COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - “Es una hora y media de trabajo por tres pacientes. Lleva entre 30 y 45 minutos la atención de cada uno. Es mucho. Salimos con la cara marcada, nos duele la nariz, nos duele la frente, y me pregunto ¿qué nos va a pasar si tenemos que llenar la sala y las 10 camas son Covid? Da terror, porque imaginate que si cada paciente nos va a dar 30 o 45 minutos de atención va a ser demoledor. Por eso apelamos a la solidaridad de la gente”.

Quien habla es Mariel García (42), jefa de la terapia intensiva del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia. Por estos días, el área y su recurso humano sienten el impacto del coronavirus: la sala tiene mayor rotación y hasta estos últimos días estuvieron ocupadas las tres camas de pacientes para Covid -19.

Afortunadamente este martes sólo una cama quedó ocupada por la evolución de dos pacientes Covid, y los trabajadores del área pudieron tener una jornada un poco más amena. 

Mariel admite que están cansados, pero que están haciendo lo que les gusta y les apasiona, una especialidad que cada vez tiene menos adeptos, tal como evidencia un dato desalentador: en los últimos cuatro años no hubo ingresantes a la residencia de terapia intensiva, especialidad que está avalada por el Ministerio de Salud y la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. 

Mariel García (derecha) es la jefa de la terapia intensiva del Hospital Regional de Comodoro.

UNA VIDA LIGADA A LA TERAPIA

Mariel sabe de lo que habla. Trabaja en la terapia desde 2007 y hace cinco años es la jefa del sector, área que también dirigió su padre, Eloy García, el formador de muchos de los terapistas que hoy le ponen el lomo al coronavirus.

Formada en la educación pública, primero en la Escuela N° 1 y luego en el Colegio Perito Moreno, cuando terminó la secundaria decidió estudiar medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y cuando se recibió decidió que era momento de volver a su casa.

En el Hospital Regional hizo la residencia de clínica médica, al igual que su padre, y luego, cuando se sintió preparada, la especialidad en terapia intensiva.

Mariel admite que el Regional es su segunda casa. Es que según cuenta nació en el nosocomio, el mismo lugar donde su papá y su mamá, asistente social de profesión, trabajaron toda su vida. “Es como mi segunda casa, acá nací y acá trabajaron mis padres”, señaló.

Al otro lado del teléfono, por las restricciones sanitarias, se la escucha preocupada. No quiere que en Comodoro pase lo que sucedió en “General Roca, Río Gallegos, Cipolletti donde hubo muchos médicos contagiados y tuvieron que hacer guardias cada 24 horas o cada 12”, lo que expone aún más al recurso humano. 

“Esto es lo que uno no quiere llegar. Por eso uno apela a la población, pero no porque no haya camas en terapia intensiva; porque las camas están, los monitores están, el tema es el recurso humano. No somos muchos y tampoco son muchos los enfermeros. Es un recurso finito”, explica.

En la actualidad la terapia intensiva del Hospital Regional está integrada por 13 terapistas. Mariel es la jefa y después hay un jefe de residentes, un residente saliente y 10 médicos de planta. A ellos se suman cuatro kinesiólogos y 20 enfermeros, agentes de limpieza y ayudantes.

Mariel admite que el problema de las terapias intensivas es el poco interés de los nuevos profesionales en formar parte de ese sector. “Es una especialidad muy sacrificada. La verdad está asociada a las guardias, no está bien remunerada y es una especialidad desgastante. Vos imaginate que si tenés 50 años y tenés que hacer guardias para tener un buen sueldo y tener pluriempleo es como que es agotador. Muchas noches no dormís en tu casa y a los 50 o 60 no podés mantener ese ritmo. Entonces los médicos más jóvenes eligen actividades más ligadas al consultorio o quirúrgicas que tienen un rédito económico diferente al que tenemos nosotros”.

ORGANIZACIÓN Y COMPAÑERISMO

Por estos días de coronavirus el sacrificio es aún mayor, pero con un poco de ingenio en el Regional se le da pelea.

Al ser poco el recurso humano se organizaron los turnos para evitar el contacto entre los profesionales y que no peligre un contagio masivo entre ellos. 

A modo de ejemplo, cuenta Mariel que antes de la cuarentena quizas iban cuatro terapistas a la mañana, dos a la tarde y dos se quedaban de guardia. Ahora, solo uno se queda de guardia, dos van a la mañana y el resto participa online, una modalidad que también llegó al área.

“El coronavirus nos cambió mucho la modalidad de trabajo a los médicos, enfermeros y kinesiólogos. No es solamente la cantidad de camas sino también el tipo de pacientes y eso te genera mucho más trabajo de hora paciente y de seguimiento. Entonces es más desgastante una guardia ahora que antes”, detalla.

Para tratar de que sea más liviana la carga horaria, el terapista que está de guardia esta semana descansa la próxima semana de las guardias. Mientras que los kinesiólogos rotan entre ellos y hay un máximo de cuatro enfermeros por turnos de 6 horas; es decir que cuando la terapia está ocupada en su totalidad asisten más de dos pacientes críticos cada uno, en virtud, que uno de ellos está destinado a la Unidad Covid, y un segundo profesional está afuera asistiendo en caso que necesite algo. 

La buena noticia es que el plantel es relativamente joven y ninguno de los terapistas pasa los 45 años de edad. Además, según cuenta Mariel, hay “una forma de trabajo muy de compañeros y eso permite seguir día a día”, algo que no es sencillo. 

“No es facil trabajar acá. Lo que elegimos esto lo hacemos porque nos gusta mucho. Es sacrificado, no siempre la querés, pero entrás y das lo mejor que tenés”, admite. 

“Esto complicó mucho la atención de los pacientes, pero no solo a nosotros también al enfermero que para nosotros es fundamental, es nuestra mano derecha. Se siente el trabajo, cuando nos toca varios días seguidos de actividad se nota el estrés que te genera no solo el que está adentro sino también el que está afuera porque uno se queda con la sensación de no poder ingresarlo. Hoy por suerte estamos más tranquilos, pero esperamos que nos dure unos días”, dice Mariel, esperando que pronto termine esta pesadilla.

DEMANDA CONTINUA

Durante estos meses de pandemia un total de 5 pacientes positivos de Covid - 19 pasaron por la terapia intensiva del Regional. A estos se suman los casos sospechosos que luego fueron descartados en esa patología. 

Como dice Mariel para su atención utilizan escafandras, barbijos, máscaras faciales y todo el equipamiento de bioseguridad necesario. Por supuesto abunda el lavado de manos entre pacientes y el dolor en el rostro cuando se abandona la terapia. 

“Esto es desgastante, psicológicamente y mentalmente. Entonces uno le pide a la gente que sea consciente. La gente habla del sistema de salud y le pide a los políticos que compren las cosas, pero somos un conjunto de personas las que trabajamos en el sistema de salud. Tenemos familia y también nos cuidamos. Entonces así como nos cuidamos nosotros, esperamos que el resto se cuide. La solidaridad pasa por cumplir medidas sencillas, nosotros también queremos ver a nuestros padres. Yo no los veo desde febrero y a mi hermano tampoco, pero tenemos que cuidarnos”, sentenció la jefa del equipo de profesionales que día a día trabaja para salvar una vida. 

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