Dejó su vida en Buenos Aires para venir a Comodoro y ayudar a su amiga que perdió a su marido en un accidente aéreo
Hilda Alicia Luna sabe lo que es la tragedia y lo que significa una verdadera amistad. Cuando perdió a su marido, en el mayor accidente aéreo que tuvo Aerolíneas Argentinas y que pocos recuerdan, sus dos hijos tenían apenas 2 y 1 año, y tuvo que salir a trabajar para llevar el pan a su casa. Se sentía sola, perdida, pero ahí estuvieron sus amigas, aquellas que conoció en la escuela 119 y que la acompañaron toda la vida. Este domingo te contamos la gran historia de amistad de cuatro mujeres de Comodoro, lazo que llevó a que una de ellas deje su vida en Buenos Aires para venir con su marido a criar a los hijos de Hilda y su hermana; una amistad verdadera.
“No conozco un acto de amistad más grande”, dice Hilda “Tita” Luna (85) al recordar lo que hizo Lucía Vitcovich, una de sus cuatro amigas de la vida, cuando falleció su marido.
La mujer por entonces vivía en Buenos Aires, y cuando dimensionó la desgracia que atravesaba “Tita” y también Ruth, su hermana, quien también había perdido a su marido en un accidente, no dudó y dejó la gran capital para volver a Comodoro y ayudar a sus amigas.
Este domingo te contamos la gran historia de amistad de estas cuatro mujeres de la ciudad, que se conocieron de chicas en el barrio Pietrobelli y vivieron juntas hasta sus últimos días. Tita recibió a un equipo de ADNSUR en su casa y recordó la figura de dos de sus amigas, esperando reencontrarse pronto con "Petra", a quien no puede ver por la pandemia. Pero vamos al principio.
DE ESQUEL COMODORO
Hilda “Tita” Luna siempre supo lo es la tragedia. Nació en Esquel y a los 9 años cuando falleció su papá, junto a su madre y su hermano vinieron a vivir a Comodoro Rivadavia, “la ciudad grande donde había trabajo”.
Se instalaron en el barrio Pietrobelli. "Tita" recuerda que era una pequeña casa que estaba en mitad de cuadra, sola, y tenía una pieza y cocina. Era la calle 13 de diciembre y como la escuela estaba cerca terminó estudiando en la 119, allí donde conoció a sus grandes amigas de la vida: Ruth “Momola “Vitcovich, su hermana Lucía Vitcovich y Petrona “Petra” Giménez.
La vida no fue fácil para "Tita". Cuando tenía 15 años su mamá enfermó de cáncer y su hermano tuvo que salir a trabajar. Sin embargo, la muerte lo sorprendió una tarde en que buscaba un remedio para su madre.
Recuerda Tita que ese día su hermano salió temprano y terminó encontrando la muerte en un baño del Cine Teatro Español, donde lo hallaron dos amigos sin vida. En sus ojos aún recuerda cuando golpearon la puerta de su casa para darle la triste noticia. Tenía solo 15 años.
La vida continuó para Tita, y sus amigas estuvieron ahí para acompañarla. Pero fue en Esquel, la ciudad donde nació, donde encontró al amor de su vida: Oscar Fadrique.
EL AMOR
Ella había ido a visitar a sus tíos cuando conoció al joven que por entonces era chofer de YPF. Pero su destino estaba en Comodoro Rivadavia y decidió volver a la ciudad, sin imaginar que tiempo después Oscar iba a ser trasladado por la empresa.
Al poco tiempo del reencuentro ellos se casaron. Ella tenía 22 y él 24. La vida iba bien en el barrio Pietrobelli. Por su trabajo Oscar viajaba mucho, y cada reencuentro con Tita, Marta y Miguel, sus dos hijos, era una fiesta, hasta que otra vez la tragedia golpeó de cerca.
"Tita" recuerda que ese 19 de julio de 1961, estaba cocinando ravioles. Oscar tenía que llegar en horas y lo esperaba con una rica comida. Sin embargo, de un momento la felicidad se esfumó, algo que recuerda como si fuese hoy.
“Yo estaba haciendo ravioles porque ese día llegaba mi esposo a Comodoro y de repente viene mi amiga Momola (Ruth)”, cuenta Tita sobre ese día. “Me dice ‘¿cómo estás?, vamos a tomar unos mates’. Yo la veía que estaba rara, cortante conmigo y nos tratábamos como hermanas. Me acuerdo que dijo ‘no voy a tomar mate, me voy a ir’, y se fue. Yo tenía la radio prendida y en eso escuché que había habido un accidente de avión, que había caído y que había muchos pasajeros de Comodoro Rivadavia. ‘Dios mío’ digo yo, ‘pobres’. Al rato viene la señora de al lado y me pregunta ‘¿Dónde está Oscar?’ yo le digo ‘No está, viajó’, y en eso siento que golpean la puerta; era el patrón de mi esposo. Me dice ‘señora vengo en un mal momento, vengo a traerle una mala noticia’, y me dice que Oscar falleció. Yo le dije que no, si Oscar fue a Trelew y el avión viene de Buenos Aires, pero lo habían mandado a buscar un camión para la empresa. Así perdí a mi esposo a los tres años de casada”.
Una semana antes, su hijo más chico, Miguel, había cumplido un año. Su cuñado había venido y todos juntos habían disfrutado de la celebración. Por eso, ella pensaba que su cuñado era el que iba en el Douglas DC - 6 de Aerolíneas Argentinas, donde murieron 7 tripulantes y 60 pasajeros. El avión había salido de Ezeiza a las 7:31 con destino Comodoro Rivadavia, pero se estrelló a mitad de viaje. Las pérdidas fueron totales.
AMISTADES QUE SALVAN
"Tita" asegura que nunca hizo el duelo por su marido. Sus hijos eran chiquitos y tuvo que salir a trabajar para ganarse el pan. Por suerte ahí estaban sus amigas, tanto Ruth como Petrona, pero también Lucía, quien al enterarse de la tragedia, y sabiendo que su hermana también había perdido a su marido en un accidente, decidió dejar Buenos Aires y volver a Comodoro junto a su marido y sus cuatro hijos.
“Lucía se enteró por intermedio de la hermana lo que había pasado y al poco tiempo la Ruth me dice: 'viene para acá, ella dice que se acuesta en cualquier lugar con sus hijos, que viene acá y se queda con los chicos'", recuerda "Tita" como sobre se anotició de su regreso. "Para mi fue un alivio porque yo siempre digo que la muerte de mi marido fue una soledad que usted no sabe para donde ir, y sentir que le tira la pollera un nenito chiquitito porque tiene que comer”.
Así, Lucia, su marido y sus hijos, vinieron a vivir con "Tita". Él enseguida consiguió trabajo en YPF y con unos pesitos que trajo de Buenos Aires levantó una pieza para que vivan todos juntos. Así, mientras Ruth y "Tita" salían a trabajar, ella cuidaba a los chicos: cuatro suyos, dos sobrinos y a Miguel y Marta.
A la distancia "Tita" admite que ella se iba a trabajar tranquila, sabiendo con quién quedaban sus hijos.
“Yo me daba una vueltita de vez en cuando, pero yo sabía que con mi amiga Lucía estaban mejor que conmigo. Ella crio a todos los chicos; los de ella, los míos y los de la hermana mayor. Por suerte su marido empezó a trabajar en YPF, que en ese tiempo era todo. Entonces fuimos despacito juntos, todos trabajando, hasta que terminamos de construir una casita”
En esa casa de la que habla "Tita", ubicada en 13 de Diciembre y Sarmiento, vivieron junto a Ruth y Lucia. Mientras que Petrona vivía al lado. Allí pasaron tardes enteras tomando mate, mientras sus hijos crecían.
LA AMISTAD POR SOBRE TODO
El paso del tiempo trajo alivio en los corazones de Ruth y "Tita", y de vez en cuando se reían de todo lo que les había tocado pasar.
“Con el correr del tiempo nos reíamos y decíamos estamos signadas a que nos pasen desgracias, pero la pasábamos bien. Trabajamos y a la noche estábamos todas juntas. Lucia hacía la comida, comíamos juntas, una lavaba, otra secaba, y después jugábamos al rummy, esa era nuestra diversión, y tomar mate”, dice entre risas.
Luego de varios de años de trabajo en casas de familias, Tita finalmente entró a trabajar al Colegio Santo Domingo Savio, primero en limpieza y luego como telefonista.
Con el tiempo se mudó a la casa de unos de sus tíos, pero cada vez que salía del trabajo pasaba a visitar a sus amigas de toda la vida.
Hace unos años Ruth y Lucia fallecieron, y Petrona (92) aún vive al lado de aquella casa de 13 de Diciembre y Sarmiento. Por la pandemia, ambas no se han podido volver a ver. Sin embargo, "Tita" espera ese ansiado reencuentro con su amiga del alma.
Es que como dice, la amistad de estas cuatro mujeres para ella fue todo.
“Para mí su amistad fue todo, porque en los años más difíciles míos estuvieron conmigo. Por eso para mi la amistad es lo más lindo que hay. Muchas veces a un familiar uno no le comenta algunas cosas, pero a una amiga sí, y ellas eran mi familia. No conozco un acto de amistad más grande”, sentenció, esperando poder volver a ver a su amiga y darle ese brazo tan deseado.