El incendio forestal en la zona de arroyo Centinela en el Parque Nacional Los Alerces lleva 13 días ardiendo, y las llamas ya consumieron alrededor de 7.000 hectáreas de bosque nativo. Este martes por la noche se registraron algunas lluvias, lo que trajo un poco de alivio a los habitantes y brigadistas.

Continúan apareciendo duros testimonios acerca de la situación dentro del Parque, en este caso de vecinos que tuvieron que arriesgar su vida para rescatar a sus animales. Esteban Bravo trabaja en uno de los campos de la zona, ofreciendo cabalgatas en Rincón del Sol, a 50 km de Esquel de cara al lago Futalaufquen. 

Estaban contó que no le quedó otra que dejar las tranqueras abiertas en el campo por las operaciones de emergencia contra el fuego y por eso dos de sus caballos se perdieron al adentrarse en la montaña y enfrentarse al peligro del fuego. Tomó el riesgo de ir a buscarlos, los encontró y los trajo de vuelta sanos y salvos.

 “Acá estoy con mis caballitos. Tengo una calentura terrible con estos hdp. Es terrible. Ahora tengo que andar en la ruta moviendo a los caballos para poderlos alimentar”, declaró el hombre en sus redes sociales. 

En esa incursión observó vacas que trataban de huir y algunas que no lo consiguieron. Pumas mucho más ágiles que escapaban indemnes y jabalíes y ciervos desesperados por encontrar la manera de escapar. También fue testigo al poner a volar el drone de cómo las llamas rodearon la casa de los Rosales sin remedio y sabe también de una hostería vecina entre pinos exóticos que estaba amenaza por el fuego.

“Me cagaron el sustento de los pobres animales, me cagaron el laburo, es terrible ver cómo el fuego avanza. Y los pobres brigadistas luchando con el fuego en el frente con este viento”, agregó al borde de las lágrimas.

“No puedo aguantar esto. Una cosa es tener un sueldo y llegar a fin de mes, pero así es complicado. Estoy agotado de tantos días así. La verdad que duele. Por el trabajo, por el bosque, no lo vamos a recuperar más. Un amigo me dio lugar en un campo para los caballos por unos días. Yo al campo no lo puedo largar, se me están agotando las baterías pero tengo que seguir. Cambia la dirección del viento y cambia todo. Hay que andar a las corridas para sacar a los caballos por culpa de unos ignorantes que destruyeron todo en un día”, continuó.

“¿Por qué carajo hacen esto? Ahora tengo que mover a los caballos. No se si me escaparon a la ruta. Ya no tengo dinero para comprar forraje para mis caballos. La verdad que duele destruir tanta naturaleza, tanta diversidad de bosque”. 

“No tenemos apoyo del gobierno ni nada, trabajamos a pulmón. Los sueños se me están yendo a pique, pero la vamos a seguir peleando”, finalizó. 

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