CORDOBA - Este jueves se inaugurará el primer alojamiento gestionado y atendido por chicos con Síndrome de Down, en Costa Azul, cerca de la ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz . "Albergo Ético" tiene espacio para una docena de personas y los cinco jóvenes que el año pasado realizaron una experiencia de aprendizaje en un hotel serán los tutores de otros siete que se incorporan ahora. 

El italiano Mauro Dagna es el impulsor de la iniciativa y, cumplida esta etapa, proseguirá su viaje en moto por el mundo difundiendo la idea que nació en su país hace siete años. El objetivo no es sólo que los chicos con Síndrome de Down aprendan un oficio y trabajen sino que tengan una "academia de la independencia", un espacio donde aprender a valerse por sí mismos en distintas actividades cotidianas, según consigna diario La Nación.

Ellos mismos, acompañados por voluntarios, se encargaron de acondicionar las instalaciones. Empresarios y amigos donaron los muebles y los electrodomésticos para que los visitantes tengan todas las comodidades.

Todos los chicos participan de las tareas, y aprenden a hacer todos los trabajos necesarios en el alojamiento. Sonia, Gabriel, Daniel Lautaro y Natalia son ahora los cinco tutores de los nuevos ingresantes. Ellos cumplieron su capacitación en el hotel "El Cid", de Villa Carlos Paz, que, en 2018, abrió sus puertas para el proyecto que se desarrolló bajo el programa Promover del Ministerio de Trabajo.

Ahora, serán las mismas becas ($3000 mensuales) las que tendrá Fundación Unidos por la Inclusión Social (Upis) para los 12 jóvenes.

Rocío, Candelaria, Belén, Gastón, Germán, Juan Carlos y Antonio iniciaron el proceso que podrá extenderse hasta dos años y ahora, cuando haya habitaciones del alojamiento vacías, podrán usarlas como una "vivienda compartida" en la que hacer la experiencia de la "independencia".

Lucía Torres, mamá de Bruno -un chico de 11 años con síndrome de Down- y creadora de Upis, es quien queda como responsable final del proyecto. Cuando se terminaron las pasantías, fue quien buscó el nuevo espacio para instalar el alojamiento. Por ahora, no pueden usar el nombre de "hotel".


Los pasajeros harán una contribución voluntaria (habrá un mínimo) para poder pagar los gastos fijos y, con el excedente, mejorar los ingresos de los jóvenes.

"Estoy re contenta porque ahora estamos enseñando de todo un poco; el albergue va a quedar lindo y va a venir gente", se entusiasma Natalia.

La academia de la independencia

El nuevo alojamiento tiene tres habitaciones triples y una matrimonial con espacio para un menor. Ofrecerá pernoctación y desayuno. Los integrantes del equipo están organizados en tres turnos para cubrir de 8:30 a 20:30 y ya están pensando en uno nocturno. En cada segmento hay un tutor y -al igual que hicieron los chicos que hoy enseñan- "todos deben aprender todo".

A Sonia, la mayor del staff, con 41 años, le preocupa que los nuevos chicos aprendan a ordenar: "Quiero que acomoden bien; soy muy estricta. No me gusta que quede desordenado, que hagan las cosas con mala gana". Cuenta que le "entusiasma" enseñar y que otros "hagan la experiencia porque yo la viví; como ya estamos preparados es hora de traspasar y hay que hacerlo con mucha paciencia, porque para ellos todo es nuevo".

Para Dagna este "nuevo paso" en la experiencia es superador del anterior porque el espacio permitirá hacer lo que en Italia denominan "academia de la independencia", que apunta a gestionar sus propios espacios de vida. "Para los que hicieron la primera etapa implica un desafío nuevo, como es manejar los problemas derivados del enseñar; ahora manejan sus saberes, sus tiempos y comparten con pares lo que aprendieron".

Germán tiene 29 años y llega al albergue después de una experiencia laboral en una ONG: "Hacía mantenimiento; arreglos. Ahora empecé con eso y voy aprendiendo muchas cosas que se van sumando a las que ya sabía". Para Belén, de 21 años, es su primera experiencia laboral. "Terminé el secundario y estoy muy contenta; me gusta todo lo que aprendo y espero que venga mucha gente".

En Asti (Italia), el albergo ético es una cooperativa integrada por cinco empresarios y cinco jóvenes con síndrome de Down. Con el aporte de una fundación privada pudieron reformar un edificio de 20 habitaciones para huéspedes y cuatro para la academia de la independencia. El objetivo final de Torres es que en Córdoba también terminen teniendo un hostel "propio", calificado como tal. "Este es el escalón intermedio; seguiremos avanzando hacia esa meta", afirma ella.

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