Azucena del Luján Caamaño: la comodorense que fue "Miss Siete Días", top model en las pasarelas del mundo y se casó con un famoso cantante francés
Quizás hoy camina por la calle de Comodoro y muchos no la conocen. Sin embargo, quienes vivieron el esplendor de los 80 y principios de la década del 90 saben quien es Azucena Caamaño, la comodorense que fue Reina del Petróleo en 1983 y Miss Siete Días, con todo lo que significaba en ese momento. Este domingo te contamos la historia de esta mujer que solo quería desfilar y terminó trabajando en las grandes pasarelas de moda de Italia, Paris y New York, y hoy continúa ligada a la Patagonia junto a su marido, un gran cantante francés que ama esta parte del mundo.
Son las dos de la tarde de un viernes, pasaron semanas desde la primera vez que intercambiamos mensajes por email. El último pautaba el horario y lugar de la entrevista.
Como en el pasado, no hay intercambio de celulares, tampoco mensajes de WhatsApp. Así que cuando llego a destino solo queda tocar timbre y esperar. “Hola, busco a Azucena”, digo delante del portero eléctrico. “Hola, ¿Fredi?, responde al otro lado. Confirmó, y a los pocos segundos aparece ella en la puerta. Se la ve radiante, bella y sobre todo elegante.
Azucena Caamaño nació y se crió en Comodoro Rivadavia, la ciudad donde en 1907 se descubrió el petróleo y es cuna de la verdadera YPF. Aún recuerda su infancia en Ciudadela, donde vivió con sus padres, también aquellos días de campo en Sierra Cuadrada y las tardes de clase en la ENET N° 1. Sin embargo, su vida hoy transcurre entre París y el campo, también a veces New York, donde hasta hace poco tiempo estudiaron sus hijos; y en aviones junto a su marido, el famoso cantante frances Florent Pagny, quien supera los 10 millones de placas vendidas en Europa y recientemente grabó con Diego Torres, además de haber actuado en carrera con otros grande de la música como Luciano Pavarotti.
Azucena en las últimas semanas recibió en su casa del Centro de Comodoro a ADNSUR y con una sencillez que la aleja de su excéntrica vida, recordó su infancia, su adolescencia, y sus inicios en la moda; primero en Argentina y luego en Europa y Estados Unidos. Pero vamos al principio.
EL INICIO DE TODO
La protagonista de esta historia tiene raíces bien patagónicas. Su papá nació en el campo, en la zona de la meseta, y su mamá de Pico Truncado. Sin embargo, sus abuelos son de Italia y España.
Cuenta que hasta los 7 años vivió en Ciudadela, allí donde estaba la familia de su padre, y luego se mudó al centro de Comodoro.
“Hasta los 6 o 7 años vivía en Ciudadela. Toda la familia de mi papá estaba ahí, mis abuelos, mis tíos y mis primos. Era una vida refamiliera, re de barrio. Después nos mudamos al Centro. Me acuerdo que hice la primaria en la Escuela 24 (hoy 83) y en la Alemana, que estaba acá arriba. Era un barrio realmente muy lindo, y después fui a la Enet; la escuela técnica”.
Azucena admite que siempre soñó con ser ingeniera. Sin embargo, el destino la llevó por otro camino. Es que siempre le atrajo el modelaje y de tanto buscar tienda por tienda, intentando hacer publicidades; y certamen por certamen, terminó convirtiéndose en la Reina del Petróleo, y ese mismo año en Miss Siete días, el certamen de belleza más importante que por entonces tenía el país, y que tuvo entre sus ganadoras a Graciela Alfano, Tete Coustarot y Adriana Costantini, entre otros.
¿Pero cómo comenzó esta historia de modelaje? ella lo recuerda. “A mi me encantaba desfilar”, dice a la distancia. “Era mi pasión e iba a las tienditas de Comodoro y me proponía, pero me decían ‘sos medio chica, medio baja’, entonces me inscribía en todos los concursos de belleza que había. En el primero que me anoté, tenía 16 años, fue para la fiesta del estudiante, después participé en el de Reina del Petróleo, y después Miss Siete días. Pero la verdad yo quería ser ingeniera, y cuando gané Miss Siete Días me dieron un contrato con una agencia y un par de cosas para trabajar. Mamá me dijo ‘mirá, ingeniera podés hacerlo cuando quieras, pero modelo a los 30 no vas a poder ser. Es algo que podés hacer ahora. Y estudiar podés hacerlo en paralelo’ así que me fui y al final no fui ingeniera”, dice entre risas.
Por ese entonces Miss Siete Días era el gran certamen de belleza. Todos los años buscaba chicas por el interior del país para su gran final televisada. En uno de esos casting que hicieron en Comodoro, posiblemente en el Hotel Austral, según recuerda Azucena, ella fue seleccionada para participar en la final.
Recuerda que era septiembre y poco tiempo después fue elegida Reina del Petróleo. Fue todo fugaz, tanto que incluso se fue a Buenos Aires, para participar de la final, directamente desde Mendoza, donde estaba participando de la Fiesta de la Vendimia.
En la Gran Capital estuvo una semana en un hotel, donde las prepararon para la 16ta edición del concurso que iba televisado por Canal 13, bajo la conducción de Juan Alberto Mateyko.
Un jurado de 30 personas, integrado por representantes de Editorial Abril, marcas auspiciantes como Lycra de Ducilo y Lloydtur; y personalidades del medio como Virginia Hanglin, la 1º Miss Siete Días, Teté Coustarot y el cantante español José Vélez tuvieron que elegir entre 18 participantes de Argentina, Paraguay y Uruguay, y Azucena, la joven de la ciudad del sur de la Patagonia, fue elegida Miss Siete días. El premio fue un viaje a Brasil, al que se fue con su mamá, y contratos de moda.
Azucena, reconoce que el concurso cambió todo para ella, es que como dice “era más importante que Miss Argentina en esa época”.
“Como estaba ligado a una revista de papel tenía mucha influencia a nivel trabajo. Eso me arrancó y me dio una patada para arrancar en el mundo de la moda, que un poco era mi objetivo, así que así empecé”.
En Buenos Aires su madrina fue Teté Coustarot, y en Comodoro Silvia Missoni, alguien que recuerda con mucho cariño.
Azucena admite que incluso ella fue quien la acompañó a la primera reunión que tuvo con Teté . Necesitaba alguien que la acompañara. Tenía apenas 17 años y debía meterse de lleno en el mundo de la moda. Y de allí no paró más.
Su vínculo con la modelo y conductora patagónica fue fundamental en el crecimiento de su carrera. Ella la ayudó, la aconsejó y la recomendó en la agencia de Ricardo Piñero. “Eso ayudó, porque cuando llegás caído, que no conoces nada, entonces siempre viene bien una mano externa”, reconoce a la distancia.
En total estuvo cuatro años en Buenos Aires. Y mientras trabajaba en desfiles, comerciales y sesiones fotográficas terminaba sus estudios en una escuela técnica nocturna, donde se recibió como bachiller físico - matemático.
Una vez que culminó la secundaria, en el 88, Azucena decidió cambiar de aires. Así, agarró sus valijas y se fue a Europa; quería saber lo que era la vida.
“En principio me iba por un año a probar suerte y ver de qué se trataba la vida. Quería conocer Europa y las raíces de mi abuela materna, que todavía tenía familia en España. Fui a trabajar y llegué un lunes y el miércoles estaba trabajando, y no paré más”.
Su llegada a Europa fue un éxito para ella. Un día antes de viajar un representante español estaba buscando modelos argentinas para trabajar en España, y dio con él a través de un amigo, sin saber que tres días después iba a estar trabajando en Madrid, la capital de ese país.
“Yo iba a ver a mis parientes, pero el día antes de subir al avión me pasó esto. Así que a los tres días estaba trabajando. Allí estuve casi 8 meses. Hice Madrid, Barcelona, un poco de Londres y un poco de Italia, pero tenía base en Madrid”.
Azucena volvió a Comodoro para Navidad, sabiendo que después se volvería a ir. A su regreso a Europa, eligió la capital de la moda, Milán (Italia) y su carrera terminó de despegar.
En Italia solo estuvo seis hasta que recibió un llamado de Francia. En la ciudad de la Torre Eifel, tampoco estuvo mucho tiempo, ya que allí conoció a un representante que estaba buscando chicas para Estados Unidos y se fue a New York, donde encontró su base para viajar a Francia, Los Ángeles, Londres, Italia, o donde la llamaran. Es que como dice, ante la consulta, estuvo “en el circuito top de la moda”, hasta que un día quiso volver a París, el lugar donde todo cambió nuevamente para ella.
Era el año 93, y Azucena llevaba apenas seis meses en Francia cuando conoció a su marido, un cantante francés que no pasaba un buen momento, pero gozaba de popularidad en ese país.
“Yo no sabía quién era, no conocía su música, ni nada. Nos conocimos en una fiesta en un barco flotante que tenía un amigo, nos gustamos y empezamos a salir. Yo seguía trabajando y él seguía cantando y después juntos montamos una empresa para ocuparnos más de su carrera”.
La empresa se bautizó “Cuadrada Producciones”. El nombre lo eligió Florent Pagny, luego que al año de salir con Azucena vinieron a conocer a sus padres a la Patagonia. En ese viaje de 15 días conoció Ushuaia, los Glaciares, la cordillera y terminaron en Sierra Cuadrada, donde los padres de Azucena tienen un campo.
A Florent le gustó tanto el lugar que le terminó poniendo ese nombre a la empresa, y le dijo a su mujer algo que luego cumplió: “Si algún día tenemos un hijo, tenemos que venir a vivir mitad y mitad”.
Inca finalmente nació en Francia, pero a los seis meses vino junto a sus padres a conocer la Patagonia. El amor por el lugar había sido instantáneo para el cantante, por eso con el tiempo terminaron comprando un campo en Cholila, que se convirtió en su segunda casa.
Lo cierto es que Cuadrado Producciones dio resultado, y la carrera de Florent despegó, convirtiéndose en una megaestrella en Europa con la compañía de Azucena, quien decidió dedicarse de lleno a su familia.
Por entonces ya había dejado de lado la pintura y las pasarelas, y la pareja combinaba tiempo entre Francia y la Patagonia.
Fue aquí incluso donde ella comenzó a dedicar su tiempo libre a la arcilla y la alfarería, un hobby que desarrolló aún más en la pandemia.
Hoy combina ese hobby con sus demás actividades y su empresa de cosméticos: Rosazucena, una línea de cuidado de la piel totalmente natural y orgánica hecha de aceite de rosa mosqueta, extraído de la cordillera de Chubut y elaborado en laboratorios de Francia.
Sobre este emprendimiento, Azucena reconoce que es algo que siempre le gusto. “Siempre me gustó mucho la cosmética natural, yo siempre digo soy una beautyvictim. Siempre hacía mis inventos naturales con arcilla o sacaba algas de la playa y hacía mis máscaras, y cuando salió esto del aceite, dije vamos a ir al final. Primero lo vendíamos como materia prima, pero no teníamos mucho resultado. Entonces dijimos vamos a hacer el producto final y desarrollé las fórmulas en Francia. Fuimos de los primeros en hacer una gama de cosméticos de lujo orgánica, que es muy difícil, porque hace 10 años todo lo que era orgánico estaba más relacionado a la alimentación, pero ahora se está poniendo más de moda, con más vitrinas, más vidriera”, dice con orgullo.
Es que como cuenta, “a la marca le está yendo bastante bien, vamos creciendo de a poquito. Todo se comercializa online, principalmente en Francia y Europa. Hay muy pocos puntos de venta, principalmente en Bélgica, Francia, Suiza, pero sobre todo es online, y con este tema del Covid terminó funcionando más”, dice sobre este proyecto que tiene una producción anual de unos 10 mil productos para toda su gama.
Hoy Azucena pasa su vida entre Francia y Argentina. Por la pandemia, estuvo un año sin poder venir a la zona. Sin embargo, hace unos meses pudo regresar y ver a los suyos, en la ciudad donde algunos todavía la reconocen, tal como le demostró una vecina, que un día la vio sacando yuyos de un cantero y la reconoció.
“Estaba con pelos de bruja, sacando yuyos en jean. Estaba con la nieta y le decía 'es Azucena’. Me dijo que se acordaba de la época de Siete días, fue algo gracioso, todavía hay gente que se acuerda de mí”, dice entre risas, preguntándose ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido ingeniera?”