COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) - Cuando el CEO de Shell dijo en agosto último que su “próximo automóvil será eléctrico” dejó reflejado hasta qué punto el paradigma energético ha cambiado en los últimos años, con una acelerada transición desde las energías fósiles hacia las fuentes limpias. 

Un indicador más cercano a nuestra región, igualmente inserta en aquel contexto internacional, ha sido la reciente creación de una empresa a través de la cual la principal petrolera del país, nacida hace casi un siglo al ritmo de bombeo del petróleo en Comodoro Rivadavia,  fijó rumbo hacia la generación de energía eléctrica. 

¿De qué forma podrá insertarse Chubut, o la Patagonia en general, en ese nuevo contexto? ¿Cuáles son los debates pendientes para no quedar al margen?

El golfo San Jorge, tanto el sur de Chubut como el norte de Santa Cruz, han ocupado un lugar esencial en el desarrollo de la actividad petrolera. Hoy, ambas provincias aparecen fuertemente posicionadas con otro recurso natural de vital importancia frente al cambio del paradigma energético: el recurso eólico y la posibilidad de generar energía eléctrica a partir del viento.

De hecho, los principales parques eólicos que proyecta “YPF Luz” se distribuyen en ambas provincias, con potencia de 220 mw de generación, a lo que se suman otros proyectos con similar objetivo –la producción y venta de electricidad- de compañías petroleras que operan en la región.

No se trata del único activo con el que la naturaleza ha dotado a estas latitudes. Sabido es que la existencia de una de las principales reservas de plata sin explotar, a nivel mundial, se ubica en la meseta chubutense, mientras que otros metales se explotan actualmente en el territorio santacruceño.

Minería y cambio climático

¿Hay vinculación entre la minería y las fuentes de energía limpia? Un informe elaborado por el Banco Mundial y recientemente presentado en el ámbito de un seminario promovido por empresas del sector, da cuenta de los usos y aplicaciones de la plata como metal industrial.

Según esos estudios, la demanda mundial de este elemento crece en forma constante no ya por su valor como metal precioso, sino como insumo industrial para las aplicaciones eléctricas, electrónicas e industriales. 

En el primer caso, los ejemplos más puntuales refieren al uso en celulares y tecnología informática general, mientras que los componentes de los automóviles eléctricos generan la mayor demanda en el segundo renglón.

En el tercero, es decir en la escala industrial, las distintas aleaciones de plata con otros metales tiene una gran variedad de aplicaciones, que van desde las carrocerías de vehículos hasta pantallas táctiles o tecnología aeroespacial.

En ese foro quedó plasmado que un futuro con bajo contenido en carbón, para atenuar el cambio climático, requiere de mayor uso de metales. Según esa lógica, la minería y el aprovisionamiento de metales como plata, cobre y litio serán fundamentales para bajar la incidencia de los combustibles fósiles.

“La plata es cada vez más un metal industrial –se sostuvo en una de las presentaciones del foro, a cargo de la consultora ABECEB-. Como mineral resulta indispensable para el desarrollo de algunas de las industrias que mayor impacto tendrán en la vida cotidiana y la economía global en los próximos años: automotriz, energías renovables, medicina”.

A título de ejemplo, se menciona que la sensibilidad de la plata a la luz promueve su creciente uso en la industria fotovoltaica, es decir la construcción de paneles solares.

También los componentes para fabricar una turbina eólica de 3 Mw incluyen minerales: 335 toneladas de acero, casi 5 tn de cobre, zinc y minerales raros. “Sin metales simplemente no sería posible un futuro de bajo carbón” o energías fósiles, fue una de las conclusiones de Juan José Rosel, representante del Banco Mundial.

Los debates pendientes en Chubut

De la mano de un enfoque “climáticamente inteligente”, el contexto internacional y los compromisos asumidos en el Acuerdo de Paris plantean nuevos desafíos a escala global. 

Así como hoy la provincia todavía depende de las regalías provenientes del petróleo que aún se demanda para energías fósiles, en 20 años –o acaso antes- la demanda será totalmente diferente. Inglaterra y Francia ya anunciaron que en 2040 no fabricarán más vehículos nafteros o gasoleros, mientras que Volvo anunció ese objetivo para el año próximo.

Chubut ha evitado hasta ahora discutir la reglamentación de una ley que prohibió la explotación minera en determinadas regiones que pueden vivir del turismo, pero que abrió la posibilidad de su desarrollo en otras áreas, para lo cual debía convocar a un amplio debate a fin de garantizar las condiciones de una explotación sustentable: en esa agenda, está por clarificarse aún el análisis en torno a la renta que podría generar la actividad, que junto a la capacidad de control ambiental del Estado siguen siendo las principales incógnitas a despejar.

El paradigma energético ya cambió y es difícil evitar su impacto. En todo caso, la pregunta es de qué modo prepararse para enfrentarlo, con liderazgos que hoy no se advierten, a partir de objetivos claros, con un debate técnico y social alejado de posturas dogmáticas.

 La peor decisión, en todo caso, parece ser la que no se toma y se entrega al arbitrio de quienes se apuren a hacerlo por nosotros.

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