Tocaba Callejeros en el boliche República Cromañón, de Once, y ese 30 de diciembre de 2004 iba a ser una fiesta. Pero el ritual de las bengalas que acompañaba cada presentación de la banda como una marca registrada convirtió aquel viejo local en una trampa mortal que se llevó la vida de 194 personas, la mayoría de entre 17 y 19 años, e incluso la de varios nenes y bebés.

Sólo algunos temas después de comenzado el recital de Callejeros la noche se convirtió en la más trágica en la historia de la Ciudad de Buenos Aires.

Las sucesivas explosiones de las bengalas en el interior del local hicieron contacto rápidamente con la media sombra que cubría el techo del boliche. No sólo las llamas se expandieron en cuestión de segundos, sino que el humo que provocó el compuesto de aquella tela no dio tregua. El pánico por escapar de la nube tóxica que agobiaba las vías respiratorias provocó una estampida, aunque muchos no consiguieron salir porque las puertas estaban cerradas.

La trampa mortal en la que se convirtió Cromañón encuentra explicación en la complicidad del Estado: el local de 1.500 metros cuadrados contaba con una habilitación para un máximo de 1.031 espectadores, pero en realidad habían entrado cerca de 4.500 personas, según detalla la causa judicial. La habilitación, además, le permitía funcionar como discoteca, pero no como espacio para realizar recitales.

República Cromañón en ese momento estaba gerenciado por el reconocido empresario de la noche, Omar Chabán. Tanto él, como los encargados de la seguridad de la discoteca huyeron apenas comenzó el incendio y fueron capturados por la Policía al día siguiente, en el departamento donde se habían refugiado.

Las zapatillas de los chicos que fallecieron, un símbolo de la tragedia de Cromañon
Las zapatillas de los chicos que fallecieron, un símbolo de la tragedia de Cromañon

El origen de la tragedia de Cromañón

Alrededor de las 22.50, alguien arrojó una bengala hacia el techo y de esa manera inició el fuego tanto en la media sombra como en el revestimiento de espuma de poliuretano. La banda estaba tocando el tema Distinto sobre el escenario.

Según el testimonio de algunos testigos de aquel show de Callejeros, un menor sentado sobre los hombros de su padre fue quien arrojó esa bengala. También se sospechó del hijo de un abogado e incluso de un integrante de un grupo de fans de la banda, pero al día de hoy se desconoce quién fue.

La propagación del incendio dentro de Cromañón fue tan rápida que no hubo tiempo para nada. En cuestión de minutos, todos los sectores del local quedaron cubiertos por una nube de humo, intensa y negra. Según los peritos, la temperatura alcanzó los 400° C, lo que provocó el sofocamiento del público y determinó el mayor porcentaje de muertes.

Más tarde, el fuego alcanzó los cables y eso causó un cortocircuito, dejando al boliche de Once a oscuras. Ese factor se sumó al calor insoportable, a la falta de matafuegos y de agua en los baños, y transformó al local en una trampa mortal. Ante la desesperación, la gente corrió en busca de una escapatoria y se agolpó en las seis salidas de emergencia disponibles, pero apenas dos de ellas estaban abiertas para llegar hasta la calle. El resto de las puertas se encontraban trabadas.

Omar Chabán en octubre de 2012 durante el juicio por el incendio en Cromañón. Murió en 2014.
Omar Chabán en octubre de 2012 durante el juicio por el incendio en Cromañón. Murió en 2014.

Ante tantas irregularidades que presentaba el local, la evacuación de Cromañón fue un verdadero desastre. Muchos de los jóvenes que lograron escapar quedaron tendidos sobre la calle, tras haber inhalado el humo tóxico dentro del local, generado por la combustión del material inflamable que cubría el techo.

Varios ingresaron de nuevo al local para buscar a familiares y amigos, y para ayudar en el rescate. Pero la tarea fue casi imposible: muchos chicos murieron aplastados y la mayoría asfixiados. Los más afectados fueron los que estaban en el palco alto. Las puertas a la calle y el portón de emergencia estaban cerrados con candados y alambre, según los testigos, para evitar que los adolescentes entraran al lugar sin pagar.

El incendio de ese 30 de diciembre de 2004 en Cromañón figura como una de las mayores tragedias no naturales en la historia de Argentina, con un saldo de 194 muertos y alrededor de 1.500 heridos. Casi todos los fallecimientos se produjeron por quemaduras, asfixia e intoxicación.

La investigación reveló después que los planos presentados ante el Gobierno porteño por los dueños de la propiedad no coincidían con la arquitectura del salón y además no había plano de evacuación. En la planta superior, donde debía existir una puerta de escape, los jóvenes encontraron una pared.

Decenas de cuerpos esparcidos sobre la calle Bartolomé Mitre y pilas de zapatillas perdidas y quemadas por el hollín ilustraron los primeros relatos del horror. El llanto desgarrador de los padres que no tardaron en llegar al lugar, aún retumba en aquel rincón de Once.

Con información de TN

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