Coronavirus y Malvinas: cómo se preparó el Hospital Regional para las dos emergencias sanitarias más grandes de Comodoro
El Hospital de Comodoro Rivadavia por estos días vive jornadas distintas. De un momento a otro todo puede cambiar ante un posible caso de coronavirus. Se adaptaron sectores, se compraron equipos y se organizó un protocolo, algo similar a lo que sucedió hace 38 años cuando el nosocomio tuvo el rol sanitario más importante de su historia: la guerra de Malvinas.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Los jóvenes y quienes migraron a Comodoro Rivadavia en las últimas tres décadas quizás no saben que alguna vez el Hospital Regional se convirtió en un Hospital de Guerra, donde llegaron cientos de heridos, entre soldados, suboficiales y oficiales del Ejército Argentino y otras fuerzas armadas.
Corría el año 1982 y Argentina entró en guerra con el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas, archipiélago que se reclama hace más de 130 años.
En la mañana del 2 de abril, un grupo comando desembarcó en las islas y las recuperó. Fue el primer paso de una guerra que terminó de explotar el 1 de Mayo, cuando se produjo el Bautismo de Fuego argentino, y culminó el 14 de junio, día que la bandera dejó de flamear en territorio malvinense.
Durante esos 64 días, Comodoro fue Centro del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, la capital de una región que estuvo sumergida en la guerra con apagones, simulacros, heridos y fallecidos.
En los primeros días de abril el despegue de aviones y helicópteros militares fue parte de la cotidianidad. También la solidaridad y la preparación del Hospital Regional, nosocomio que se alistó para recibir a los heridos, tal como había sucedido unos años antes durante el conflicto por el Canal de Beagle con Chile. Aunque esa vez todo terminó en paz con la conciliación del Papa Juan Pablo II.
Las crónicas de la época recuerdan ejercicios de evacuación de pacientes, redistribución de personal y asignación de tareas de emergencia. También se acopió, se prepararon y distribuyeron insumos destinados al tratamiento de traumatismos bélicos, y se decidió que las clínicas privadas monopolicen la atención de pacientes para que el Regional se centre en los heridos de la guerra.
El mismo 2 de abril se comenzó a trasladar a todos los pacientes comunes, tarea que demandó 48 horas. Mientras tanto, la sala de parto se convirtió en un quirófano para tener cuatro salas de operaciones.
Cuenta el libro Crónicas del Centenario que por esos días, el jefe del servicio de enfermería del nosocomio les enseñaba a estudiantes de 4to y 5to año como debían trasladar pacientes en camilla por si era necesario. Mientras que en los periféricos se acopiaban medicamentos y elementos que eran donados por los vecinos.
En los primeros días el personal sanitario – médicos, enfermeros, técnicos, administrativos y personal operativo- debía cumplir turnos diarios de 12 horas sin descanso semanal. Mientras que voluntarios y enfermeros jubilados se pusieron a disposición de la dirección. Aunque todo fue variando de acuerdo a las circunstancias y la cantidad de heridos.
La guerra obligó a tomar recaudos extras. Por ejemplo, se decidió sellar las 300 ventanas y 40 puertas durante la noche para evitar que haya luz en caso de un posible bombardeo y que los vidrios exploten hacían el interior.
Así se vivió el conflicto en Comodoro y en poco tiempo el Regional pasó de tener 200 camas a duplicarlas. Los datos históricos cuentan que se usaron las que había en reserva, se repararon otras, una empresa petrolera donó otras tantas y hasta mueblerías prestaron mobiliario que fue instalado en todos los rincones del nosocomio; desde la biblioteca, los pasillos, aulas, salas de médicos y hasta la capilla.
En tiempos de guerra los cirujanos y los traumatólogos fueron el servicio esencial. Mientras que el personal administrativo colaboró con la distribución de la comida para los heridos.
EL HOSPITAL EN LA GUERRA
El 3 de abril el Hospital Regional recibió al primer paciente de guerra, un oficial que sufrió una herida en el tórax y fue internado en terapia intensiva.
Con el inicio del conflicto aumentó la vigilancia en torno al centro asistencial y dos días después se entregaron credenciales al personal. Además, se les exigió a todos llevar consigo el Documento Nacional de Identidad y se les dio un adhesivo que fue colocado en los parabrisas de los vehículos para poder ingresar al nosocomio.
Los primeros tiempos fueron difíciles pero llevaderos. Al principio los heridos eran trasladados desde el Aeropuerto General Mosconi. Sin embargo, luego se montó un helipuerto donde hoy está la Escuela de Arte.
Como hoy, en ese entonces había un protocolo que seguir. Cada herido llegaba con una tarjeta en el cuello donde estaban sus datos personales, diagnóstico y tratamiento recibido en Puerto Argentino.
Todos debían ingresar por la guardia donde un equipo médico evaluaba la gravedad y tipo de lesiones. Luego eran trasladados a algunas de las salas del nosocomio que estaban clasificadas como “Heridas leves (A), heridos de mediana gravedad (B), Heridos graves (C), Quemados (Q), Irrecuperables (I) y Emergencias psiquiátricas (S).
Los soldados llegaban sucios. Es que durante la guerra no se bañaron y en muchos casos vivieron en un pozo de zorro. Otro tanto llegaron desnutridos, lo que les produjo problemas gastrointestinales por exceso de comida en los primeros días de internación.
En el nosocomio se tomaron todos los recaudos, presumiendo lo peor y en tres quirófanos se instalaron fuentes de luz de emergencia ante un posible apagón.
Después del 14 de junio todo fue distinto. Con la rendición llegó el caos al nosocomio. Solo el 18 de junio ingresaron 297 pacientes que se sumaron a 451 que estaban internados.
Ante la falta de camas se utilizaron colchones para la atención de los heridos. Los diagnósticos variaban, desde pie de trinchera por congelamiento hasta dermatitis en cara y manos, desnutrición y heridas de diferente consideración.
La labor de los profesionales fue ardua y el apoyo de la comunidad constante. Algunos llegaban a conversar con los soldados, otros les llevaban golosinas, elementos de tocador o una guitarra para tocarles alguna canción. El objetivo era contenerlos, solo era chicos que fueron a una guerra injusta, como toda batalla.
Foto: Gustavo Fernández
UN ENEMIGO INVISIBLE
El paralelismo con lo que sucede hoy día en torno a la preparación del Regional es inevitable. El nosocomio por estos días se prepara para un posible brote de coronavirus, un enemigo invisible, e inclusive, al igual que en tiempos de guerra, esta última semana se realizó un simulacro. En este caso con un falso caso positivo.
Según relevó ADNSUR, uno de los primeros pasos que se realizaron ante el avance de la pandemia fue la incorporación de un equipo de biología molecular que adquirió la Municipalidad para el Hospital Regional, y la certificación de una cabina de bioseguridad que aprobaron especialistas del Instituto Malbrán.
La incorporación de ese equipo permite que en el Regional se puedan realizar los test para saber si una persona tiene Covid – 19, pero además diagnosticar otras infecciones virales, gastrointestinales, ginecológicas.
Por supuesto, en esta ocasión, al igual que en el 82, también se adaptaron algunos sectores. Por ejemplo, como medida preventiva el Hospital de Día Oncológico se mudó al barrio José Fuchs para que los pacientes tengan mayor seguridad sanitaria, y la ex Enet N° 1 se convirtió en un anexo del nosocomio, gracias a una donación de Pan American Energy, la compañía que opera el yacimiento Cerro Dragón que instaló un hospital de campaña.
El mismo cuenta con 18 camas, dos respiradores y un servicio de terapia intensiva, y se utilizaría para casos de baja y mediana complejidad, al igual que el Hospital Alvear que también podría recibir casos de Covid -19.
Como en la guerra en esta ocasión en Comodoro también se activó un protocolo de atención.
Eduardo Wasserman, director del nosocomio, explicó a esta columna que atenderse en la guardia por estos días es distinto. El Servicio de Emergencia se dividió en dos sectores: pacientes respiratorios y no respiratorios. “Queremos evitar el movimiento de la gente. Entonces la guardia de no respiratorios es la guardia común, a la que van por una fractura o un problema de salud, y la otra es exclusiva para pacientes con síntomas respiratorios. Cuando ingresa un paciente sospechoso se le toman todos los signos vitales y se lo deriva a una sala de aislamiento que está funcionando en la sala de quemados que se adaptó con 8 camas para esto”, indicó.
La guardia pediátrica también sufrió modificaciones. En su caso fue trasladada a otro sector y dividida en pacientes no respiratorios y respiratorios.
Además, se acondicionó un quirófano para casos de Covid – 19 en caso de ser necesario y se remodelaron los laboratorios de Inmunología y Bacteriología, donde se instaló la nueva cabina de bioseguridad y el equipo PCR.
A estos trabajos se sumaron las remodelaciones en dos áreas para tener mayor capacidad en terapia intensiva.
El nosocomio habitualmente cuenta con 8 camas en este servicio. Sin embargo, por el coronavirus y la necesidad de contar con mayor de camas ante posibles casos graves, se adaptó un sector con 5 camas y se recuperó otra zona conocida como “108” para alojar otros 8 pacientes en cuidados intermedios.
Por supuesto, en este escenario, un párrafo aparte merece el personal del nosocomio, que pese a estar retrasado en el cobro de sus sueldos, como todo los empleados públicos de la provincia, trabaja incansablemente para que el Hospital esté preparado para un brote masivo, algo que reconoce Wasserman.
“El personal del hospital junto a los jefes de servicios se han puesto el hospital al hombro. Nos han ayudado muchísimo y ver al personal del hospital trabajar de esta forma realmente emociona por todo lo que han ido pasando en este último tiempo”, señaló el director.
“A diferencia de los tiempos de Malvinas estamos luchando contra un enemigo invisible y es algo que afecta a los que van a estar en el frente de la batalla, porque con algo invisible uno solo se guía con los protocolos que vienen bajando todos los países donde esta pandemia fue muy fuerte. Entonces uno va aprendiendo en base a los errores que han tenido los demás”, sentenció Wasserman, esperando como todos que la pandemia no llegue con fuerza a la ciudad.