El análisis de un economista comodorense: ¿Hay riesgo de hiperinflación en Argentina?
El próximo miércoles se conocerá el Índice de Precios al Consumidor de marzo, que las consultoras privadas anticipan en el orden de 5,5 ó 6 por ciento, superando a los meses previos, que habían marcado el 3,9 y 4,7 por ciento, para enero y febrero, respectivamente. En un escenario de suba de precios constante, por factores externos e internos, ¿hay posibilidades de que el país vuelva a caer en una hiperinflación, como lo ocurrido en 1989?
Para el economista comodorense Marco Simoes, la pregunta no admite una respuesta contundente en sentido positivo o negativo, pero toma en cuenta algunas variables desde la teoría económica. Así, en el análisis enumeró los factores de riesgo, que podrían desembocar en una situación como la de 3 décadas atrás y por otro lado los ‘reaseguros’, que pondrían un freno a esa espiral y significarían un freno a un proceso tan negativo.
Entre los factores de riesgo, detalló que el primero “es la dinámica de precios que se viene observando: la inflación de febrero saltó 4 al 5 por ciento y para marzo se prevé un 6 por ciento, lo que ya nos estaría dando una inflación anualizada del 100 por ciento para todo el año 2022, algo sumamente preocupante”.
La advertencia sobre la inflación anualizada permite entender mejor el problema. La mayoría de los análisis hablan hoy de una inflación anual del 60 por ciento, al promediar cinco puntos por cada uno de los 12 meses del año. Sin embargo, el efecto acumulativo de cada aumento mensual, sobre la suma de los anteriores, termina arrojando un número mucho más alto que lo que puede reflejarse en el índice final.
“Esa aceleración ya es de por sí preocupante –continuó explicando Simoes- y hay que agregar el futuro impacto del segmento regulado, que son las tarifas de gas, electricidad y transporte, que van a subir por la quita de subsidios tras el pedido del FMI, a partir del acuerdo alcanzado”.
En ese contexto, sumó la corrección del tipo de cambio, que es otra de las exigencias del Fondo, para evitar que la balanza entre exportaciones e importaciones termine en rojo, porque con un dólar congelado las importaciones resultarían más baratas que los productos de fabricación nacional.
“El precio del dólar va a empezar a subir más, porque viene subiendo al ritmo del 2,5 por ciento mensual, frente a una inflación del 4 por ciento –reseñó, sobre lo ocurrido en meses anteriores-. La suba del dólar también termina presionando sobre los precios”, añadió.
Además, la suba de precios de la energía a nivel internacional motivará subas de tarifa por encima de lo que había anticipado el gobierno (cuando se habló de topes del 20 por ciento), ya que otra de las metas acordadas es la reducción del déficit fiscal, causado en gran parte por los subsidios a las tarifas.
Los reaseguros para evitar una hiperinflación
En contraposición, Simoes mencionó las ‘frenos de emergencia’ con los que cuenta hoy la economía, a diferencia del proceso ocurrido en 1989, que derivó en una inflación del 194 por ciento mensual en julio de aquel año. La consecuencia social fue desoladora, ya que el índice de pobreza pasó del 25 al 47 por ciento, entre otros indicadores por demás negativos.
“El nuevo acuerdo con el FMI consiguió nuevos fondos, por un monto superior a lo que se debía pagar este año, lo cual inyecta en el corto plazo 10 mil millones de dólares a las reservas del Banco Central, que aun pagando vencimientos, genera un colchón suficiente para que el gobierno pueda comprar el excedente de pesos y reducir así el riesgo inflacionario”.
Por este mismo motivo, basado en el acuerdo con el Fondo y mientras las metas sean cumplibles para el país, Simoes consideró que los reaseguros para evitar una hiperinflación resultan hoy mayores a los riesgos:
“En el corto plazo, el reaseguro compensa todos los factores de riesgo –evaluó-. El problema será cuando los fondos se acaben, o si el país no cumple con las metas acordadas, lo cual es la condición necesaria para que sigan ingresando los nuevos desembolsos”.