de amigos y familiares, y comenzar a impartir lecciones, a enseñar sobre el surf, hecho que los llevó a buscar capacitarse aún más, para darle forma al Alsina Point, como un lugar abierto a la comunidad y a quien desee aprender sobre este deporte.
“En Pandemia, y ante la falta de información, fuimos fuente de consultas diversas, desde lugares seguros para la práctica, ropa técnica adecuada, tipos y modelos de skate y accesorios relacionados a la actividad. Así, nació Alsina Point, con una estructura de clases que permite, además de la práctica del deporte, recorrer nuestras hermosas playas en busca de una ola y sobretodo aprender a cuidar nuestro ambiente. De a poco, con fondos propios, incorporamos tablas de escuela, diseñadas para una correcta y segura enseñanza, y comenzamos las capacitaciones y formaciones de instructorados de surf. Cuando iniciamos fue con un paquete de cuatro clases, en las que veían en partes teóricas y prácticas, toda la cuestión técnica de lo que es la parada, la remada, las maniobras sobre la ola, la lectura del clima”, explicaron.
Alsina Point, para Maxi, Nahuel y Karen, representa un “reencontrarse con la vida en la naturaleza”, ya que años atrás y por compromisos laborales o la práctica de otros deportes, fueron postergando esta pasión. De a poco se fueron haciendo de más espacios y tiempos y ya con algunos fines de semanas libres, chequeando condiciones climáticas corrían a alguna playa cercana para disfrutar de kayak, el sup o el kitesurf.
“De a poco nuestro sueño de surfear estas costas se fue llevando a cabo. Siempre encontrábamos en el pronóstico una buena excusa para salir después del trabajo a buscar nuestra ola perfecta y de a poco las horas en la playa fueron más y más. Así fue que no alcanzaba el tiempo luego del trabajo para ir a surfear y los despertadores comenzaron a sonar cada vez más temprano en la madrugada para escaparnos al mar y llegar a horario al ingreso de nuestras obligaciones laborales. Durante la pandemia encontramos en el agua un lugar para refugiarnos y para compartir con muchos amigos también. De hecho, ellos fueron nuestros primeros alumnos, con quienes pasamos de solo practicar, a entender que esto es un estilo de vida, en el que buscamos respetar nuestra naturaleza y fluir con ella”, remarcaron.
Por su parte, Nahuel Franco explicó que siempre estuvieron “ligados” a la naturaleza y “el surf llegó para complementar esa filosofía de vida”. “Como cualquier actividad que se realiza en la patagonia, es más sacrificado que en otros lugares. El frío, el viento y recorrer largas distancias para llegar a un lugar, es parte de nuestra naturaleza, simplemente nos adaptamos y buscamos poder aprovechar siempre las mejores condiciones de olas”, agregó.
Por otra parte, Karen Masson, destacó que la actividad está abierta a la comunidad en general, para todos aquellos que quieran “descubrir nuevas experiencias, acercarse al mar, vencer miedos, buscar paz, relacionarse con el medio”. Asimismo, Maxi Martínez, remarcó que para tomar una clase con ellos no hace falta experiencia previa, ni tener tabla, sino que sólo se recomienda un traje de neoprene.
“Si bien surfeamos durante todo el año, buscamos las mejores condiciones, por eso a partir de septiembre estaremos nuevamente con los cursos. Se vienen las mejores temperaturas y óptimas condiciones de olas. Lo ideal para programar mejores clases”, sentenció.
La vida y la naturaleza, la simpleza, la belleza, la constancia y la disciplina conjugadas en un deporte que también se puede practicar en nuestro lugar. El litoral marino costero de la Patagonia es único. Y quienes practicar surf, lo comprueban.