Desde Rawson, una dramática historia de la dictadura en primera persona: "yo vi cuando golpeaban y secuestraban a mi mamá”
En la dictadura militar, Mario Cugura perdió a sus padres y a sus tíos. Vivió con los vecinos, en un Orfanato y regresó a Rawson con sus abuelos. Se pudo reencontrar con una prima y todavía busca a un hermano. "Mi mejor terapia son las charlas en las escuelas", asegura.
Este 24 de marzo se cumplen 47 años del comienzo de uno de los períodos más oscuros y siniestros de la historia argentina con el Golpe de Estado que llevaron adelante la Fuerzas Armadas en complicidad con algunas instituciones de la sociedad civil. La tragedia alcanzó una dimensión enorme e impactó en las familias chubutenses con especial crudeza.
En el marco de una actividad educativa en la escuela para adultos EPJA n° 763 de Trelew organizado por docentes de la institución y ATE Educación, Mario Cugura recordó: “tengo 4 desaparecidos en mi familia, Mis 2 padres (José Cugura y Elisa Cayul) y 2 tíos (Juan Cugura y Olga Casado). El terrorismo de Estado azotó a varias ciudades de nuestra provincia”.
“Yo nací en 1970 y recorría varias ciudades con mi papá que pertenecía a la JP Rawson y les llegó una intimación de las Fuerzas Armadas para que abandonen la ciudad en 1975”, precisó.
“A partir de ese momento, vivimos en Azul, Bahía Blanca y en otras ciudades de la provincia de Buenos Aires. En esos lugares, tuve que cambiar mi identidad por otro apellido. Finalmente, nos instalamos en Buenos Aires y mis padres retomaron la militancia en ‘Montoneros”, recordó.
“Mi papá era una persona común y luchaba por la justicia social. Recorría los barrios y participó del ‘Trelewazo”, señaló.
El horror en los ojos de un niño
“En Buenos Aires, vivíamos en un edificio sobre la calle Anchorena (cercano al mercado del Abasto donde ahora hay un shopping). Estábamos en un tercer piso donde miraba hacia el mercado. Mi papá José Cugura fue el primero en desaparecer de la familia. Mi tío decide salir a buscar a mi papá y también desapareció”, evocó.
“En ese tiempo, uno de mis hermanos (el del medio) volvió para Rawson. Con mi mamá, nos quedamos en Buenos Aires con mi hermano menor”, añadió.
“Un día, estaba afuera de mi casa cuando un hombre me tocó la espalda y me preguntó por mi mamá. De repente, subieron 10 hombres de traje y empezaron a desplegar sus armas de fuego. Iban en 2 vehículos. Yo empecé a correr detrás de ellos. Mi mamá estaba tomando mate con las vecinas. La llamaron a mi mamá, la metieron en el departamento y la empezaron a golpear con ferocidad. La mataron a piñas”, reveló.
“Le pregunté a un hombre si me dejaba poder ver a mi mamá y me dejaron pasar a verla con mi hermano. Mi mamá se sacó una cadenita y me dijo ‘no te olvides nunca que sos Mario Cugura y vivís en Rawson y allá están tus abuelos’. Fue lo último que ella me dijo. La alcancé a ver que la llevaban con la cabeza cubierta con una toalla llena de sangre. Luego, el grupo de tareas me dejó en la casa de los vecinos. Con el tiempo, un juez de menores nos derivó a mi hermano y a mí al Orfanato de La Plata. Sólo podía ver a mi hermano una vez por semana. Estuvimos 7 meses y –finalmente- nos trajeron a Rawson con mis abuelos y ahí empezamos a crecer”, detalló.
Regreso al infierno
“Hace 2 semanas, las organizaciones de Derechos Humanos de Quilmes me invitaron al centro clandestino de detención ‘Puesto Vasco’ donde mi papá estuvo detenido y con las heridas de los disparos que sufrió cuando lo detuvieron. Estaba enfrente del calabozo donde permanecían las otras personas detenidas”, relató.
También, Mario pudo recorrer el predio de Chapadmalal donde los llevaban con otros chicos de vacaciones durante los meses que permaneció en el Orfanato de La Plata.
El reencuentro con una prima que vive en Santiago del Estero: entre la sorpresa y el desconcierto
“También, pudimos encontrar a mis tíos que estaban enterrados como NN en el cementerio de La Plata. De esos tíos, encontramos a mi prima porque nos hicimos los estudios de ADN. Ella es la hija recuperada n°93. La encontramos hace 12 años pero no tenemos una relación muy fluida como familia. El torturador que era militar se apropió de mi prima y la llevó a Santiago del Estero donde creció e hizo su vida”, reconoció.
Mario todavía busca a su hermana o hermano. Cuando la secuestraron, su madre estaba embarazada. Según los testimonios de los sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, Elisa dió a luz pero se desconoce el destino de una persona que hoy tiene 45 años.
"Mi mejor terapia son las charlas en las escuelas"
A lo largo de las últimas semanas, Mario brindó su historia de vida en diversas escuelas e instituciones de la zona. Si bien reconoce que hizo terapia psicológica, asegura que “la mejor terapia son las charlas en las escuelas” donde puede expresar libremente con los docentes y los jóvenes en un marco de comprensión y respeto.
Estas historias del horror en primera persona nos tienen que motivar a fortalecer el camino a futuro de la Nación cimentado sobre las bases de las garantías constitucionales, el diálogo, el respeto a la condición humana y la resolución pacífica de los conflictos. Comprender un pasado doloroso pero proyectarnos a los desafíos a futuro es el mejor homenaje que podemos hacer en estos 40 años de Democracia de manera ininterrumpida en el país.