“Chueco” Santillán: convirtió uno de los goles más hermosos del club Germinal, jugó con Francescoli en River y Maradona le firmó un autógrafo
Llegó a Rawson hace más de 30 años donde integró planteles que fueron protagonistas para luchar por el ascenso a la 'B Nacional' en épocas muy difíciles. Con el tiempo aprendió a amar la zona, se convirtió en trabajador vial y cosechó muchos amigos por su calidad humana y hombría de bien.
En el universo del fútbol argentino, hay momentos que trascienden el tiempo y se convierten en leyendas. Uno de esos hitos memorables corresponde al club Germinal, donde Sergio Santillán, conocido como “El chueco” dejó una marca imborrable en la historia del equipo con un impresionante gol de taco en una instancia decisiva del Torneo del Interior de 1993.
Ese gol no solo definió el encuentro sino que se transformó en una obra maestra que se volvió inmortal entre los hinchas verdiblancos.
A lo largo de su carrera, Santillán no solo brilló en Germinal, sino que también tuvo la oportunidad de vivir el sueño de muchos futbolistas: jugar en la Primera División de Argentina.
En 1984, el joven compartió vestuario con leyendas como Enzo Francescoli y Daniel Tapia en River Plate, uno de los clubes más grandes del país.
Aunque su paso por la élite no se pudo extender por lesiones físicas y un período de inestabilidad en el club que discontinuaron su carrera, esta experiencia en River Plate representó la culminación de una pasión que nació en su infancia y se fortaleció con cada paso en su carrera deportiva.
UN ‘OBRERO’ DEL FÚTBOL
Sergio Santillán nació el 05 de julio de 1965 en el seno de una familia trabajadora en San Miguel, zona noroeste del Conurbano bonaerense.
Desde muy pequeño, mostró habilidad para el deporte que, con el tiempo, lo llevaría a destacarse en el fútbol argentino. Pero eran tiempos -extremadamente- difíciles para el país por la inestabilidad democrática y las necesidades materiales para ayudar con las necesidades domésticas.
A medida que crecía, su pasión por el fútbol fue evidente, lo que lo llevó a integrar las Divisiones Inferiores donde su talento no tardó en llamar la atención de los entrenadores.
Eran tiempos donde cada viaje era una odisea porque el costo del pasaje era una aventura en sí misma. Pero su determinación era superior para enfrentar cualquier adversidad como se lo inculcaron sus padres, una generación gloriosa que hizo grande a la Argentina.
El esfuerzo y la dedicación de Santillán rindieron frutos cuando jugar en la Primera División. En uno de los partidos más memorables de su carrera, enfrentó a Unión de Santa Fe en un encuentro que quedaría grabado en su historia personal.
Aquel día, compartió cancha con varios campeones mundiales de los históricos mundiales de Argentina en 1978 y 1986, lo que representó un honor único para él.
Después de su paso por River Plate, donde dejó huella con su juego aguerrido y su habilidad para marcar el ritmo en la cancha, el "Chueco" Santillán continuó su carrera en diversos equipos del ascenso del fútbol argentino.
Estos equipos fueron el escenario donde el futbolista demostró su amor por el deporte y su capacidad para adaptarse a distintos desafíos.
La historia de Santillán es la de muchos jugadores que se entregaron -con total dedicación- a su pasión.
Sus días en los equipos del ascenso le permitieron vivir el fútbol desde una perspectiva más terrenal, cercana al público que sigue al deporte con devoción.
EL ENCUENTRO CON MARADONA EN SU APOGEO Y EL AUTÓGRAFO EN EL LUGAR MENOS PENSADO
Un momento que marcó profundamente a Santillán fue su encuentro con Diego Maradona, el ícono máximo del fútbol mundial.
En 1980 -en el predio de Agronomía donde entrenaba Argentinos Juniors- si bien el "Chueco" lo cruzaba a Maradona porque entrenaban en campos cercanos, un día decidió atreverse a dar un paso más por insistencia de su propia hermana.
Ella quería tener un autógrafo de Diego cueste lo que cueste pero no tenían ningún papel a mano.
En ese momento, ella sacó su DNI verde y dijo “aunque sea, dejame un autógrafo en las páginas de atrás”.
Por supuesto, con la humildad que lo caracterizaba, Diego accedió porque lo conmovió el gesto y con el ‘Chueco’ se cruzaban en espacios cercanos de entrenamiento.
Este gesto se convirtió en una anécdota familiar que perdura a través de las generaciones, reflejando la magia del fútbol y su capacidad de unir a las personas a través de experiencias compartidas.
La historia de Santillán va más allá de los títulos y las camisetas que vistió. Para muchos, él simboliza el amor incondicional por la pelota, los colores de Germinal y la esencia misma del juego.
Su memorable gol de taco es considerado uno de los más bellos en la historia del club, demostrando que el fútbol es mucho más que táctica; es arte, instinto y emoción.
La leyenda del "Chueco" Santillán persiste no solo en los recuerdos de quienes lo vieron jugar, sino también en las lecciones sobre pasión y dedicación que deja para los interesados en progresar en el fútbol a nivel profesional.
En cada conversación sobre su carrera, su nombre resuena como un homenaje al amor por el juego y la búsqueda incesante de los sueños.
SÓLO LOS ELEGIDOS REÚNEN LAS CONDICIONES DE SER BUENOS JUGADORES Y MEJORES PERSONAS
Cada rincón del estadio Germinal evoca su legado, recordando a todos que en el fútbol, como en la vida, hay momentos que nunca se olvidan.
En un deporte donde la gloria es efímera, la historia de Chueco Santillán es un recordatorio de que la verdadera grandeza radica no solo en los logros individuales, sino también en la calidad humana y la amistad.
Su personalidad amable y sus valores como amigo han dejado una huella imborrable en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.
Así, el ‘héroe del taco’ continúa siendo un símbolo de inspiración y un ejemplo viviente que los sueños se pueden lograr en el mundo del fútbol con pasión, talento, dedicación, perseverancia y claridad de objetivos.
Hoy, retirado de las canchas, Sergio "Chueco" Santillán es recordado como un jugador que supo luchar por su sueño desde niño en San Miguel hasta alcanzar la Primera División.
Su historia refleja los valores del esfuerzo, la perseverancia y la humildad que lo acompañaron a lo largo de toda su carrera deportiva.