Con el calor, llegaron ellos: cuál es el rol de los "cascarudos" en la conservación de los médanos costeros
La especie Nyctelia circumundata, un coleóptero tenebriónido conocida como "cascarudo" o "catanguita", aporta nutrientes al suelo arenoso de los médanos costeros del noreste de la Patagonia, facilitando el crecimiento de la vegetación que fija la arena al lugar e impide su movimiento por el viento.
Durante los meses más calurosos del año, es común observar en los médanos de las playas de Chubut una gran cantidad de escarabajos, insectos que, si bien poco se sabe de ellos, realizan un gran aporte a la conservación de estos ecosistemas en la región.
El Doctor en Biología, investigador del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC) del CCT CONICET-CENPAT y docente en Facultad de Ciencias Naturales y de la Salud de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Germán Cheli indicó que son “los insectos que están más asociados al suelo, a los que caminan en la Patagonia árida. Mi trabajo se centra en usar a estos insectos como indicadores de cambios ambientales, que pueden ser naturales o antrópicos”.
Cheli comenzó a estudiar a Nyctelia circumundata, también conocida como catanguita o cascarudo, una especie que de escarabajo tenebriónido que “está súper adaptada a los ambientes áridos, perdiendo la capacidad de vuelo y utilizando las alas como protección, lo que les genera una cámara de aire por la que respiran y pierden muchísima menos agua que, por ejemplo, una cucaracha. Eso hace que con 35 grados pueda seguir caminando y estando activo en el médano”.
En el año 2018, Cheli realizó un ensayo de laboratorio en el que demostró que “estos escarabajos comen plantas muertas y esa energía la reingresa a través de las cacas, incorporando nitrógeno y carbono al suelo. Eso, durante las épocas frías del año lo hacen primordialmente los microorganismos, sin embargo en verano se inactivan y ese rol lo cumplen estos bichos”.
El escarabajo puede llegar a aportar hasta un 40% más de carbono y de nitrógeno que lo que tenía el suelo original y al nutrir el suelo hace que la cobertura vegetal se mantenga o incluso crezca más.
“Esa cobertura vegetal es lo que fija la arena al lugar”, afirmó el investigador, quien remarcó que “si estos bichos se extinguen, el suelo se empobrece, va a haber menor cobertura vegetal y al médano lo vuela el viento”.
A partir de este hallazgo, Cheli junto a estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales y de la Salud de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (sede Puerto Madryn) comenzó con un trabajo de captura, marcado y recaptura para saber el tiempo que viven los escarabajos y cuánto caminan para tener una estimación de cuánto pueden dispersar los nutrientes.
El trabajo se lleva adelante hasta el día de hoy en el médano costero ubicado entre el hotel Rayentray y el Parador Municipal de la bajada 9 de Puerto Madryn.
“En los meses cálidos del año, primavera y verano, hacemos varios muestreos, en cada uno de los cuales nos van a ver todos los días en los médanos capturando y recapturando estos bichos, marcándolos y poniéndoles un código y un número”
El trabajo se desarrolla en una grilla de unos 200 metros de largo por 50 de ancho, con 40 trampas de caída que están dispuestas durante los 10 días de dura cada muestreo, aunque en algunos casos los científicos deben lidiar con el vandalismo, ya que han sufrido el robo de algunas estacas y frascos.
“En este médano debemos tener marcados más de dos mil escarabajos, aunque no todos viviendo al mismo tiempo. Hay bichos que hace cuatro años están vivos, por ejemplo en octubre de este año encontramos al escarabajo número uno, que lo habíamos marcado en el año 2019”, resaltó Cheli.
Una vez finalizado el muestreo, los datos serán analizados mediante complejas herramientas matemáticas con especialistas de la zona: “Dependiendo de los resultados vamos a ver si lo seguimos este año o si terminamos en marzo”, completó el biólogo.
Finalmente, Cheli se refirió con preocupación a la conservación de la Nyctelia circumundata: “Los resultados preliminares nos muestran que la mayor mortalidad de estos bichos se da en verano, lo que quiere decir que se pueden bancar el estrés ambiental del invierno, pero no la presión de uso humano que tenemos en enero”.