En tiempos de crisis y pandemia celebrar es casi una utopía para muchos, pero aún más para quienes no tienen recursos o trabajo, en estos duros tiempos que se viven. Sara Roldán, este miércoles cumplió 15 años y gracias a la solidaridad de un comedor del barrio Abel Amaya, y de parte de la comunidad, pudo festejarlo como suele acostumbrarse a esa edad.

Es que de un chocolate caliente y unas empanadas que pensaba realizar en su casa, pasó a un festejo que incluyó torta, maquillaje, fotografía, vestido, souvenir, el adorno para la torta y muchos regalos, gracias a la ayuda desinteresada de Marión Pérez, una docente que hace tres años instaló un merendero en su casa y luego terminó convirtiéndose en un comedor ante la demanda cada vez más grande de algo esencial: la comida.

No se trata de romantizar la pobreza, ni caer en estereotipos de género, sino de los anhelos de una adolescente que soñaba con celebrar sus 15 y la ayuda desinteresada de gente, que sin necesidad de hacerlo, se propuso colaborar y donó parte de su tiempo, dinero o trabajo para que Sara pueda tener su cumpleaños feliz. 

Juana Olga Barboza, la mamá de la joven, anoche no podía ocultar su emoción. “Doy gracias a Dios porque la seño Marion nos dio una mano muy grande, más por la situación que estamos y esta pandemia. Estoy muy agradecida.”, dijo ADNSUR. 

Marión conoce a Juana porque ella es una de las tantas madres que llegan los sábados a buscar viandas. Son 8 en su casa, contando a sus cuatro hijos, su cuñada y su sobrina, y sin trabajo hay que pucherearla todos los días

El último miércoles, sabiendo que se acercaba el cumpleaños de Sara ella se acercó al lugar y le preguntó si tenía algo para donarle, sea dulce o salado. Lejos de esquivarle al pedido, Marion, quiso hacer algo más grande y luego de hablarlo con los voluntarios del comedor, decidió pedir donaciones y ayudar entre todos a que Sara tenga su cumpleaños feliz. 

“Es una familia con la que siempre colaboramos", dijo Marion a ADNSUR al contar las razones por cuáles decidió avanzar con la iniciativa. "La mamá me comentó del cumpleaños, y con el grupo de voluntarios del comedor empezamos a buscar donaciones. Pero fue muy rápido, en menos de 24 horas se consiguió todo: torta, maquillaje, vestido, sandalias, souvenir, el adorno para la torta, la decoración, donaciones de comida, bebidas, regalos, hasta una fotógrafa. A muchos tuvimos que decirle que no, que ya teníamos todo”, admitió.

EL TRABAJO DE TODOS

Anoche a la joven se la veía feliz. Cerca de las 17 Carla comenzó a maquillarla. Mientras tanto, Nati Toloaba le realizaba las primeras fotografías. Por ese entonces, Lucia Canteras ya le había hecho las uñas y Brenda Oyarzo la había peinado.

Alrededor de las 19:00 la joven salió hacia el pequeño salón que le prestaron, una pequeña habitación de una hermana de la iglesia a la que asisten. Cuando llegó su papá fritaba empanadas al aire libre. Mientras su mamá y sus hermanos, decoraban con globos el lugar. Cuando llegó no hubo música, ni aplausos, todavía quedaba terminar de acomodar la comida y gaseosas de las donaciones. Una vez que lo pudieron hacer, ahí comenzó el festejo y que mejor de hacerlo que cantando el feliz cumpleaños, acompañados con una guitarra de fondo.

Sara, que asiste a cuarto año de la escuela 737 y que sueña con ser policía, gendarme o militar, estaba feliz, al igual que su madre, su padre, Marion y Aldana, otra colaboradora del merendero. Es que habían podido cumplir su sueño.

A ella no le quedaban más que palabras de agradecimiento. “Estoy muy contenta, muy agradecida, realmente no me esperaba absolutamente nada de esto”, dijo, previo a soplar la vela y comenzar su fiesta, la de sus 15 años.

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