Este jueves se conoció la triste noticia de la muerte de Lila Marcial, reconocida vecina del barrio Laprida. La mujer tenía 85 años, era oriunda de la provincia de Catamarca y llegó a Comodoro Rivadavia en 1960. 

La querida vecina fue recordada por su carisma, su solidaridad y los consejos maternales tanto a chicos como chicas para “enderezarlos en la vida”. Además, su gran pasión por la "zamba" la llevó a ser inspiradora de un popular festival en las calles del barrio, conocido como “La Callejera”.

Ale Carrizo, periodista y vecino del barrio, compartió unas emotivas palabras en su cuenta de Facebook. Allí recordó anécdotas y momentos con “Lila”.  “Laprida está triste…Lila se fue a cantar en el cielo la Zamba de Los Mineros, esa que le canta a su Corral Quemado, la tierra catamarqueña que la vio nacer hace 85 años”, comenzó diciendo. 

"Lila se fue antes y por eso Laprida está triste. "Cuando a mí me pille la muerte, tan sólo la zamba me recordará", recita la letra de su zamba preferida. Y así, cantando zambas, la despidieron todos sus hijos, los de sangre y los del corazón. Envolviendo el aire pesado de la despedida con los sonidos que a ella siempre le gustó escuchar", agregó.

“Lila estaba cansadita, aunque el brillo de sus ojos se mantuvo hasta el final con la misma intensidad de aquellos tiempos. Como cuando conoció a "Garrincha" Morales en el Londres catamarqueño y empezaron a caminar juntos la vida. Lila María Marcial llegó a Comodoro en los inicios de la década de los '60 y se instaló junto a Don Morales en la esquina de El Salvador y Bogotá. Enseguida llegaron los hijos que fueron 7 en total y no pasó mucho para que enfrente, se construya la Escuela 27. Casi como una premonición resultó lo de la Escuela”, añadió Carrizo.

Luego destacó la buena onda, el carisma y la solidaridad de “Lila” quien “veía un montón de guardapolvos blancos que pasaban frente a su ventana. Y presenció el crecimiento de generaciones en el día a día, fue adoptando a sus hijitos del corazón con el sólo gesto de preguntarles en algún mediodía si habían almorzado o tomado matecocido en la tardecita”.

Foto:  Facebook (Ale Carrizo)
Foto: Facebook (Ale Carrizo)

“Así como alimentó a los seis varones y una mujercita, Lila repartió tortas fritas, tortillas, empanadas y hasta un plato de locro, a un montón de boquitas que se arrimaban a la casa de la esquina de El Salvador”, recordó.

“Y más aún cuando atendía el almacén que era escala obligada de las vecinas del barrio antes del almuerzo y no sólo para comprar para la olla, sino para compartir mates y charlas tan apuraditas como amenas”, añadió.

En este sentido, Alejandro Carrizo recordó que iba a comprar al almacén de Lila y se quedaba a charlar con ella, pese a los retos de su madre por llegar tarde.  Además, fue precursora de un popular festival folclórico que nació en las calles del barrio Laprida y fue convirtiéndose en una tradición del lugar. “La música siempre le acarició el corazón y el alma”, explicó Carrizo.

“¿Quién no charló al menos dos palabras con Lila?” ¿Quién no se rió con sus salidas picarescas?. La mañana estaba fresquita y ya sobre el mediodía, el barrio recibió una lluviecita fina y fría. “Laprida soltó lágrimas por el viaje de una mujer inolvidable”, concluyó.

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