Acrobacias aéreas: Control y libertad para dibujar en el cielo

COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR/ Por Rocío Barquin) - Existen en este mundo algunas personas para las que volar es una pasión, es un fuego que nace en el pecho y que los hace sentir nativos del cielo, más que de la tierra. Que tienen un amor profundo por lo que hacen, y que entusiasman a quienes los escuchan. Ricardo Pileggi es médico, vive en Caleta Olivia, y es más que un piloto. Y mucho más que un piloto acrobático; es un enamorado de la aviación. Mirá la entrevista que le hizo ADNSURTeVé cuando estuvo en el festival aéreo que organizó el Aeroclub Comodoro Rivadavia a fines de marzo.

La gente está parada sobre la plataforma, con la cabeza inclinada hacia atrás y sus miradas siguiendo al avión que -para ese momento- es una pequeña mancha metalizada en el cielo que continúa ganando altura. La expectativa del grupo se quiebra cuando la aeronave comienza a caer hacia la tierra, y el sobresalto de algunos se mezcla con los primeros aplausos -que se hacen generales- cuando el piloto sale de esa maniobra de barrena y estabiliza la nave, tras lo cual hace una pasada sobre el eje de la pista, a baja altura, saludando a su público.

El avión es un Rans-S9, diseñado a mediados de los ’80 específicamente para vuelos acrobáticos. La matrícula pintada en el ala derecha -LV-X304- dice que el avión no salió de la línea de ensamblaje de una fábrica (la "X" señala que es experimental). En este caso, fue armado por su propio piloto. Con un dispositivo de humo adosado a la cola del avión, Ricardo Pileggi guía el monomotor en un recorrido que dibuja el aire de Comodoro.

Médico de profesión, Ricardo llegó al sur cuando era un joven profesional con una pasión que lo acompañaba desde chico: volar. Y no sólo pudo alcanzar su sueño de ser piloto, sino que lo llevó más allá, abrazando la libertad que nos cuenta que siente cuando su Rans-S9 baila en el cielo.

“Es la libertad y el control al mismo tiempo”, nos confía Ricardo, tratando de explicar la sensación que lo invade cuando está en el aire. Y nosotros tratamos de asomarnos a ese cielo e imaginar, al menos por un momento, que nos crecieron alas.