Un informe de Argentinos por la Educación da cuenta de que sólo un 20 por ciento de las escuelas primarias del país utiliza la modalidad de clases sincrónicas, con plataformas educativas o por vía de conexión directa a través de aplicaciones como Zoom u otras por el estilo.

Irene Kit, referente de la ONG nacional, que además reside en Chubut y conoce su problemática educativa de cerca, dijo durante una entrevista exclusiva con el canal digital de ADNSUR que lo más importante es que “los docentes y familias en general logren incentivar a los chicos para aprovechar el tiempo según sus intereses”, al tiempo que abogó por una asignación universal para “leer, cualquiera sea el interés que tengan los chicos”, proponiendo un programa de asignación de recursos para la compra de libros.

“La educación bimodal es algo a lo que nos tendremos que acostumbrar, es decir que la manera en la que estudiantes y docentes se encuentran no es sólo cara a cara, sino con distintas modalidades. Lo que demuestra el informe es que un docente conectado al mismo tiempo con sus estudiantes, parece estar ocurriendo en sólo 2 de cada 10 escuelas”, indicó Kit, quien además preside la asociación civil Educación para Todos y es especialista en Información Educativa y en Gestión de Proyectos.

En el resto de las situaciones, los estudiantes reciben un material impreso con indicaciones de tareas, que las familias pasan a buscar por escuelas que cuentan con comedor escolar, o bien por mensajes de whatsapp. “Siete de cada diez tareas son por texto impreso, o por una foto de la tarea para realizar; dos lo realizan en forma sincrónica; y uno a través de plataformas específicas”.

De todos modos, la especialista advirtió que lo principal “no es el medio utilizado, sino el contenido, la finalidad y el proyecto que se presenta a las familias”.

Además, el informe da cuenta del problema de acceso a la conectividad o a la tecnología para realizar clases sincrónicas: una de cada cuatro familias no tiene acceso a internet ni computadora para estudiar desde casa, según se indica en el relevamiento, por lo que las desigualdades educativas se han profundizado durante la pandemia.

“No perdamos de vista el problema también de que el docente no está acostumbrado, no es fácil transmitir a 20 caritas a través de una pantalla, ni qué hablar cuando las comunicaciones se cortan –indicó-. Tampoco debemos idealizar las clases sincrónicas”.

“Nada reemplaza las clases presenciales”

Otra de las conclusiones del informe indica: “El 47,6% de las familias señala que los estudiantes destinaron entre dos y cuatro horas diarias a actividades escolares, mientras que el 39,0% dedicó menos de dos horas. El 11,0% dedicó más de cuatro horas, el 2,4% de los alumnos no dedica tiempo a tareas escolares en el hogar. Estos datos de carácter exploratorio sugieren  que un gran número de estudiantes destina menos tiempo a sus estudios en la modalidad virtual que en la presencial”.

El evaluar estos indicadores, la especialista chubutense expresó: “Esos datos nos interpelan, porque debemos tener plena consciencia de que con todas estas estrategias estamos simplemente tratando de atenuar una situación dramática y perturbadora de los procesos de aprendizaje. Aun cuando todo funcionara perfecto, internet, electricidad, todos los dispositivos necesarios: nada de eso reemplaza las posibilidades que se dan en una clase presencial, cara a cara con el docente y con los compañeros. Vamos a tener varios años por delante, lo que se ha perdido hasta ahora necesita un plan trienal para compensarlo”.

En ese marco, dio su opinión sobre cuáles son algunas prioridades que habría que fijar, en particular con los adolescentes que están terminando el secundario. Además, para quienes tienen más tiempo por delante en la escuela, expresó que se debe priorizar la comprensión de textos y resolución de problemas, por ejemplo matemáticos, aplicados a situaciones concretas.

¿Cómo impacta además, toda la situación, en el caso particular de Chubut, que antes de la pandemia tuvo una gran cantidad de tiempo de clases perdido, por diversos conflictos y problemas edilicios?

“Si consideramos a la educación como simples contenidos para aprobar, será  cuestión de llenar de contenidos y tomar evaluaciones; pero si estamos apostando a la educación obligatoria, en un sistema de 14 años de permanencia, es porque ese tiempo debe ayudar a desarrollar en forma permanente las capacidades de aprendizaje de los estudiantes. Habrá que pensar planes plurianuales, de tres años mínimo, donde nuestra manera de enseñar y dar seguimiento a los aprendizajes, debe tener mucha prioridad; elegir muy bien a qué dedicar la atención. Hay que fortalecer las capacidades de pensamiento, junto con contenidos importantes. En lugar de estudiar los estados feudales o la conformación del Estado en distintas sociedades y períodos, por ejemplo, no hace falta ver desde los egipcios, sino enfocar cuatro casos y analizar en función de esto qué es el Estado, para qué sirve y cómo se cuida. A eso me refiero con priorizar: contenidos y juicio crítico”.

¿Hay que volver a abrir las escuelas?

Irene Kit también hizo referencia a resultados de las pruebas PISA, cuyos indicadores dieron cuenta de la dificultad para comprender textos. “Para eso es necesario leer y para leer, en mi opinión personal, a veces nos preocupa tanto la conectividad que dejamos de hacer algo mucho más simple, como sería una especie de ‘asignación universal por estudiante’ para que te compres el libro que sea, de tu mayor interés, para recuperar la capacidad de lectura partiendo del interés del estudiante: desde historia de la música, hasta mecánica del automotor o el tema que sea. Eso apuntalará la capacidad de aprendizaje. Se podría resolver fácilmente, con mucho menos dinero de lo que nos paraliza hoy por falta de tecnología”.

La especialista no escapó al debate actual en torno a si las restricciones por la pandemia deberían mantener las escuelas cerradas o reabrirlas.

“Los números que estamos viendo nos dicen que hay que seguir y aceptar las decisiones sanitarias. Parte de la enseñanza es que debemos tomar lo que se decide en esos ámbitos, en nuestra provincia es muy heterogéneo. Creo que la deuda que tenemos como sociedad es que dentro de la variación de situaciones, se deben prever dos o  tres alternativas, desde la presencialidad, a semi presencialidad o estar totalmente en casa. Que cada uno sepa qué hacer en cada circunstancia, si debemos quedarnos en casa, la familia debe estimular a los chicos a que dediquen tiempo a sus intereses. Si le gusta dibujar, o aprender música o armar bloques, que todos los días lo haga, para que el cerebro de nuestros hijos y adolescentes esté más tiempo con el estímulo suficiente, más allá de las 2 horas que dijimos antes. Se necesita tiempo activo, como mínimo, de 4 horas por día. En eso debemos asociarnos con alternativas viables”.

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