MÉXICO (ADNSUR) - Un equipo de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aseguró que el proceso de domesticación de los perros provocó en ellos una serie de cambios tanto físicos como neurológicos, entre los que destaca la capacidad de sonreír.
Algunos estudiosos plantearon que cada ejemplar tenía diferencias individuales que marcaron esta adaptación a un nuevo ambiente. Es decir, algunos eran más dóciles y se aclimataron para vivir con los humanos, quienes los reprodujeron hasta obtener especímenes como los de hoy: simpáticos, dóciles y carismáticos.
A través de la etología cognitiva (que estudia el comportamiento de los animales) se realizaron tomografías a los perros para investigar sus emociones y se descubrió que los canes comparten estructuras neurológicas muy parecidas a la de los humanos. Por lo tanto, se trató de investigar si comparten las mismas emociones que los humanos.
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Según la investigación, la expresión facial que tenemos como humanos fue corretamente interpretada por los perros a tal punto de suponer que ellos piensan “me estoy riendo porque me la estoy pasando bien”. De esta forma, lo perros lograron imitar a sus dueños. “Si en algo son buenos los perros es en leernos todo lo que es el lenguaje verbal y no verbal, es decir, la parte emocional”, indicaron. Según la teoría de las neuronas espejo, que poseen todos los seres sociales, no sólo los perros, es posible que los canes sonrían.
De hecho, algunos especímenes exageran esta expresión y esto debe ser “porque vienen de una familia muy feliz, donde ellos entienden que esta expresión es una forma de sentirse bien.”
Aunque somos especies muy diferentes (y más parecidos a los chimpancés o gorilas) el perro es el único que como tal sonríe. Su musculatura facial les da para eso. Un cerdo o una vaca no podrían tener una sonrisa, de hecho cuando están felices tienen ciertas actitudes como saltar o correr pero jamás sonreirán, publicó Crónica.