Tras atravesar prácticamente una semana sin agua, vale detenerse a observar cuál es la historia del acueducto inaugurado en 1999 y por qué comenzó a presentar problemas apenas una década después de su puesta en funcionamiento. Una obra que nació con fórceps y los proyectos posteriores que suman frustración en una ciudad que parece condenada a vivir con sed desde su origen. La “repotenciación” para sumar más caudal, ¿ya es el nuevo 'estadio del centenario'? Aquí, las claves de un problema del que depende la supervivencia de una región.

La rotura del 'acueducto nuevo' en los últimos días vuelve a alertar sobre la situación de esa cañería, que en los últimos años ha presentado más inconvenientes que el caño 'viejo', que hoy sigue formando parte del sistema de agua hacia la ciudad. 

Ambos ductos conforman un sistema para transportar diariamente unos 115 millones de litros de agua para abastecer a Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia, con un consumo al que le faltan alrededor de 53 millones de litros por día.

1. Un nacimiento demorado y con faltas 

Cuando se inauguró el acueducto “Jorge Federico Cartens”, el 4 de diciembre de 1999, era la culminación de un largo proceso y décadas de frustraciones. Es que el primer acueducto, inaugurado el 12 de octubre de 1966, había comenzado a presentar problemas al verano siguiente de su habilitación, precisamente por causas vinculadas a la salinidad del suelo, que comenzó a romper los caños en forma reiterada. Esa crisis se profundizó en los años 80, con movilizaciones y reclamos que derivaron, después de muchos años, en la proyección de una nueva obra. 

En la última semana hubo dos roturas casi simultáneas en zona cercana a 'Alma Gaucha'.

Sin embargo, tras muchos años de gestiones, el ‘acueducto nuevo’ ha quedado superado en su capacidad de operación, ante el crecimiento de la demanda por aumento de la población. Una obra que estaba pensada para alrededor de 180.000 habitantes, de la que hoy dependen más de 400.000 personas, contando las cuatro ciudades que se abastecen. 

El caño de agua inaugurado en 1999 tuvo también algunas falencias en su origen. Según los registros históricos de la época, una primera licitación en el año 1993, con un presupuesto oficial cercano a los 170 millones de dólares, fue anulada porque las ofertas eran cercanas a los 200 millones de dólares. Un año después, la nueva licitación fijó un presupuesto oficial más bajo, ya que finalmente se terminó adjudicando por 99 millones de dólares.

"En realidad lo que hubo que hacer fue achicar el proyecto, porque Cavallo nos negaba los 200 millones de dólares que costaba y se readecuó el proyecto, pensando en ampliarla posteriormente", contó uno de los hombres que hizo gestiones por entonces.

El libro ‘Crónicas del Centenario’ registra un detalle interesante. La licitación estuvo cruzada por un proceso judicial, ya que una de las oferentes, Supercemento, cuestionó la calidad de los caños propuestos por la UTE Dyopsa-Dycasa, que fue la adjudicataria con la oferta más baja. La justicia federal adjudicó de todos modos la obra, tras rechazar los cuestionamientos y ante las urgencias de avanzar en un proyecto tantas veces postergada, pero conviene registrar el detalle. 

Otro detalle es el mencionado más arriba: el proyecto inaugurado por entonces tenía prevista etapa una ampliación posterior, conocida como “Etapa 2”, que es el incremento del caudal atender el crecimiento vegetativo de la población, además de una nueva planta potabilizadora. Más de dos décadas después, ese proyecto sigue en la nebulosa.

2. La rotura de los últimos días

Hay que decir que los cortes registrados durante la última semana se vincularon fundamentalmente a un problema de desgaste de la cañería. Por más que se hubieran hecho otras obras complementarias o paliativas, el inconveniente actual no se habría evitado. 

“El problema está en el origen de la obra: la protección catódica que necesita este tipo de cañerías, para evitar la corrosión, no se hizo completamente en su momento”.  La explicación fue brindada por alguien que conoce de adentro la institución y forma parte de las explicaciones públicas que se dieron varias veces en los últimos años. 

Las roturas llevan además un tiempo extra de trabajo, entre el vaciado y llenado de las cañerías, ya que las válvulas de seccionamiento están a 30 kilómetros de distancia.

¿Qué es la protección catódica? Según explican los especialistas, consiste en la colocación de los llamados ‘ánodos de sacrificio’, conformados por un material especial que permite una ‘descarga’ de la reacción electro química que produce la corrosión: al ser este material más corrosible que los hierros que forman el ‘alma’ de la cañería, revestidos de cemento, estas varillas actúan a la manera de ‘fusibles’, para preservar el material sometido a la fricción y desgaste del agua impulsada.  

Según aquel cuestionamiento, no se colocaron en cantidades suficientes. Hoy, aunque periódicamente se busca realizar la colocación de nuevas protecciones, lo que insume  presupuestos de alrededor de 65.000 dólares sólo para la compra de materiales, esa tarea no parece suficiente para revertir el daño acumulado.

En efecto, la función de esos protectores es evitar la corrosión, pero no la revierte cuando el proceso ya se ha iniciado. De allí la rotura de la cañería instalada en 1999 pueda transformarse en un problema frecuente, como se verifica periódicamente, dependiendo del manejo de presiones y necesidades de consumo del complejo sistema acueducto. 

Otro problema que remite a los orígenes de la obra: las válvulas de seccionamiento (una especie de “llave de paso”, asimilable a una llave de paso en un circuito domiciliario amplio), colocadas cada 35 kilómetros, dificultan y demoran las tareas de vaciado y posterior llenado de las cañerías, cada vez que hay una rotura.

Si se hubieran previsto a una distancia menor entre sí, el tiempo de reposición del servicio sería menor y se reduciría la cantidad de agua que debe desperdiciarse ante cada reemplazo de cañerías. 

3. La repotenciación del acueducto 

El nombre suena complejo, pero la función es simple. Consiste en sumar más potencia de bombeo, para incrementar el caudal que transporta diariamente el sistema a través de sus dos ductos, el del año 66 y el del año 99. Si el sistema transporta actualmente alrededor de 4.300 metros cúbicos por hora desde el lago Musters, la obra de repotenciación apunta a sumar otros 2.200 cúbicos, que sumados a los 500 metros que aportan los acuíferos de la zona, llevaría el caudal a unos 7.000 cúbicos por hora. Es decir, 7 millones de litros cada 60 minutos. 

Además de las roturas, se suma la proyección de un verano más cálido y seco de lo habitual.

El proyecto de ampliación de potencia y caudal se licitó por primera en el año 2013 y la adjudicataria fue la empresa CPC, de Cristóbal López. Pese a que se anunció su finalización para el año 2015, la obra sufrió múltiples dilaciones, aun antes de que comenzara el gobierno de Macri y las vicisitudes judiciales del empresario comodorense. Incluso hasta hace algunos días, a dos años de iniciado el gobierno kirchnerista y en un proceso en el que CPC ha recuperado algunas de las obras que estaba ejecutando hasta diciembre de 2015, la obra no se había reactivado.

El propio intendente Luque cuestionó esa demora el pasado 13 de diciembre, mientras que dos días después anunció que los trabajos “se reiniciaron la semana pasada”, según le confirmaron desde el ENOHSA (Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento). “Ojalá que esté terminada en los próximos 6 ó 7 meses”, dijo el jefe comunal.

En los últimos años es posible encontrar múltiples anuncios y fechas de conclusión de la obra, varias veces anticipada “para el próximo verano”. Sin embargo, a 8 años de su inicio, el proyecto que es fundamental para mejorar el abastecimiento de agua a la región no tiene certezas sobre cuál es su avance de obra real y cuánto falta para su conclusión. Desde esa perspectiva, es un serio aspirante a competir con el ‘Estadio del Centenario’, otra de las obras del simbólico “cementerio” de proyectos frustrados de Comodoro Rivadavia. 

Otro grave interrogante es el que deberían plantearse las autoridades de la región y de la provincia, que suelen reaccionar en forma espasmódica cuando hay un corte de agua pero luego el tema desaparece de la agenda: si algún día se termina la obra que sumará más caudal, cómo responderá la estructura del acueducto, tanto el nuevo como el viejo? 

Si bien en algunos tramos se deberá colocar cañería nueva para soportar la mayor potencia, en otros sectores el proyecto busca inyectar más agua, a mayor presión, en las mismas tuberías. ¿Resistirán?

Y la otra incógnita es: con las mismas reservas que en los últimos 50 años, ¿dónde se almacenará el mayor volumen de agua transportado? La construcción de una nueva reserva de agua para la ciudad es otro de los proyectos que debería empezar a gestionarse. 

Algunos memoriosos recuerdan que la construcción de la nueva reserva formaba parte del proyecto original de la repotenciación, pero éste fue modificado para reasignar fondos a la construcción de la planta de ósmosis inversa, para desalinizar agua de mar en Caleta Olivia.

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EL DRAMA DEL AGUA EN COMODORO

4. Las obras paliativas para el próximo verano

Además de los problemas estructurales hasta aquí reseñados, se suman los inconvenientes propios de la sequía y los avances del cambio climático. Esa situación ya fue detallada en otros informes de ADNSUR, a partir de las proyecciones de un verano con temperaturas más altas de lo normal y precipitaciones por debajo del promedio histórico de los últimos 30 años. 

Una de las periódicas reparaciones de los últimos años.


Aun con la foto del sistema actual, en el que diariamente hay una diferencia negativa entre el consumo de agua y lo que el sistema entrega, ese déficit amenaza con agravarse. La evaporación natural que sufre el lago Musters cada verano podría acelerarse este año, una perspectiva que sólo podría atenuarse en función de las lluvias que puedan registrarse en las próximas semanas.

Para ese problema específico se aguarda la definición del gobierno provincial para avanzar con la compra de bombas adicionales, con el único objetivo de sostener el caudal actual, para el caso de que el descenso del lago en el punto más crítico del verano ponga en riesgo la operatividad del sistema.

El ministro de Infraestructura, Gustavo Aguilera, dijo días atrás que ha solicitado una readecuación del proyecto elaborado por la SCPL para avanzar en la compra de las bombas necesarias y comprometió que las mismas podrían instalarse antes de la llegada de ese período. 

La ley de emergencia hídrica, declarada en agosto, había reservado 74 millones de pesos para esa prevención, por lo que el transcurso de los meses parece evidenciar cierta desidia en la mirada provincial sobre la gravedad del problema. 

Por otro lado, desde el municipio se gestionaron fondos ante el ENOHSA para la perforación 10 nuevos pozos y reparación de otras 8 bocas que estaban inactivas entre los acuíferos El Trébol y Manantiales, estimándose que podría incrementarse en otros 100 metros cúbicos por hora el caudal que hoy entregan esas reservas de la ciudad, contándose en alrededor de 500 metros cúbicos por hora. 

Si bien cada aporte suma, la cantidad de perforaciones nuevas debería multiplicarse al menos por 10 para empezar a atenuar el déficit que sufre la ciudad y que al parecer, está condenada a padecer por mucho tiempo. 

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